domingo 28, abril 2024
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Una reflexión urgente

Somos por lo menos 7.500 millones de personas, el 1% de esa población maneja el 99% de los bienes materiales en el mundo, cada vez es mayor la contaminación atmosférica y los fenómenos naturales acosan a la tierra por todo lado, las plagas comenzaron a ponerse de moda en 1990 más o menos, con un incremento cada vez más cerca de la progresión geométrica.

Los chinos comenzaron tarde a detener el crecimiento exponencial de la población, prohibiendo a sus ciudadanos más de un hijo.

Las religiones cristianas, más el catolicismo, basados en no sé qué leyes bíblicas, prohibieron la planificación familiar.

Según parece en dos citas bíblicas: “creced y multiplicaos”y “el pecado de Onán”, ambos cuestionables desde cualquier punto de vista. Bien, el planeta está devastado y cada día que pasa es un día menos, el cambio climático es una realidad irreversible, no hay números capaces de reparar el daño a los ecosistemas. El uso de energías renovables es solo un pequeño paso, aunque bueno, no basta. Produce más metano el derretimiento del permafrost que los animales vacunos, el CO2 captado por los árboles, muy importante por cierto, se almacena en el árbol mismo y al cortarlo, el podrirse lo hace liberar ese CO2 hacia la atmósfera, incrementando ese terrible efecto invernadero. Los pésimos medios de transporte colectivo de la mayoría de las ciudades, inclinan a la población a utilizar masivamente el carro y emitiendo gases. El carro eléctrico no es la solución, fabricar una batería para el, requiere un gasto de energías fósiles mayor de lo que teóricamente economiza. Hemos llenado los océanos de plástico, diezmando la vida animal en ellos. La locura del efecto contaminante lo vemos en muchas de las inundaciones de estos últimos quince días.

Las guerras regionales constantes no producen suficientes muertes anuales, por esa razón la esperanza de los poderosos está en los virus manipulados con ingeniería genética, para convertirse en factor de regulación de la densidad de población. Ya estamos viendo secuelas del COVID 19, que acortan la vida de las personas, por otro lado el uso masivo de mascarillas (útil para bajar el contagio) provoca una caída del aparato inmunológico hacia otras cepas de virus, se ha perdido la inmunidad y con esto se agrava el panorama. El descubrimiento de “la teoría viral” en muchos tipos de cáncer, explica la verdadera epidemia de este tipo de patología en las mujeres (CA de mama) y otros tipos de tumores mortales como el carcinoma de páncreas, etc

Hace pocos días acabé de (re)leer “Antes del fin”, un ensayo de Ernesto Sabato, me sentí muy molesto, él dedicaba sus más nobles sentimientos hacia los jóvenes. Recién pasados unos días, observé a mi nieto conversando con su abuela en una videollamada, me entristeció mucho mirar esa cara joven y me acordé de Sabato, sentí profundo dolor y pensé: “¿qué esperanzas pueden tener estos jóvenes milenials?”

El capitalismo salvaje trajo aparejado un solemne desprecio por la vida humana, una verdadera ruina contra las mayorías y recordé a “los anarquistas” de principios del siglo XX, quizá tenían razón. Hoy hasta los progres aplauden el consumo enloquecido, esto ha traído un hedonismo enfermizo que enloquece a la humanidad. Es cuando uno extraña las figuras señeras de Nietzsche y Schopenhauer (el lúcido Schopenhauer), todo rastro de filosofía social ha sido devorada por la internet.

Los gobiernos poderosos de todo el mundo se reúnen para buscar mejorar la economía, pero no buscan el bien común, los nuevos mega millonarios se complacen en su riqueza, nada más.

¿En realidad no nos interesa la vida humana? Esta incluye la nuestra y de nuestros hijos, no es un hecho lejano, ni debe llevarnos a utilizar sofismas.

O nos detenemos y actuamos o acabamos con la vida en la tierra.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es médico

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1 COMENTARIO

  1. El silencio ante sus planteamientos es estremecedor, a veces me pregunto ¿es qué acaso somos una especie suicida? lo peor de todo es que ese silencio, a diferencia de los de la música es estupidizante, Albert Camus decía que la estupidez insiste, yo digo que nos ciega y acabará por matarnos a todos ante nuestra indiferencia ante la catástrofe planetaria que se avecina, Gracias doctor.

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