viernes 26, abril 2024
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Babeliando

He pensado que este sería el mejor modo de decir: “buscar-traducir-leer”, se me ocurrió llamarlo BABELIAR, es un neologismo quizá, pero que ayuda a comprender las traducciones de libros, artículos y palabras en cualquier idioma.


Cuando leemos una traducción, nos asalta la duda de su verosimilitud con el original.  Personalmente he sufrido este dolor especialmente con Ulises (Ulysses) de James Joyce y peor con Finnegans Wake, de reciente traducción al castellano. Ambos libros los leí primero en inglés y luego en castellano. Me convertí en joyceano después de leer por vez primera el Ulysses, su obra más importante, aunque no la más compleja: Finnegans Wake está totalmente sola en complejidad y belleza. Ha sido traducida a varios idiomas, pese a considerarse “intraducible”, de ella dijo Jorge Luis Borges: habría que traducirla primero al inglés. Bien, los traductores al castellano han buscado luz en la traducción al francés, después las cosas fueron mejores.


La idea de James Joyce, y así lo externó él, es mantener entretenida a la crítica por los próximos doscientos años, pues bueno, sin embargo quedan aún ciento veinte años.


Por otro lado la idea de los traductores es que cada uno la entienda en su idioma, por esta razón han procurado no tocar esos silogismos de Joyce: ¿Joycismos?, no se, pero inventemos la palabra, al poeta le hubiera encantado la creación de un vocablo para expresar su manera de escribir, ¿pensar?


No hay duda, nos hemos ido adentrando en la comprensión de la obra póstuma del irlandés universal. 


Si se lee para disfrutar, Joyce no es una opción, es una excepción, su obra es capaz de mostrarse diferente en cada lectura, incluso algunas frases cambian de la noche a la mañana, a pesar de que es el mismo libro en la mesa de noche, cambia ante nuestra interacción el mismo día.


Es muy interesante que cada vez que aprendemos una palabra nueva, nos comienza a aparecer por todo lado, quizá mientras no la conozcamos la saltamos con la vista, evitando complicarnos o la dejamos como “un comodín”filológico.


Con el paso del tiempo, nuestro vocabulario se acrecienta y automáticamente nuestros pensamientos pasan a ser más abstractos, comprendemos mejor, incluso sin pensar. 


Nuestra lengua, igual que la china, está compuesta de ideogramas formados por letras unidas, por eso podemos leer algo escrito que ponga las letras en otro orden pero conservando la primera y la última en ese orden, esto yo lo aprendí muy joven, porque soy disléxico. Me gusta mucho hacer juegos de palabras, especialmente en la poesía, me encanta, es una manera de significar lo mismo escribiéndolo diferente, quizá James Joyce era disléxico…, no lo sé, he leído a tres de sus biógrafos y ninguno lo menciona, pero puede ser por su profundo conocimientos de varias lenguas, consiguió eludir el juicio de los críticos literarios, aunque sufrió lo indecible con los moralistas, a este lado y el otro del Atlántico. 

 

Sigo Babeliando, su obra es una de las que más (o la que más) me ha seducido, no es para quien sea perezoso leyendo, es muy dinámico, requiere una mente abierta. Inicialmente me eché atrás unas cuantas veces, al paso del tiempo te compenetras muy bien con su estilo y hasta lo disfrutas. Tengo un cuadro  enmarcado de todo Ulysses, me lo trajeron, está enmarcado y cuelga en mi sala, eventualmente lo ojeo (no se puede hojear porque es un cuadro) para buscar algún dato, esta es la versión original publicada en Paris por Shakespeare and company, fue la única editorial que se atrevió a publicarla: Sylvia Beach, sin cuya intervención para editarlo, el Ulises no existiría.


En realidad Finnegans wake es placentero doblemente, primero porque es una novela circular, esto es que su trama no es lineal como la mayoría de las novelas: hay encuentros, desapariciones y reapariciones, ¿acaso no es ese el camino del inconsciente?. En segundo lugar porque los incita a pensar el origen de las palabras, al menos deducir el propósito de Joyce para inventarlas. Me parece que en la literatura está obra se encuentra sola, no he leído ninguna obra que contenga este tipo mezcla de letras y palabras creadas, alrededor de setenta idiomas se ocultan entre sus páginas, todo un experimento literario.


Quizá ya no tendremos que esperar otros cien años, con este gran acontecimiento que es su traducción al castellano, vendrán nuevas traducciones, hasta que alguno de esos consiga suavizar su complicidad, hay en formación al menos dos traducciones que quieren llegar a un Finnegan Wake “anotado y comentado”, por ahora aquí está el de Marcelo Zabaloy, y ya salió una edición de Finnegans anotado de cuatro capítulos. Ya tendremos la edición completa, revisada y anotada.

 

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es médico

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