Columna Poliédrica
La política es una de las actividades que más dignifican al ser humano. Así lo pensaban los antiguos griegos, ya que consideraban que se trataba de un deber frente al resto de ciudadanos de la polis; de hecho, la posibilidad de participar en la política, era un honor y una gran responsabilidad para aquellos que habían sido designados para ejercer cargos en la administración pública.
Para los griegos el areté o excelencia política, suponía desarrollar tres virtudes concretas: andreía, sofrosine y dicaiosine. La primera tenía que ver con la valentía, la segunda con la moderación o el equilibrio y la tercera con la justicia; en otras palabras, se trata de virtudes que no eran consustanciales a los seres humanos, sin embargo, podían ser cultivadas y practicadas por aquellas personas que así lo quisieran.
Platón, en su obra “La República” incluyó una cuarta que fue la Prudencia. De ahí surgieron las virtudes cardinales que todo ser humano que aspire a meterse en política debería proponerse desarrollar, a saber: Valentía o fortaleza, Moderación o Templanza, Prudencia y Justicia.
La sabiduría tiene que ver con la aspiración a llegar a ser una persona virtuosa. La sabiduría, obviamente, no tiene que ver con títulos académicos, como muchos creen; al contrario, está relacionado con la posibilidad de los seres humanos de comportarse virtuosamente, es decir, de no ser una persona viciosa.
La persona virtuosa adoptará decisiones sabias para el bienestar de la mayoría de los ciudadanos de la polis. Un entorno virtuoso genera ciudadanos igualmente virtuosos, por el contrario, una sociedad viciosa crea ciudadanos también viciosos; ello supone que no adoptarán decisiones justas, no actuarán prudentemente, tampoco se conducirán moderadamente y su vicio hará una sociedad débil, principalmente, en el ámbito ético.
Lo ideal sería que todos tuviéramos las virtudes que hemos señalado, pero la realidad nos ha mostrado que no es así. La mayoría de los seres humanos somos viciosos, la historia evidencia que hemos sido violentos, mentirosos, interesados e injustos; en otras palabras, nuestras acciones han sido todo lo contrario a la virtud, nos hemos matado entre nosotros, nos gusta engañar al otro, velamos por nuestro interés individual y somos injustos con los demás.
Lamentablemente, en no pocos casos, los más viciosos son los que están en la toma de decisiones. La mayoría de los políticos se destacan por ser mentirosos y ocultar sus verdaderos intereses, se trata de personas que no tienen problema de hacer privar los intereses particulares sobre los colectivos y de adoptar decisiones en que la justicia depende de la situación que más les convenga.
Por eso, ante los idealismos lo que se requiere es una buena dosis de realismo. No hay que creer en la retórica de los políticos sino que se debe observar los hechos puros y duros; igualmente, es necesario prestar atención a los que están alrededor de los primeros actores, casi siempre son más peligrosos que las caras visibles para el gran público.
Lo malo es que ya no estamos en el Ágora en el que todos nos conocemos. A pesar que tenemos un territorio pequeño, la posibilidad de darse a conocer pasa por la relevancia que los medios de comunicación le otorgan al personaje; en otras palabras, por desgracia, hay una dependencia mediática y esto a generado que los bufones se hayan apoderado de la escena política.
Ya está el circo instalado y las estrellas de este son los bufones. Hay que sentarse en las butacas, porque un día sí y otro también, desde el primer acto, los payasos (con el perdón de los verdaderos payasos) les harán reír y, a no pocos, también nos harán llorar. ¡Que comience la función!
(*) Andi Mirom es Filósofo
andimirom@gmail.com
columna poliédrica.blogspot
Desgraciadamente hay que darle la razón. Y no es que no hayamos tenido circo, payasos y bufones en otras oportunidades. Lo que sucede es que las funciones son cada vez más regulares, más risibles y con más público aplaudiendo como locos obnubilados por la calidad de la actuación.
Tengamos esperanza, deberemos tocar fondo para poder impulsarnos hacia arriba, ojalá en ese intento no se nos vaya la democracia al carajo.
Las focas que han aplaudido al gobierno PAC ,PLN tienen doble moral , y usted es uno de ellos.
Qhe pena señor Andi Miron, pero estas gentes que se escudan detrás de un pseudónimo impiden un debate serio sobre estos temas tan delicados. La ignorancia es atrevida, la grosería es detestable. Es uno más de los figurones del circo político de este país.
El tono circense, mentiroso, cínico e hipócrita de la gran mayoría de los políticos costarricenses en este cambio de siglo no es sólo un mal nacional, en realidad alcanza a casi todos los figurones de la política regional, peor aún a la bufonada se une la estupidez de mucha gente engolosinada con el espectáculo circense. La prolongada decadencia cultural en la que nos encontramos sumidos en esta pequeña nación centroamericana, la que no se reconoce siquiera como parte del istmo que une el norte y el sur del continente mal llamado América(Abayala, para los habitantes originarios que lo poblaron) nos impide darnos cuenta que ya no somos siquiera una democracia formal. El neofascismo y la tecnocracia de los mediocres se sirven con la cuchara grande, están saqueando a nuestro país y esperan que los aplaudamos. Por desgracia, la herencia de Platón (no tan democrática, por cierto) quedó reducida al mito de la caverna: los seres humanos están encerrados en ella y sólo perciben las sombras de una realidad que les resulta inalcanzable, aunque tampoco se plantean siquiera que esa realidad sea posible.