martes 30, abril 2024
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El estado soy yo (L’État, c’est moi)

Esta frase: El Estado soy yo, es una frase apócrifa que Luis XIV de Francia habría pronunciado el 13 de abril de 1655 ante el Parlamento de París, a los dieciséis años de edad. Se ha utilizado hasta la náusea para señalar los gobernantes autócratas, significa que él (o los) que mandan son el estado por exclusión de los demás miembros de la sociedad.

Los últimos años han convertido en el gran autócrata a la burocracia, no únicamente en Costa Rica, no, en todo el mundo, dejándonos por fuera del “festín de Baltazar” a los demás. Siempre recuerdo una conversación entre dos señores en una fila, en el banco en mi Naranjo natal, uno le dijo al otro: “Mirá, tráeme los documentos tuyos, cédula y hoja de delincuencia (antes se pedía, en el gobierno de Luis Monge se eliminó, ignoro si adrede o por accidente) y yo te ayudo, aquí uno no trabaja como en la Hacienda de XX, se lleva suave en el MOP (después MOPT) y se gana bien”. Esta frase era premonitoria de la Costa Rica del futuro que cuarenta años después se maneja una burocracia inepta y cara.

El libro “la nomenklatura” de Mijail Vozlenski, que vio la luz en septiembre de 1980, en la antigua URSS, describe de manera excelente ese teje y maneje de la burocracia. Recuerdo mis primeros años como “burócrata médico”, si uno veía recargos gratis, era un sapo, si un auxiliar y un camillero traían pronto el siguiente paciente, eran sapos. Todo aquel que trabajaba más que la mayoría, era un sapo.

En nuestro país, el PLN llenó todo de votantes, luego el PUSC, después el PAC de Ottón lo acabaría rellenando. Al existir “servicio civil”, los botellones se fueron convirtiendo en “desobedientes”, hasta que ya no había nada que ofrecer, entonces las masas votantes disminuyeron de cantidad y calidad y nacieron los “focas” y los “troles”, grupos de aplaudidores por dinero, utilizados para crear rumores a favor (o en contra) de los políticos en general.

Resultado: cada vez hay menos dinero para repartir, somos un país con una burocracia densa e inútil, que encarece todo y ha creado la cultura de la mordida, por ejemplo la secretaria que cobra para asignar una cita rápida, sin que el médico se entere.

Las cadenas de pago son interminables, los servicios públicos carísimos y pésimos, en algunos casos esa burocracia cara e ineficiente se ha tragado el capital de las pensiones, cayendo en una arandela de doble rosca, por un lado ganan mucho y por el otro no se van porque se les reduciría el ingreso a una tercera parte, entonces hay una presa de gente muy joven, ganando bien (comparativamente) en los Call center, pero que son empleados “desechables”, los ponen y los quitan con la misma velocidad, creando una enorme masa humana sin estabilidad laboral ni optimismo en el futuro.

Ahora “el estado soy yo” es una densa burocracia, con un solo fin: vivir de los impuestos de la gran mayoría, sin objetar nada porque no tienen nada que objetar.

Un teléfono que al fin de un largo rato, es contestado por una voz metálica de Mexico o El Salvador, nos anima a tener paciencia que ya nos resolverán el problema, normalmente ignoran de dónde los llamamos o cómo se resuelve nuestro problema, pero le pagan para que “nos toreen”.

Cada vez encuentro más difícil resolver el mayor de todos los problemas: seguir viviendo, inmersos en un mundo secular que nos ofrece problemas diarios y ninguna solución, estamos sumergidos entre las pestilentes aguas de Escila y de Caribdis: entre la burocracia estatal y la burocracia neoliberal.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es médico

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