domingo 28, abril 2024
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El falso patriotismo

Ante el otorgamiento del Benemeritazgo de la Patria a la artista del canto popular, Isabel Vargas Lizano (1919-2012), mejor conocida como Chavela Vargas, muchos ticos se rasgan las vestiduras negando dicho reconocimiento porque, entre otras lindezas, la galardonada “no quería a su patria”, “no amó a Costa Rica”, “negó su tierra natal y se acogió a otra patria”, “cantaba feo”, “era una resentida social”, “era lesbiana y borracha”, “nadie la conoce” y otras más. (Todas las anteriores las he tomado al azar de las redes sociales; las había más crudas, violentas y misóginas, tanto de hombres como de mujeres).

No vamos a repetir la historia, pero recordemos que Chavela nació en San Joaquín de Flores, Heredia, y a los diecisiete años marchó a México donde, con cuantiosas carencias y peripecias, forjó su vida artística hasta convertirse en una reconocida cantante internacional. Tanto allá como aquí, conoció el desprecio y la marginalidad, ya por su opción sexual, ya por su calidad de extranjera, en algunos momentos casi con status de refugiada. En la madurez se sobrepuso al alcoholismo y quiso retirarse a morir en Costa Rica, pero su regreso, cual círculo vicioso, despertó la cizaña y la violencia simbólica contra su persona y, entonces, retornó a México alicaída y perturbada; de allí su célebre frase: “una mexicana nace donde le da la gana”.

Debo anotar que son decenas los artistas e intelectuales costarricenses quienes han debido marchar a México, o a otras naciones, en condición de autoexilio o de expulsión directa, como el caso de nuestra María Isabel Carvajal, reconocida como Carmen Lyra. Entre muchos, destaco al gran escultor “mexicano” Francisco “Paco” Zúñiga, a la extraordinaria poeta Eunice Odio, cumbre de nuestra poesía y a la gran narradora Yolanda Oreamuno, quien murió en brazos de Eunice y antes había confesado, en una carta a Joaquín García Monge, que, por favor, no la consideraran costarricense. Como dice un buen amigo, ha sido “una oleada de excepcionales costarricenses que encontraron en la generosidad y solidaridad del «Méjico lindo y querido», terreno fértil para hacer fructificar su obra artística”.

Lo que llama sobremanera la atención es que muchos de esos ticos, con una sensiblería patriótica exacerbada, aplauden el intento de venta del Banco de Costa Rica, la quiebra y posible privatización de la nodriza madre de nuestras instituciones, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), el desmantelamiento del sistema educativo, tanto del MEP como de las universidades públicas, y un largo etcétera. Allí no hay patriotismo que valga, ni defensa de instituciones fundamentales para nuestra democracia. Muchos de ellos, cuando celebran sus fiestas, se desgañitan con un ranchera mexicana, un reguetón puertorriqueño o una cumbia colombiana, ignorando por completo la notable producción musical criolla. Los segundos son ejemplos ramplones quizás, pero de alguna manera indican esa toxicidad chauvinista y mezquina propia del tico promedio, que no del costarricense informado respecto de las fortalezas y debilidades de este país, por tanto defensor de su patrimonio tangible e intangible.

He dicho en diversos artículos que allí se incuba la diferencia entre costarricense y tico. El primero, por ejemplo, no pierde su prosodia distintiva, el ustedeo y voseo; mientras que el segundo es un imitador, es quien tutea de manera impostada o se aferra a formas extranjerizantes, tanto en el habla como en sus hábitos culinarios y de vestimenta, para no ir muy lejos y hablar de su impronta descalificadora y pachotera. Es ese individuo que niega lo auténticamente propio, pero defiende lo menos representativo, tipo folclor paródico y advenedizo que hace mofa del campesino o de los sectores populares. Entiende que esa es su “Costa Risa”.

La patria es nuestra infancia y nuestra adolescencia. Allí se conforman nuestros valores o disvalores (depende del contexto) y se modela nuestro aprecio por el terruño: el paisaje, la lengua, la culinaria, los ritmos y expresiones corporales, entre otras acciones y confrontas socioculturales. Luego entendemos que hay dos “patrias”: una sesgada y tóxica, otra auténtica y prístina. La primera nos contamina de patrioterismo y chauvinismo puesto que representa la ideología de los sectores dominantes, en general antipatrióticos; son ellos los que conducen la contrarreforma neoliberal, es decir, el desmantelamiento del estado social de derecho. La segunda la portamos con nosotros siempre, es auténtica por razonada, crítica, inclusiva y solidaria; por eso puede decirse que un costarricense, en efecto, se desenvuelve donde le da la gana.

(*) Adriano Corrales Arias, Escritor costarricense

 

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10 COMENTARIOS

  1. Totalmente de acuerdo a nuestro clásico “cortar cabezas para vernos iguales” de los ticos. Por otro lado destilas ese tiquismo polo que tanto daño nos hace, cree que somos lo máximo. Te pasaste de la raya.

  2. Excelente artículo, usted desnuda el falso patriotismo que se viste de incultura y vagancia mental. Últimamente es más fácil copiar que crear, y lo vemos en todos los estratos políticos, sociales y culturales. Leemos en los periódicos frases hechas que hasta los mismos redactores ignoran su significado; un ejemplo sencillo es cuando emplean el término “sociedad civil” para referirse a la ciudadanía; términos muy parecidos pero que no significan lo mismo. Los ciudadanos son los propios de un país y la sociedad civil es una parte de la población de un país que tiene ejército y que dentro de su constitución, están los fueros, totalmente independientes en el área de gobernabilidad, economía y justicia. En Costa Rica desde el presidente, hasta el último de los ciudadanos se juzgan con los mismos códigos de justicia.
    La pereza mental hacia la que nos lleva la internet, la falta de crítica dialéctica, y el hecho de que el costarricense promedio ya no se cultiva por la lectura; nos lleva hacia la compartimentación de la mente y la enajenación del libre albedrío. Si seguimos por el mismo camino, pronto seremos “ticos yes man”, sin criterios propios y siguiendo la senda de la enajenación cultural, social y económica.

  3. Respeto la opinión y me seduce en alguna forma, provocándome conflicto personal sobre el grupo que me hace sentir mejor, el tico o el costarricense. En el plano político se reflejan estas contradicciones, lo cual resumo así: En el país de los ratoncitos no elegirán una ardilla para gobernar, pero una rata si tendría en su parecido una oportunidad. Hasta con estos artículos ocurre lo que sufrieron los artistas mencionados, crítica destructiva.

  4. Los que por una razón u otra, hemos estudiado fuera de Costa Rica y hemos trabajado por años, sabemos que en efecto “nadie es profeta en su tierra”, eso es normal aquí. Recuerdo un programa “Remembranzas de Cartago” los domingos en la noche por Radio Rumbo, decía uno de los productores que en el siglo XIX y principios del XX, cualquier atorrante que pasaba por Cartago, era alabado por la “high society” hasta que dejaba un montón de hijos y deudas y desaparecía por arte de magia. Esa es la cuna de nuestra identidad cultural. Paco Zuñiga, Isabel Carbajal, Yolanda Oreamuno, Eunice Odio, Chavela Vargas y un larguísimo etcétera son la muestra.

  5. Cualquier persona con cualidades superiores jamas va a estar a gusto en el pais del igualitico, y los que se quedan es porque han decidido vender su dignidad por una «plaza en propiedad» , la cual ahora de seguridad no tiene nada, y perteneder a un gremio de vivazos donde cortan parejo si no reciben su cuota de adulaciones. Su sistema se basa en mantener lealtades y taparse con la misma cobija. Lo que pasa es que ya hasta se estan quedando sin cobija. Por ser una poblacion de pamplinas es que tiquicia no sabe maniobrar en el contexto de colapso civilizacional en el que estamos.

  6. Pero es que en este país no se permite tener doble nacionalidad. En muchos países se puede tener varias nacionalidades y nunca se pierde aquella en dónde nació.
    Ahora aquello de adular y ensalzar a quiénes han menospreciado a la patria, y al ser costarricense, ahí no se que pensar, no estaremos en aquello que por falta de líderes nos incamos ante cualquier santo.
    El país de uno siempre será su país, con todos sus defectos. Muchos ticos que se van a otro por la razón que sea, parece que les gusta despreciar su patria.
    En su artículo estoy de acuerdo en algunas cosas, como en el falso patriotismo. Nos están desmantelando el país y seguimos como si nada.

  7. Aplauso, de pie, tanto al articulista, como a esa gran mujer costarricense y mexicana (por propia decisión), como lo fue la extraordinaria cantautora, Chavela Vargas.

  8. Costa Rica acepta la doble nacionalidad gracias a Franklin Chang Díaz, se le otorgó la ciudadanía de honor porque se había naturalizado estadounidense, entonces la Asamblea Legislativa creó una ley y los costarricenses pueden tener dos nacionalidades.

  9. Totalmente en desacuerdo, este artículo generaliza, el autor se equivoca porque no todos los que critican lo hacen con las intenciones que él dice, yo no quiero que acaben con las instituciones por ejemplo.
    No hay que declarar benemérito a cualquiera, eso no tiene gracia, esa cantante que hasta hace poco ni siquiera sabía que existía, no parece haberle aportado nada al país en ningún sentido.
    Hay otros que no menciona este artículo que aportaron de verdad al país en algún ámbito y sí se deberían declarar beneméritos.
    Y termino indiYolanda Oreamuno se fue pero al menos nunca fingió de otra nacionalidad, quizás por eso es que

  10. Quise decir que:
    Y termino indicando que creo que Yolanda Oreamuno se fue pero al menos nunca fingió ser de otra nacionalidad, quizás por eso es que a nivel internacional no la tomaron tanto en cuenta aunque fue una buena escritora…

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