domingo 28, abril 2024
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Algo está terminando

A quienes ya ni canas peinamos, porque se nos han ido cayendo, no nos parece que la situación actual tenga sentido. Quizá si con un pesimismo surrealista nos enfrentáramos  a lo que nos rodea, podríamos con un racionalismo profundo colmado de fatalismo digno de B. Russell, creeríamos que como especie hemos llegado al final de nuestra etapa evolutiva.

La evolución, ese caleidoscopio de espejos rotos, no nos conduce a deducciones lógicas, no existe la lógica para enfrentar los asuntos irracionales.

La era tecnológica empezó hace milenios, quizá los egipcios y los cautivos israelitas, copiaron de los caldeos mucho secreto que les hizo la vida menos difícil. La evolución cultural ha continuado hasta nuestros días, no obstante amenaza a las nuevas generaciones con quitarles el trabajo.

Cualquier filósofo del siglo XIX o del siglo XX, podría haber esperado un mejor mundo (quitemos a Nietzsche y a Sartre: su pesimismo es enfermizo o su realismo es escalofriante), pero no estamos en estos días para creer que estamos mejor. Quizá habíamos llegado muy lejos y en ese larguísimo camino nos deshicimos de los fardos morales, nos estorbó la ética y desafiamos la idea de Dios, nos estorbaba para vivir como queríamos vivir y de ingenua manera les creímos a los científicos y a los intelectuales. Acabo de terminar un libro interesante sobre el “bosón de Higgs”, traducido como “La partícula divina”, nombre que no agrada a los científicos, menos aún las posiciones de muchos acerca de ese momento antes del bosón de Higgs: obliga a creer que en la nada había algo, no se puede decir entre los miembros de la comunidad científica. Aún recuerdo las caras de asombro de honorables colegas ante mi posición de “creyente”, no concebían que pudiese mezclar ciencia y fe. Me confesaba admirador de Pierre Teilhard de Chardin, ese genial sacerdote científico francés, inspiración a mi mente de colegial, esa confesión era vista con recelo por algunos amigos, especialmente inclinados a las ciencias sociales de la UCR.

Bien, mis estructuras mentales nunca fueron rígidas, quizá he sido bastante ecléctico (enemigo del dogmatismo), pero no ha sido óbice para mi desarrollo intelectual y cultural.

No piense que me extravié en divagaciones, no, es mi manera de narrar, regreso a la situación actual donde vemos a diario, una mayúscula pérdida de valores y un inmerecido sobre valorado estatus de los dirigentes políticos, asesinatos a diario en nuestras caras, un desprecio total por la vida humana. La “clase política” no sabe cómo manejar el mamotreto de estado que creó para medrar de sus ubres. La total inmovilidad del gobierno, aunado a un discurso grosero e irrespetuoso, nos está llevando hacia la desaparición de la institucionalidad que se creó en dos siglos, una manera chambona de gobernar nos está (ya nos) dividiendo en dos a los costarricenses: los chavistas y los anti chavistas, una polarización de la ciudadanía en medio de una escalada despiadada de la delincuencia, que hace dudar que tenga arreglo. No tengo duda de que algo está terminando, hemos entrado en un punto de no retorno, social, económica, moralmente, con una desesperanza generalizada que es muy mala consejera.

Desde luego no se debe achacar todo mal al gobierno actual, no, esto es “la suma de todos los males”: summum malum, lo peor es la ligereza con la cual el ejecutivo enfrenta nuestras realidades.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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4 COMENTARIOS

  1. En términos políticos nos encontramos en una atmósfera de fin de reino, al menos eso es lo que se desprende de una primera lectura de su texto: no sabemos hacia donde nos conduce la nueva era, pero sospechamos que sus promesas. si es que acaso existen en la boca de sus apóstoles, son las de un mundo sin derechos y garantías sociales para las mayorías populares. todo en beneficio del capital financiero. La posibilidad del estado de excepción se viene anunciando desde hace más de una década ¿será la dictadura en democracia de que nos hablaba Óscar Arias? al parecer, si nos atenemos al discurso del propio Óscar se trata de un régimen en cuyo despliegue los problemas de la democracia no se resolverán con más democracia.¿ Entonces con más dictadura? Es por eso que comparto su afirmación enunciada en el título de que Algo se está terminando.

  2. A mi Óscar me “aclaró” que él nunca había dicho “democracia en dictadura”, había sido un periodista. Ahí acabó nuestra relación “feisbukista”. Cuando Chaves mencionó el “estado de excepción” se me pararon las uñas, eso es gravísimo. Quizá fue la razón de mi retorno al ring de los debates, pues había decidido dedicarme más a corregir mis obras inéditas en prosa, poemas en prosa, cuentos y tres novelas cortas. Ahora tendré que abandonar un poco la pintura en qué incursiono y leer menos. Estamos viviendo verdaderos tiempos de “desasosiego”.

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