domingo 28, abril 2024
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Largas colas y voto resignado enturbian las elecciones primarias en la capital argentina

Buenos Aires, 14 ago (Sputnik).- Un hombre de mediana edad y una muchacha observaban con desánimo la larga fila que tenían delante para votar en un colegio electoral del centro de Buenos Aires, con motivo de las elecciones primarias que celebró todo el país el domingo para designar las fórmulas que competirán en los comicios generales de octubre.

«Una hora y media o dos de cola», aventuró el hombre tras ponerse de puntillas y otear sobre la muchedumbre. La joven resopló un «vámonos», y ambos se retiraron.

Rostros serios predominaban en otras colas a la espera de votar en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que convocó a 35,4 millones de electores. La implementación de la papeleta electrónica para elegir a las autoridades de la ciudad de Buenos Aires hacía tedioso el trámite. El método era desconocido para la mayoría y también se debía votar con boleta de papel para elegir los cargos nacionales.

Inapetencia electoral

Contrastaba, por su manifestada alegría, una mujer que descansaba en un banco de la plaza situada frente al Congreso nacional tras haber ejercido su derecho al sufragio. «Había una cola como de una cuadra (un centenar de metros), pero estuvo muy bien organizado, porque te ponías en la fila y esperabas a que cantaran tu mesa», explicó a la Agencia Sputnik.

De unos 60 años, la argentina destacó el carácter obligatorio que tiene el voto en Argentina para los adultos de entre 18 y 70 años. «Me han enseñado desde chica que es una obligación y un derecho que hemos adquirido con Eva Perón el hecho de que las mujeres votemos, así que yo creo en alguien, no sé si me equivoco, pero mi deber cívico es ir», sostuvo.

Su amiga Elena, que disfrutaba también de una jornada soleada, discrepó a su lado. «No fui a votar», reconoció. «El voto en blanco favorece al candidato que va primero, así que directamente no creo en nadie».

Esta uruguaya llegó al país en 1974, un año después de que su país incursionara en su última dictadura cívico-militar (1973-1986) y dos antes de que comenzara la de Argentina (1976-1983).

De padre ucraniano y madre austríaca-alemana, Elena destacó que llegaba a estas elecciones muy triste. «Cómo estaba este país y cómo lo veo ahora me da mucha pena. Todos te dicen por qué estamos mal pero nadie hace nada. El hecho de ir y perder tiempo, yo lo tomo así, es mi forma de protestar: no dándoles nada», zanjó.

El mismo ánimo pareció impregnar al 32 por ciento del padrón electoral que no fue a votar en estas elecciones, el porcentaje de ausentismo más alto desde la implementación de las PASO en 2011.

No ir a votar hubiera sido también la opción de Nahuel, un joven veinteañero que paseaba a sus dos perros mientras aguardaba hasta el último minuto para ir a sufragar. «Si fuese por mí, no votaría, voy por obligación», reconoció.

A pocos meses de que Argentina cumpla 40 años ininterrumpidos de democracia, este argentino, que no tenía claro el horario de cierre de los colegios electorales, aceptó su desafección con la política.

«Estaría bueno que saquen a todos los políticos que hay ahora y pongan chicos jóvenes, porque llevan 40 años gobernando los mismos y no hacen nada», sostuvo. Su decantación sería votar al economista de ultraderecha Javier Milei, «pero no le tengo mucha fe porque es un loco, quiere hacer cosas que por ahí no se pueden hacer, no creo que dure cuatro años», calibró.

Con el mismo desgano pareció ir a votar un joven que rondaba la treintena, Franco, quien reconoció que no iba a estar muy pendiente de los resultados. «Son las PASO, se eligen candidatos, no suelen tener mucho impacto», opinó.

«En general, cuando el peronismo tiene un candidato, todos se alinean, y en este caso es Sergio Massa», dijo en alusión al ministro de Economía y precandidato del oficialismo a la presidencia.

Su compañera Laura, de origen alemán con cinco años de residencia en Argentina, también acudió a sufragar, en su caso, cargos locales de la ciudad de Buenos Aires. «Es la primera vez que voto, pero no veo mucho sentido en elegir precandidatos, no sé por qué no sacamos ese paso y votamos, pero es como funcionan las cosas», se lamentó.

La joven refirió que su círculo de gente alrededor «dice que votar no cambia nada, porque al final están las reglas del Fondo Monetario Internacioal (FMI) que hay que cumplir y no importa quién sea el presidente», consideró en referencia al préstamo de 44.000 millones que adeuda el país a la entidad multilateral y que conlleva un plan de austeridad fiscal por los próximos años.

En caso de que en las elecciones presidenciales del 22 de octubre ninguna fórmula supere el 45 por ciento de los votos afirmativos (ni nulos ni en blanco) o al menos alcance el 40 por ciento de los sufragios válidos totales y mantenga una diferencia porcentual mayor a 10 puntos, se celebrará una segunda vuelta el 19 de noviembre. (Sputnik)

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