San José, 14 ago (EP/PL).- Costa Rica presenta una de las tasas de nacimientos más bajas del mundo, hecho que conduce el país al denominado invierno demográfico, explican hoy especialistas.
En ocasión del Día de la Madre, que se celebra en esta jornada, varios reportajes aluden al tema de la baja natalidad en esta nación centroamericana y de lo que significa para la mujer costarricense ser mamá.
El grueso del país está compuesto por personas de entre 25 y 34 años, y nunca como ahora, este país había tenido un porcentaje tan bajo de ciudadanos menores de 15 años.
Con un millón 51 mil 179 personas, ese grupo representa el 20,8 por ciento de toda la población, según datos del Censo Nacional presentado hace solo unos días por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Los resultados son el síntoma inequívoco de que el país ya está entrando en su “invierno demográfico”.
Este término fue acuñado alrededor de la década de los 70 del siglo pasado para explicar el escenario, entonces casi fatalista, de una tasa de nacimientos que no lograba empatar la de muertes al final de la transición demográfica, provocando una disminución extrema de la población.
Otro dato significativo lo aportó el Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica para destacar la ultrabaja natalidad que enfrenta el país y que le pone por delante una serie de retos para los que hoy no está preparado.
El estudio señala que Costa Rica no sobrepasará los 5,6 millones de habitantes y que, en dos o tres décadas, la población, por el contrario, empezará a reducirse.
Eso significará una caída abrupta de las personas en edad productiva, pero aún más serio, una disminución insostenible para los regímenes de pensiones del país, explican.
Si uno lo pudiera poner de manera sencilla, el impacto de esto se mide por la relación entre trabajadores activos que sostienen el número de pensionados.
Para la superintendente de pensiones, Rocío Aguilar, cuando Costa Rica diseñó su sistema de pensiones en el siglo pasado había, aproximadamente, 30 trabajadores activos por cada pensionado; actualmente son entre seis y siete trabajadores por pensionado y, más o menos al año 2050, se estima que esta relación será de tres a uno.
