sábado 27, abril 2024
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Las ideas de Thoreau

El mundo moderno es cada vez más complejo, la tecnología en parte pero la vida en sí misma es complicada.

Hace muchos años leí por vez primera un libro de Henry David Thoureau: Walden, me gustó pero no me encantó, hasta que años después yo mismo pasé a vivir en una finca, haciendo del perímetro de mi casa un bosque, de esa manera viví aislado a discreción, saliendo relativamente poco, por eso quizá la pandemia con sus encierros poco me importó. Sin duda la condición de poder vivir aislado es un privilegio, yo pese a vivir en ciudades grandes como Manhattan, Ciudad de México, San José y Panamá, nunca me sentí a gusto en ellas; soy oriundo de Naranjo de Alajuela, un pueblo que durante mi niñez y juventud era muy rural. No omito mencionar que las grandes ciudades tienen lo suyo: ambiente cultural, científico, intelectual y social (este último no es lo mío ni antes ni ahora). Hoy día, gracias al internet yo compro el mismo papel para pintar que un aficionado nueva Yorker hace en la calle 4th Avenue de Manhattan.

Desde luego que no todos podríamos vivir en un “Walden” propio, pero es que el hacinamiento de las ciudades modernas causa un estrés sostenido, por eso se puede mirar una Ruta 27 atiborrada de autos un fin de semana largo, lo cual además del precio elevado causa un sobreprecio emocional que se paga, tarde o temprano.

Las facilidades que tuvo Thoreau en su época, las tienen muchas personas hoy, pero la mayoría opta por un condominio que es un hacinamiento en última instancia, caro, donde tienes que convivir con un grupo humano que al final no sabes cómo es, pero tienes que soportarlo hasta la muerte.

La vida en la naturaleza es increíble, donde recibes el aire impoluto, donde un aguacero de estos de ahora, te inspira para escribir poesía o pintar acuarelas, los ruidos de los miembros de la familia no importunan esa paz.

El pensamiento político de Thoreau es muy intenso, a mí me llamó la atención una frase suya escuchada en mi juventud: “el mejor gobierno es el que gobierna menos”, claro que es una realidad, pero para pertenecer a ciento setenta años atrás, era innovadora. Thoreau fue el creador original de la desobediencia civil, en él se inspiró Tolstoi y Gandhi, entre otros, para crear movimientos reivindicativos de los derechos civiles, aunque aún no se logra en la mayoría de los países.

La vida en la naturaleza es revitalizadora, hace que uno se sienta más identificado con las cosas espirituales, se identifique menos con ese monstruo que todo lo devora: el Dios consumo, que termina empobreciendo enormemente a las economías familiares, donde se trabaja de sol a sol para honrar las deudas, es una lucha que durará toda la vida hasta la edad del retiro, donde difícilmente se puede encontrar el confort necesario.

Vivir en ese huracán que es la vida moderna, con sus diarias filas para moverse del hogar al trabajo y viceversa, es una lucha diaria que hace la vida muy difícil. Recuerdo mis años jóvenes, saliendo de la consulta hacia una clínica privada a operar pacientes del INS, moverse en esas presas hace treinta años era frustrante (imagino que hoy es peor sin duda), no tenía ánimo de salir el fin de semana, entonces mi refugio era la casa y mi familia, disfrutábamos de ir al centro de San José a compras o a comer, luego a alguna heladería, después a la Sabana.

Hoy todo aquello quedó atrás, ya no siento interés de demostrar nada a nadie: se quien soy y nada más, no me interesa la opinión ajena, a veces creo que ni siquiera la mía. Releyendo a Henry David Thoreau, me doy cuenta que valió la pena vivir la vida, que si la disfruté y esos actos diarios de mirar aves, ver una ardilla corretear, unas iguanas corriendo, la intensidad del amarillo de unas flores, el verdor del prado, todo eso es la vida.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

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