Hace un poco más de un año este mismo medio me publicó un artículo en el que señalaba que las instituciones financieras tenían la obligación de mantener informados a sus clientes, a fin de no fomentar la suspicacia o la desconfianza en ellos. Concretamente me refería a la Sociedad de Fondos de Inversión (Fondo de Inversiones Inmobiliarias) del Banco de Costa Rica, que por mucho tiempo nos había mantenido ayunos de información a sus clientes (ahora entiendo por qué), lo cual provocó que la gerencia del fondo y del puesto de bolsa del BCR me invitaran a una reunión en sus instalaciones, a fin de tener una conversación sobre el tema.
Como resultado del intercambio de opiniones y apreciaciones de ambas partes, el Fondo de Inversiones Inmobiliarias del BCR inició casi de inmediato el loable esfuerzo de informar más, con más frecuencia y sobre más temas. Se le agradece, pues en mi opinión era un fallo que estaban teniendo hasta ese momento. En el tema de los rendimientos y del valor de mercado nada o poquísimo se ha hecho hasta ahora, excepto reducir las comisiones que nos cobraba sistemáticamente sobre los rendimientos.
Poco tiempo después salió a la luz pública el descontento de un grupo de inversionistas sobre una compra realizada por el Fondo, en el cual al parecer se había pagado un sobreprecio exorbitante, lo cual llegó hasta la SUGEF, con notas adicionales curiosas como la de que dos funcionarios que habían estado involucrados en la aprobación de la compra, habían renunciado después, y que se les comprobó que habían abierto cuentas bancarias en Panamá. Tener cuentas en el extranjero es absolutamente normal y nada de delictivo, a no ser que los fondos provengan de actividades dolosas. Cualquiera puede hacerlo sin problemas.
Recientemente acaba de aparecer otro caso, de la compra de otra propiedad por parte del Fondo, en la que al parecer existe un sobreprecio, y ahora sí es motivo de honda preocupación de mi parte y de muchos otros inversionistas en dicho fondo. Si se comprobara el hecho se estaría tratando de un accionar sistemático en perjuicio de los inversionistas, y de la indiferencia culpable de las altas autoridades del Banco de Costa Rica, ya que el Fondo es una subsidiaria del mismo.
Según la información que se dió acerca de este caso, al parecer participaron en dicha compra casi todos los que habían participado en la otra. Y si no se tratara de una acción delictiva, entonces el daño sería aún peor: se había cometido por ignorancia e irresponsabilidad profesional de los involucrados. Lo cual pone a los inversionistas en alerta máxima.
Hoy mismo recibí del SAFI del BCR una larga comunicación que señala una serie de generalidades, con el fin de tranquilizarnos, como las siguientes:
Sobre la denuncia presentada por dos inversionistas ante la SUGEVAL sobre el fondo de inversión que incluye a BC Uruca, BCR SAFI, le aclara:
• A la fecha la entidad no ha sido notificada formalmente de lo señalado por los señores inversionistas a los medios de comunicación.
• El proceso de las valoraciones que BCR SAFI realiza está debidamente normado y la ejecución de la compra de todos sus fondos inmobiliarios cumple con las regulaciones y aprobaciones de rigor internas y externas.
• Para la adquisición de BC Uruca 02 se realizó un análisis integral de sus condiciones particulares tales como: adquisición en base con avalúos realizados por expertos externos a BCR SAFI y que consideraba aspectos financieros y periciales , comercialización, ubicación estratégica, capacidad financiera para generar flujos presentes y futuros, oportunidades de mercado, aspectos de índole legal, técnicos, análisis de riesgos, entre otros.
• Dicha metodología de valoración está en conformidad con las regulaciones pertinentes, tanto internas como externas, garantizando que cada adquisición o venta se ejecute con la máxima diligencia y precisión.
• Cada fase de adquisición de un nuevo activo, desde la recepción de una oferta hasta la concreción de la compra, es rigurosamente analizada por nuestro equipo técnico y comercial, asegurando la alineación con los objetivos de rentabilidad y seguridad que prometemos a nuestros inversionistas.
Como puede apreciarse, nada en especial dice el comunicado, excepto las generalidades que eran de esperarse. Al menos a mí me lo parece así.
Por lo tanto, el dicho antiguo de cuando el río suena es porque agua trae, nos pone de inmediato en la posición de preocuparnos seriamente, sobre todo cuando los rendimientos del fondo como su valor de mercado, ha decrecido en un 66 por ciento, con relación a lo que rendía y valía cada participación, antes de la pandemia y sus consecuencias en la economía nacional.
Creo que ya es hora de no esperar que la SUGEF actúe de alguna manera, pues anteriormente lo único que hizo fue obligar al Fondo a convocar una reunión de inversionistas para dar explicaciones. Y me refiero a que la Junta Directiva del Banco de Costa Rica debería intervenir de inmediato para aclarar esta situación, sobre todo cuando tiene la mira del Gobierno Central puesta sobre él, al punto de querer venderlo, y un daño como el que se sospecha sería echar más leña al fuego.
Esta es la opinión de un pequeño inversionista (pequeñísimo) que colocó allí los ahorros de toda su vida, y que en su vejez los ha visto perder valor y caerse estrepitosamente sus rendimientos. Espero que alguien con capacidad de decisión me escuche.
(*) Alfonso J. Palacios Echeverría
La suerte es que es un banco del estado, y tendremos todos los costarricenses que apechugar las perdidas.
Es claramente una estafa. El metodo es que valoran las propiedades no por su valor intrinseco,sino en base a contratos de alquiler que arrojan un rendimiento interesante ante un valor inflado de la propiedad.Pasan unos meses y sociedades fantasmas que alquilaron las bodegas y edificaciones pagan sus alquileres,como en el esquema Ponzi,con los dineros recibidos de la venta ,hasta que un dia deciden romper el contrato y de ahi la realidad que las propiedades ni valian tanto y menos producian alquiler.No es de extrañarse por los involucrados aparecidos,que la mafia rusa este en la jugada poniendo el anzuelo necesario.