Así lo hizo saber a Prensa Latina el mandatario istmeño durante su más reciente encuentro en el interior de la selva con su par de Costa Rica, Rodrigo Chaves.
Juntos los jefes de Estado recorrieron la estación de recepción en Lajas Blancas, a 250 kilómetros de la capital panameña, para palpar la tragedia humana que significa para familias enteras, en su mayoría venezolanos, haitianos y ecuatorianos, una buena parte de ellas niños, atravesar el vasto e inhóspito territorio.
Para la venezolana Ana Córdoba, de 28 años, el viacrucis tuvo de todo, porque vienen engañados por los coyotes y hasta supuestas agencias de turismo que anuncian en las redes sociales que el tránsito será en pocos días y sin peligros, pero es todo lo contrario.
Llegó con su padre y el menor de cuatro hijos, «pero dejé en Cumaná a mi esposo y a otros tres muchachos, y desde ya la recomendación es que no lleguen al Darién, se debe acudir a una salida legal, ordenada y segura», enfatizó sensiblemente emocionada a esta agencia de noticias.
Para otros, como Adelaida Rangel o Carlos Ramírez, que llegan incluso con sus hijos en brazos o sobre los hombros, luego de atravesar la selva y navegar en canoa más de cuatro horas por los ríos Turquesa y Chukunake, ninguna advertencia de repatriación incluso los detendrá en su empeño de llegar a Estados Unidos.
Caminos de tierra, barracones y baños comunes son el último recuerdo de quienes esperan ser transportados por cooperativas de autobuses a la occidental provincia de Chiriquí en la frontera con Costa Rica.
El tema fue recurrente en la reunión binacional que abordó este asunto y en el que como una de las nuevas medidas adoptadas está la implementación de 200 ómnibus para el traslado de los caminantes desde Panamá hasta la frontera con Nicaragua, sin detenerse en el Centro de Atención Temporal para Migrantes (Catem), de Paso Canoas, donde reina el caos, según Chaves.
Los buses, explicaron a los periodistas, estarán completamente acreditados para que pasen la frontera de forma directa y llegar al Catem, donde tendrán que pasar los controles y posteriormente se volverán a subir para seguir al norte.
A la fecha, indicó Chaves, ya hay 100 buses completamente acreditados y están en proceso de conseguir los restantes.
El presidente Cortizo agregó que los conductores de estos autobuses estarán previamente verificados y que cada migrante que utilice estos vehículos contará con un seguro internacional.
Ambos mandatarios suscribieron además un comunicado en el que apostaron por respaldar la iniciativa del presidente de México, Manuel López Obrador, quien convocó a una cumbre migratoria al más alto nivel el venidero 22 de octubre.
El propósito de este encuentro es desarrollar una estrategia migratoria conjunta, que permita acometer los desafíos migratorios de manera coordinada y efectiva.
Cortizo y Chaves destacaron a Prensa Latina en una conferencia con medios de comunicación la importancia de una conversación franca que incluya a todas las naciones, subrayando que no tiene sentido debatir sobre la migración sin la presencia de países, como Colombia y Venezuela, que representan el 60 por ciento de la migración irregular, además de Estados Unidos y Canadá, países de destino por excelencia.
“Espero que podamos conversar con franqueza, sin excluir a ninguna nación, para que podamos ordenar este desorden migratorio”, dijo Cortizo.
Por su parte, Chaves subrayó la necesidad de un diálogo de gestión gerencial que abarque aspectos como transporte, alimentación, medicamentos y la identificación de personas con antecedentes criminales.
También abogó porque Estados Unidos les diga a los países emisores y conductores de migrantes cuál es el flujo y las características de los que pueden aceptar, para que dejemos pasar a las personas que puedan coronar con éxito sus aspiraciones migratorias.
Ambos mandatarios fueron rotundos al calificar la dureza de la selva y lo inhumano del trayecto, con migrantes que mueren en el camino al ahogarse en los ríos, sufrir la mordedura de serpientes o ataques de criminales. Otros incluso se suicidan, desesperados por una caminata plagada de obstáculos.
“El tapón de Darién es una jungla, que es el tapón de la muerte”, remarcó Cortizo. Chaves la denominó un infierno verde para seres humanos en condiciones verdaderamente desafiantes, y añadió que para intentar contener esos flujos por Centroamérica la visión, sin acción, es alucinación, como un llamado a medidas concretas para contener esos crecientes flujos y además garantizar la paz y el bienestar de las comunidades y la población en general de los países de tránsito.
Tanto Cortizo como Chaves insistieron en invitar a los países de la región a visitar el Darién para ser testigos del ‘viacrucis’ que a diario atraviesan miles de viajeros y atender el asunto de manera pragmática sin perder de vista las causas de la migración irregular.
