domingo 28, abril 2024
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Costa Rica: Nace la Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí para salvar de la extinción a la gran guacamaya verde

  • La Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí, en Costa Rica, fue creada en la segunda mitad del 2023 para proteger el hábitat de la gran guacamaya verde (Ara ambiguus), especie en Peligro Crítico de extinción.
  • La organización Macaw Recovery Network, en colaboración con comunidades locales, ha liderado el proceso de compra de tierras particulares —que equivalen aproximadamente a 260 campos de fútbol— e iniciado el proyecto que pretende conservar al bosque lluvioso amenazado por los monocultivos de piña y plátano.

Sarapiquí (Costa Rica), 21 oct (es.mongabay.com).- El paisaje está partido en dos. A la izquierda, la Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí. A la derecha, una extensa plantación de piña. En el límite marcado entre ambos espacios, al centro, un enorme árbol sobresale del dosel: un ejemplar solitario de almendro de montaña que se sostiene como si se tratara del guardián del área natural protegida.

En Costa Rica, ese árbol conocido con el nombre científico de Dipteryx panamensis es una especie protegida y es uno de los pocos ejemplares que sobreviven entre los monocultivos de piña y plátano. Ha quedado prácticamente aislado del resto del hábitat. Esta especie arbórea, además, tiene una relación directa con un ave única: la gran guacamaya verde (Ara ambiguus), que visita los almendros como su principal fuente de alimento y sitio de anidación. La prohibición de la tala de estos árboles obliga a los agricultores a cortar alrededor de él para plantar. El problema es que estos árboles han quedado desconectados del bosque y, sin un microhábitat intacto, es probable que mueran y la guacamaya se quede sin sustento.

Toma aérea con dron del borde de la Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí, a la izquierda de la imagen. A la derecha, hay una plantación de piña que se ha expandido recientemente. En medio se encuentra un árbol de almendro de montaña (Dipteryx panamensis) cortado de su microhábitat. Foto: Sam Williams

“Hay muchísimos terrenos en donde encuentras un nido de guacamaya y todo alrededor deforestado. Cuando los pichones intentan salir del nido, caen directamente al suelo, porque no hay nada. Ellos están aprendiendo a volar. Caen, se lastiman y quedan a merced de los depredadores o personas”, explica Pamela Herrera, bióloga tropical especializada en conservación de biodiversidad y líder del Programa de Integración Comunitaria de la organización costarricense Macaw Recovery Network (MRN), dedicada a la restauración y conservación de las poblaciones de loros neotropicales en las Américas.

La Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí se encuentra en el norte de Costa Rica, en la provincia de Heredia. Está en el corazón del área de reproducción de la gran guacamaya verde, también conocida como lapa verde por los costarricenses. Su reciente creación, en agosto de 2023, surgió en medio de la urgente necesidad de proteger hábitats para el ave, pues las plantaciones de monocultivos continúan expandiéndose. La nueva reserva cuenta con 203 hectáreas, en donde el 80 % de la tierra es bosque y el 20 % es pasto para ganado, que será restaurado con la participación de la comunidad.

Gran guacamaya verde con fruta en su pico. Foto: Corey Raffel
Salvar a la gran guacamaya verde

Lo que hoy se conoce como Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí, antes se llamó La Península. Eran tierras privadas que Macaw Recovery Network compró a su anterior propietario, José Antonio Herrero, quien ha sido un protector del bosque y que decidió pasar la batuta a la organización, en agosto de 2023, para garantizar su protección. Esta es la primera adquisición de MRN —gracias al apoyo de American Bird Conservancy y March Conservation Fund— para restaurar el hábitat de la gran guacamaya verde, especie en Peligro Crítico de extinción, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

La extensión de la reserva equivale a aproximadamente 260 campos de fútbol y su establecimiento pretende no sólo ayudar a salvar a esta magnífica ave, sino a toda la vida silvestre del bosque que comparte su territorio. De acuerdo con la organización, la compra de las tierras —que pretenden crecer— llegó en un momento crítico, pues la deforestación en la región avanza a medida que la agricultura de piña y plátano se expanden. Esta pérdida de hábitat para la vida silvestre en Costa Rica comenzó en la década de los años cincuenta con el auge de la ganadería y la tala. La tendencia continuó con la conversión de pasto para ganado en monocultivos. Para 2021, ya se habían convertido 16 000 hectáreas de tierra en plantaciones de piña. El resultado fue que el 50 % de los bosques del país ha desaparecido.

Pareja de gran guacamaya verde volando hacia su sitio de descanso vespertino en la Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí. Foto: Sofia Bolcato

“Las plantaciones de piña son prácticamente desiertos en medio de la selva tropical”, dice Sam Williams, ecólogo y director de Macaw Recovery Network. “Por eso es realmente importante que protejamos estas tierras. Son el hogar de las guacamayas verdes en reproducción, es un área con alimento para ellas y esperamos que sea el inicio de una reserva mucho más grande que protegerá a más ejemplares y les proporcionará un mayor hábitat”.

Actualmente, la organización ha detectado tres sitios activos de anidación de la gran guacamaya verde en la reserva de Sarapiquí, en donde trabajan desde 2019, cuando comenzaron a monitorear los sitios de anidación dentro de la propiedad. Su anterior dueño permitió a la organización instalar una estación de campo para monitorear al ave, ya que el sitio ha tenido nidos activos cada año y también es un área común de forrajeo, es decir, conductas de búsqueda de alimentos en la vida silvestre.

Dos crías de gran guacamaya verde asomándose desde la cavidad de su nido en la Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí. Las crías hacen esto cuando se están preparando para abandonar el nido alrededor de los tres meses de edad. Foto: Macaw Recovery Network

La gran guacamaya verde es una especie de loro neotropical. Su cuerpo, que puede llegar a medir poco más de 80 centímetros y pesar hasta 1.3 kilos, es principalmente verde. Tiene la frente de color rojo y tonalidades azules en las alas, la parte inferior de la espalda y la cola. Puede vivir entre 30 y 50 años en vida silvestre. Su situación es tan crítica en América Latina que se sabe que quedan menos de 1 000 individuos en todo su rango de distribución, en los países de Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia y Honduras. Sólo en Costa Rica, habitan unas 300 de esas aves.

De acuerdo con los especialistas de MRN, su principal amenaza ha sido la destrucción del hábitat debido al aumento de la agricultura y la tala ilegal. Ahora mismo no se ve un crecimiento poblacional destacable, explica Sam Williams, porque a pesar de que más de 40 crías abandonan los nidos anualmente, la población no ha aumentado en la misma medida, por lo que se debe continuar con el estudio de la supervivencia de las aves. La situación ha empeorado con los años porque el almendro de montaña, especie maderable que puede llegar a medir hasta 60 metros de altura y que también está en peligro, ha sido talado selectivamente para su venta comercial. A partir de que se descubrió la relación de la guacamaya con este árbol —pues además de anidar en él, se alimenta de las duras nueces que sólo ella puede abrir fácilmente con su pico—, se prohibió por ley su extracción, pero no se ha erradicado esta práctica.

Un árbol de almendro de montaña en flor en la Reserva de la Selva Lluviosa de Sarapiquí. Foto: Sam Williams

Los trabajos de Macaw Recovery Network para proteger y recuperar la población restante de guacamaya consisten en el monitoreo de su población silvestre y en reintroducciones. Para proteger a la población costarricense, los integrantes de la organización utilizan tecnología de radio localización y grabación de audio para mapear la distribución y movimientos estacionales de la guacamaya, con el fin de restaurar y proteger áreas clave. Además, para recuperar la población de guacamayas, también realizan un censo anual en colaboración con organizaciones en todo el rango de distribución de la especie.

Macaw Recovery Network también cuida y cría guacamayas rescatadas en su centro de cría, ubicado en Punta Islita —en la provincia de Guanacaste—, para luego ser entrenadas para sobrevivir y liberadas en su hábitat natural.

Pareja de gran guacamaya verde (Ara ambiguus) acicalándose mútuamente, un comportamiento que indica cuando dos guacamayas han formado un vínculo. Foto: Macaw Recovery Network
Las mujeres al frente de la conservación

 

En Boca Tapada de San Carlos, comunidad aledaña a la reserva de Sarapiquí, las mujeres tomaron la iniciativa de colaborar en la restauración del bosque. Son seis mujeres que fueron capacitadas por Macaw Recovery Network y que, desde el año 2020, son conocidas como el equipo de Mujeres Guardabosques Comunitarias.

“Es nuestro proyecto estrella. Las Mujeres Guardabosques Comunitarias empezaron como un proyecto en la pandemia de COVID-19, cuando nos dimos cuenta de que muchas personas, sobre todo mujeres, se habían quedado sin empleo porque provenía del turismo: eran cocineras, meseras y mucamas”, explica Pamela Herrera. Con el confinamiento, Macaw Recovery Network no tenía quién monitoreara los nidos, porque ese trabajo está sustentado por el voluntariado. “En plena pandemia, nadie viajaba, sobre todo los extranjeros. Así empezó el proyecto. Ganamos fondos y este grupo de mujeres fue a monitorear los nidos por tres meses”, agrega Herrera.

Elvida Munguía durante un tour educativo en un sitio de siembra de las Mujeres Guardabosques Comunitarias. Foto: Macaw Recovery Network

La motivación para MRN en esa época complicada era que, si por alguna razón la organización desaparecía de la zona, fueran las propias comunidades quienes continuaran el trabajo de monitoreo y conservación, para garantizar su sostenibilidad en el tiempo. A su vez, las mujeres —provenientes de una comunidad de muy escasos recursos— tendrían un empleo para sostener, al menos temporalmente, a sus familias.

“Las mujeres nunca habían hecho algo así. Tuvimos que entrenarlas desde cómo usar los binoculares, hasta cómo se tomaban los datos y las medidas de seguridad en campo. Pero cuando pasaron los tres meses de trabajo, algo en ellas había cambiado”, narra la bióloga tropical.

Las seis mujeres tenían una actitud y comportamiento positivo y amoroso hacia la naturaleza. Ellas sentían tanto cariño por el ave —que habían visto en su comunidad toda su vida, pero que nunca se habían detenido a admirar y observar su comportamiento— que volvieron a Macaw Recovery Network, esta vez para hacerles una propuesta: “Sembremos árboles”.

Heidi Romero mostrando la anatomía externa de un almendro de montaña durante un evento educativo abierto al público. Foto: Macaw Recovery Network

Las mujeres iniciaron germinándolos en los patios de sus casas. La organización les dio acompañamiento técnico y, dos años más tarde, en 2022, fundaron el Vivero Casa del Titor, para reproducir los árboles que después habitarán en la reserva de Sarapiquí. Las especies que comenzaron a desarrollar, además del importante almendro de montaña, también incluyen al titor (Sacoglotis trichogy) —el segundo árbol de importancia para la guacamaya verde y muy difícil de germinar—, la fruta dorada (Virola sebifera), el ojoche (Brosimum alicastrum) y el javillo (Hura crepitans).

“En este vivero tienen todas las especies que son de importancia para la lapa verde o de importancia para procesos de restauración dentro de la reserva. Son las chicas de la comunidad —que tienen entre 20 y 65 años— las que están germinando los árboles que van a ir allí sembrados”, explica Herrera. Con el tiempo y la formalización del equipo de Mujeres Guardabosques Comunitarias, ahora no sólo trabajan en la restauración de hábitats, sino en educación ambiental —con más de 500 niños y sus vecinos sobre la importancia de proteger las especies nativas—, por lo que han obtenido apoyo financiero para ser conservacionistas en su comunidad.

 

Suyen Vásquez explicando sobre la germinación de los árboles en el bosque durante un evento educativo. Foto: Macaw Recovery Networ

“Estamos hablando de una zona en donde hay pobreza extrema. No podríamos pedirle a estas chicas que destinen 20 horas semanales a un proyecto como este, si no tienen qué comer. Lo que estamos buscando es compensar esa parte para que entonces tengan la oportunidad de involucrarse en procesos de conservación. Ahora han cambiado muchísimo: me dicen que si escuchan a una lapa pasar, salen de su casa. Si están lavando los platos, salen a ver para dónde va. Han internalizado muchísimo el trabajo que están haciendo”, narra Herrera.

Así, Macaw Recovery Network se ha involucrado con más pobladores y finqueros para conversar sobre el futuro de la conservación de la gran guacamaya verde. La organización no puede comprar todas las fincas y crear una enorme reserva, pero sí puede incidir y sensibilizar en el comportamiento de las personas frente a la naturaleza. Esto no significa que los finqueros deben detener sus actividades productivas, sino más bien buscar una manera de adaptarlas para que sean amigables con el ambiente. Por ello, la comunicación entre la organización y los finqueros es constante. Anualmente, realizan un evento en donde invitan a todos a conocer los resultados de las temporadas de anidamiento de la guacamaya y en donde también los finqueros comparten sus experiencias en torno a la conservación en sus tierras.

Heidi Romero en un sendero de Laguna Lagarto Lodge, sitio de recolección de plántulas y semillas de las Mujeres Guardabosques Comunitarias. Foto: Macaw Recovery Network

“La idea de este proyecto es que ellos sientan muchísimo orgullo de tener un nido de guacamaya y que digan: ‘Si tengo un nido, soy especial, mi terreno es especial’. Para el próximo año, queremos empezar junto con ellos una lista de algunas de las acciones que están dispuestos a hacer para ayudar con la conservación de la lapa verde”, agrega Herrera. Por ejemplo, una de las acciones que ya se ha puesto en marcha, tiene que ver con evitar la depredación de los nidos de guacamaya. Para ello, se instala una lámina alrededor del árbol para que, cuando los depredadores intenten subir, se resbalen. “Ese tipo de acciones son de bajo presupuesto y lo que necesitamos es un permiso de ese finquero”, explica la bióloga.

Otra estrategia social en curso es una línea de WhatsApp, activa todo el año, en donde la comunidad comunica a la organización los avistamientos de la gran guacamaya verde. Esta herramienta —junto al monitoreo de 10 pichones con radio collares— les ha servido para visualizar los movimientos de la especie en las distintas temporadas, a la vez que integran al resto de la comunidad en las labores de conservación.

Una pareja de gran guacamaya verde sentada en la entrada de su nido. Este árbol de anidación se encuentra en la Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí y ha sido monitoreado desde 2019. Foto: Corey Raffel

La intención de Macaw Recovery Network es que la gran guacamaya verde sea considerada un ícono del bosque lluvioso de Costa Rica y un emblema de la conservación, para que las comunidades hagan suya la reserva y colaboren en su protección.

Sam Williams describe a la Reserva del Bosque Lluvioso de Sarapiquí como un paraíso rebosante de vida salvaje. “He estado allí viendo monos araña y escuchando monos aulladores. Hemos visto huellas de pumas. Ver a las guacamayas volar, me emociona mucho. Hay tantas cosas sucediendo allí. La reserva es un trabajo en progreso. Vamos a sembrar árboles en las áreas deforestadas, asegurándonos de que vuelvan muchas de las especies arbóreas que son alimento para las guacamayas. Este es el comienzo de algo grande, así es como me gusta describirlo”.

Gran guacamaya verde (Ara ambiguus) volviendo a un sitio de descanso. Foto: Corey Raffel

*Imagen principal: Pareja de gran guacamaya verde (Ara ambiguus) acicalándose mutuamente, un comportamiento que indica cuando dos guacamayas han formado un vínculo. Foto: Macaw Recovery Network

(*) Nota del Editor:

Este artículo ha sido publicado originalmente en el sitio es.mongabay.com

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