sábado 27, abril 2024
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Mi tierra no se vende: Una reflexión sobre la gentrificación en la provincia de Guanacaste

Es un viernes por la tarde, las clases se acabaron y el calor intenso de una tarde en Nicoya hace que a mis amigos y a mí nos bajen las gotas de sudor por la cara mientras corremos a la pulpería para comprarnos una Coca Cola en bolsa. Una vez que nos refrescamos cada uno va a recoger su bici y nos vamos a jugar en los potreros, mi mamá me pidió que por favor volviera a la casa antes de que oscureciera, pero también sabe que seguro no le voy a hacer caso.

Toda mi familia es de Guanacaste, en un solo terreno vivimos mis papás, mis abuelos, mis hermanos y yo; es una finca, no muy grande, pero ha sido la herencia de mi familia por varias generaciones. Mi tía, que vive a unas cuantas calles de mi casa, me invita a almorzar con ella todos los domingos y me hace un jugo con las naranjas que crecen en el palo que tiene en el patio; juego con mis primos bajo el sol hasta que quedamos exhaustos, y de vez en cuando vamos a nadar al mar. Las playas son muy lindas aquí. Mi abuelo me lleva a trabajar con él los sábados, es muy cansado, pero tenemos charlas muy largas mientras cogemos café y competimos por ver quien llena la cajuela más rápido, a la hora del almuerzo nos sentamos donde haya sombra y comemos lo qué haya preparado mi abuela.
Siempre me fue bien en la escuela y por cosas de la vida logré irme a estudiar a la capital y me quedé trabajando ahí. Ahora, casi 30 años después, vivo con mi esposa e hijos en San José, pero trato de visitar a mi familia siempre que puedo, sin embargo, cuando voy a Guanacaste ya no reconozco la provincia en la que nací, ni las playas en las que aprendí a caminar o el parque donde se paraba el señor de los copos los fines de semana. Mis papás ya no viven en Nicoya, ni mis abuelos en la finca donde jugaba con mi perro Max; hace años tuvieron que vender el terreno e irse a una zona más barata.

El pueblo sencillo de campesinos que una vez fue Nicoya hoy es uno de los destinos turísticos más populares en todo américa latina, hoy en día tiene un flujo interminable de extranjeros que entran y salen de los hoteles y llenan nuestras playas cualquier día de la semana sin importar la hora. Y el turismo es bueno, ha generado miles de empleos y corresponde a la industria más importante de todo el país, contribuyendo más del 8% al PIB de Costa Rica todos los años, la suiza centroamericana se ha hecho un nombre como uno de los más grandes en turismo a nivel mundial, especialmente la provincia de Guanacaste.

Es por eso, que donde antes estaba la pulpería de doña Olga, hoy hay un café que solo tiene un menú en inglés y su producto más barato es más de lo qué mi abuelo ganaba en una semana; donde vivía mi amigo Carlos hoy hay una tienda que vende implementos y clases de surf, todos sus precios están en dólares y no contratan a nadie que no hable inglés, y en vez del potrero donde jugábamos escondido después de la escuela hoy veo un hotel de 4 estrellas que cobra lo que algunos podemos pagar de alquiler por pasar una noche ahí.

Aunque no haya sido un cambio de la noche a la mañana, a lo largo de los años he visto cómo la identidad del barrio donde crecí ha desaparecido por completo, reemplazado ahora por condominios con casas de dos pisos vacías que solo se usan una vez al año, cuando los extranjeros qué las construyeron pueden visitar Costa Rica. También he visto cómo mi familia sufre por no encontrar un lugar dónde vivir porque el metro cuadrado no cuesta menos de 100.000 colones y los alquileres rondan los miles de dólares, porque ahora solo hay supermercados que venden pan sin gluten y tienen una membresía para sus clientes más fieles donde mi familia no puede comprar ni la mitad de un diario con su presupuesto, porque para cualquier trabajo en el sector turismo le piden a mi mamá hablar inglés en un 95% pero ella ni siquiera pudo terminar el primer grado o porque la finca que estuvo tantos años en mi familia fue comprada por un empresario estadounidense que buscaba invertir en “el próximo Tulum”.

La RAE define la gentrificación como “el proceso de renovación de una zona urbana, generalmente popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo”.

Con la popularización de un estilo de vida más tranquilo y la posibilidad de trabajar desde casi cualquier parte del mundo con una computadora, nuestro país ha visto un incremento en la cantidad de extranjeros que deciden invertir en terrenos en una zona que muestra un crecimiento exponencial. Si bien en un principio esto parecer ser algo positivo, también ha causado aumentos de hasta un 125% en los alquileres de zonas como Santa Teresa en periodos de tiempo sumamente cortos. El costo de vida en Guanacaste se ha vuelto insostenible para muchas familias y lentamente estamos perdiendo hectáreas y hectáreas de tierra a manos de extranjeros, y no puedo evitar sentir que con cada metro cuadrado que se vende, un pedacito de nuestra cultura e historia se va con él.

(*) Sophia Muñoz es estudiante de economía de la Universidad Nacional de Costa Rica.

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4 COMENTARIOS

  1. Sophía, este fenómeno es a nivel mundial y en Latinoamérica por ser más «barata» aparecen como moscas los agentes inmobiliarios. Es sabroso como describes nuestra Guanacaste de antaño (soy de los pachucos de chepe) y como esos foráneos se han paseado en la olla de leche (oro) de Costa Rica. Claro, al no tener verdaderos representantes del pueblo, nos sucede esto, donde hasta la colusión bancaria estatal no han tenido ni la capacidad y facilidad de financiar grandes proyectos a nuestros costarricenses. Esas políticas pudieron, en su momento ser enfocadas con especiales leyes y originar el real cambio para evitar ese desmadre que hoy vivimos. Sin embargo, todavía estamos a tiempo. Presionar para los canjes mentales y derechos democráticos que todo costarricense tiene en su propia tierra debe ser prioridad para nuestros presentes, futuros jerarcas y políticos. No olvidemos que la vieja mafia política tradicional nos heredó esos arremedos de profesionales y descerebradas gentes, quienes por unos cuantos dólares también se entregaron. Frenemos esas ventas.

  2. Asi esta todo el pais. Creci en el Barrio Escalente,hoy un hervidero de nightclubs, restaurantes y juventud caminando y orinando por doquier en las noches.Esa es CR ,el exito de su popularidad.
    Lo de Guanacaste es impresionante. Quien no va a querer vender una propiedad como la de sus abuelos por sumas antes nunca vistas ? El dilema es que vendida ,jamas volveran costarricenses a ser propietarios de ellas.
    Costa Rica tiene un costo de vida tan alto que impulsa a muchos a migrar y vivier mejor en otros paises.
    Nada que hacer.

  3. Entonces prefieres la escasez de antes? En Guanacaste no había ni electricidad…
    Lo que se esconde en el escrito es xenofobia y envidia.
    Dejemos de romantizar la pobreza.

  4. Pero vendieron!!y vendieron bien!!!si no saben administrar el dinero es problema de ustedes,yo soy cédula 1,pero soy guanacaste por arraigo y descendencia,claro que he visto muchos cambios,pero la mayoría para bien,ahora pregunto,si esos cambios no hubieran llegado donde estaríamos,no somos un puñado de gente como antes,ahora viene gente de todo el país a trabajar par poder llevar sustento a sus hogares,la mayoría de gente preparada,no gente que se queda dormida en sus laureles esperando que la plata les caiga del cielo,es cierto que en casi todo lado piden inglés,ya eso se sabe,entonces estudie inglés,pongan a sus a estudiar porque eso ya no es un requisito,es parte de.

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