sábado 27, abril 2024
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Supernova Betelgeuse (Cuento corto)

El 20 de noviembre de 2024 Villa y yo fuimos a Manzanillo, para recordar el eclipse anular del 14 de octubre del año pasado y celebrar mi cumpleaños.

 

A las 5 de la tarde instalamos un viejo telescopio C-8 para observar el planeta Júpiter, mi favorito. Hacia el Este teníamos un perfecto horizonte marino y la noche que se acercaba prometía también ser perfecta; negra, sin nubes, con pocas y débiles luces artificiales a la espalda. El Sol se ocultó al Oeste-Suroeste poco después, y la Luna en cuarto creciente saldría hasta las 4 de la mañana.

 

Observamos Júpiter poco antes de las 7, entre los cachos de Taurus. Según “Cartas del Cielo”, la estrella Gamma Ori (Bellatrix) estaba saliendo casi al Este, pero no podía verla. Entonces me interesó ver la salida de Betelgeuse, tan pronto la poca bruma baja lo permitieran. Lo logré a las 7:50 (me distraje mientras conversaba con Villa), cuando todo el cazador ya estaba afuera acostado de espalda y podía verlo completo a simple vista. Betelgeuse lucía hermosa como de costumbre; brillante, destacada y con su color rojizo inconfundible, pero no noté nada distinto.

 

También estaba saliendo la constelación Gemini (es un parto de pies), Taurus y Lepus (¿será liebre o conejo?).

 

Cerca de las 10 la constelación Canis Major me mostró a la estrella más brillante del cielo nocturno; Sirio a unos 20 grados de altitud y Betelgeuse ya casi a 40 grados. Entonces me di cuenta del espectáculo que me había perdido por una o dos horas. Betelgeuse tenía como cuatro veces su brillo normal, humillaba completamente a Sirio y al planeta Venus, que se ocultaban a nuestra espalda por el Oeste-Suroeste.

La explicación era inequívoca: Betelgeuse había sido la progenitora de una supernova, y yo (Liliette) había sido una de las primeras personas de Costa Rica en observarla.

Villa y yo seguimos mirándola a ratos, tanto a simple vista, como con el C-8. El inicio del crepúsculo civil del nuevo día, a las 05:11 comenzó a borrárnosla, pero no pudo, duró muy luminosa unos 30 minutos más, hasta la salida del Sol (05:33). Betelgeuse se ocultó como a las 7:30 del 21, con el cazador dispuesto a dormir de panza.

 

Tan pronto como pudimos buscamos noticias sobre este evento. La supernova la había descubierto un astrónomo del Observatorio Roque de los Muchachos donde está el Gran Telescopio de Canarias, el 20 de noviembre a las 23:30 hora local (UTC+ 1), esto es, 16:30 hora de Costa Rica (UTC -6), sólo 3 horas y 20 minutos antes que yo. Me ganó por la menor longitud geográfica.

Los neutrinos de la Supernova Betelgeuse fueron detectados por el Observatorio IceCube, en la Antártida, casi 9 horas antes.

 

Betelgeuse es (o era) una estrella supergigante roja a unos 700 años luz de distancia. Es una variable con período algo irregular. El color indica que su temperatura superficial es relativamente baja en comparación con otras estrellas, unos 3500 a 4000 Kelvin. Su diámetro se estima en 1400 veces el del Sol. Si se colocara donde está este llegaría más allá del planeta Marte y nosotros (la Tierra) quedaríamos dentro de la estrella.

 

Por su distancia, esta supernova no tendrá un impacto perjudicial sobre el planeta, pero sí la belleza de observarla, la inspiración creadora y la oportunidad de estudiar este tipo de fenómeno. Solo seríamos testigos del evento desde la distancia.

 

Imagine que quizás cuando nació, Betelgeuse dejó la nebulosa nodriza de gas y polvo y empezó como una protoestrella muy gordita hace unos 65 millones de años, cuando aún había dinosaurios caminando sobre la Tierra.

Estuvo en la Secuencia Principal, hasta hace unos 2 millones de años, al agotarse el hidrógeno en su núcleo, cuando los primeros homínidos empezaron a salir de África.

Luego entró en las últimas etapas de su evolución estelar, pasó a ser gigante y luego supergigante, fusionando helio en elementos más pesados hasta el hierro.

 

Esos son tiempos demasiado cortos para lo que la teoría nos propone para una posible supernova, pero quizás Betelgeuse es una estrella muy diferente, no tan corriente. Como un carrito que su chofer lo conduce a 150 km/h, pronto gasta su combustible y hasta puede terminar como un poco de “chatarra negra” en la carretera Cañas-Liberia, si su motor sobrecalentado explotara repentinamente.

El Sol, por el contrario, podemos pensar que viaja a 70 km/h, aceptando las señales de tránsito, prolongando su vida lenta e inteligentemente y así, alargar la de este sistema planetario.

 

Ser diferente no es un problema, hay planetas extrasolares, que están más cerca de su estrella que Mercurio y a la vez son más grandes que Júpiter. 

 

Siga imaginando que la supernova pudo haber estallado en 1492, cuando Cristóbal Colón llegó a este continente y su luz ha estado viajando hacia nosotros durante 532 años, hasta alcanzarnos en noviembre de 2024. No nos habíamos dado cuenta hasta ahora, recuerde que siempre vemos hacia el pasado.

 

Aún no sabemos su destino final; ¿terminará como una nebulosa planetaria?, quizás no por su gran tamaño. Posiblemente como una estrella de neutrones, un pulsar, o hasta un agujero negro. Lo sabremos en semanas meses, o años, cuando se concluyan los estudios del remanente.

 

Al llegar la noche del primer día “después de la Supernova Betelgeuse”, en casi todos los rincones de la Tierra, los Homo sapiens miraron hacia el cielo, con sus ojos, con binoculares y telescopios, para encontrar la constelación Orión y a la supernova, y la hallaron con mucha facilidad y maravillosamente diferente.

 

En las siguientes semanas la supernova liberó una inmensa cantidad de energía. Mirando a través del C-8, usando un aumento de 100X, la supernova parecía como del tamaño de una letra O mayúscula en este texto, rodeada de un halo en expansión, donde predominaban los colores blancos, amarillo, rojo y a veces azul. Pero excesivamente brillante, tanto que usamos un filtro para atenuarlo.

 

Todos los periódicos impresos y digitales publicaron en -la foto del día- y por mucho tiempo, alguna imagen de la noche anterior sobre la Supernova Betelgeuse. Las revistas astronómicas la mostraron en su portada varias veces. El sitio Astronomy Picture of the Day la tuvo de primera en sus archivos todos los días, durante una semana.

 

Fue increíblemente brillante en los días de navidad. A fin de año parecía que eclipsaba a toda la galaxia. Recuerdo haber visto al planeta Venus durante el día, en las fechas de máximo brillo y elongación (respecto del Sol), pero la Supernova Betelgeuse pude verla fácilmente el 5 de enero de 2025, a las 9;30 de la mañana, con la ayuda de un mapa y la casa del vecino tapándome el Sol. Para el 20 de febrero su brillo se había desvanecido, pero aún la encontrábamos por su posición inconfundible en el hombro izquierdo de Orión.

Algunas «pymes» que surgieron en el 2024-2025 usaron el nombre de Betelgeuse para cafeterías, una fábrica de embutidos y hasta un delicioso café gourmet, que se exportó con mucho éxito. Como Betelgeuse parece tener genero neutro, que no se extrañen en las escuelas si por el año 2031 les llegan estudiantes de cromosomas xx, o de cromosomas xy, con el nombre de Betelgeuse. Por su parte, la Unión Astronómica Internacional, no usó el nombre de la estrella; simplemente la denominó SN 2024ipz.

 

Vuelta a la realidad:

Como Betelgeuse tiene gran tamaño y masa, casi siempre se especuló que podría terminar como una supernova en cualquier momento, durante mis días y los suyos, o los de nuestros hijos y nietos.

 

Por ahora Betelgeuse está casi saludable, pero con síntomas de un intratable dolor de estómago y respirando con dificultad.

 

En el 2019-2020 tuvo un comportamiento extraño, no esperado.

En mayo-junio de 2023 el Telescopio Espacial James Webb encontró algunas variaciones inquietantes, o quizás todo esto es parte del comportamiento normal de una estrella de este tipo que aún no conocíamos.


Cuénteles este cuento a familiares y amigos, quizás se entusiasmen con la astronomía, sé que la disfrutarán. Quizás veamos esta supernova el próximo mes, en cien, mil, o en un millón de años. En realidad, no sabemos, pero parece que el desenlace está cerca.

 

Los cuentos de ciencia ficción con realismo geográfico y astronómico y un poco de fantasía, me agradan, porque me dan la oportunidad de facilitarle el aprendizaje a mis lectores; –pero son cuentos.

 

(*) José Alberto Villalobos Morales es asesor en Física y Astronomía.

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