miércoles 15, mayo 2024
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Biden y sus promesas, tres años en la Casa Blanca

Washington, 20 ene (Prensa Latina) Aunque Joe Biden cumplió algunas de las promesas que hizo en 2020, no todas se materializaron a tres años hoy de asumir la presidencia de Estados Unidos.

Un repaso, apenas un esbozo, a su agenda arroja, por ejemplo, que en materia doméstica fue incapaz de impulsar en el dividido Congreso una legislación sobre el derecho al voto, que tanto reclaman los electores.

Tampoco pudo sacar adelante la prohibición de las armas de asalto, como parte de las medidas de sentido común para frenar la violencia armada en un país donde los tiroteos masivos están ligados a su cotidianidad.

Igualmente, Biden está enfrascado en adoptar disposiciones de alivio, pero su ambicioso plan de condonar la deuda a los estudiantes fue rechazado en la Corte Suprema.

Mientras que la inmigración en general podría pasarle factura en el ciclo electoral de este año. No pudo avanzar en una reforma migratoria más allá de un proyecto de ley propuesto en el Congreso en 2021 que habría permitido cambios en un sistema roto -como dicen-, pero el intento fracasó.

En este instante, Biden soporta el reclamo de votantes por esa promesa incumplida cuando la situación tiene rango de crisis en la frontera sur.

Además, activistas y defensores de los inmigrantes advirtieron al mandatario que no haga concesiones a los republicanos en términos de políticas migratorias en momentos en que negocian un eventual apoyo a su solicitud de fondos para Ucrania e Israel a cambio de medidas drásticas en ese sentido.

Dijo que en su gobierno no se construiría ni un tramo más de muro al postularse a la presidencia y en su primer día en el cargo, el 20 de enero de 2020, anunció que ponía fin a la declaración de emergencia nacional que se había utilizado para destinar recursos a la construcción de la pared.

No obstante, después tuvo que manejar una serie de leyes para permitir levantar nuevas barreras en Texas, a lo largo del borde suroeste, en el contexto del incremento del número de indocumentados que han tratado de entrar al territorio estadounidense.

Durante su campaña de 2020, Biden criticó en público la estrategia migratoria del gobierno de Donald Trump y argumentó que había desafiado la tradición estadounidense al tratar de “restringir drásticamente el acceso al asilo”, publicó en noviembre un artículo el diario The New York Times.

Pero su gobierno también ha intentado limitar el proceso de asilo para disminuir la migración no autorizada, subrayó el periódico.

Un aspecto de su agenda exterior que suena dentro del campo doméstico está relacionado con Cuba. Importantes segmentos de electores -en particular cubanos emigrados- de filiación demócrata respaldaron la candidatura de Biden con el compromiso de que se desligara de las políticas de Trump.

Tres años después, el ocupante del Despacho Oval se mantiene en línea con su antecesor en cuanto a Cuba y sigue sordo ante del reclamo de sacar a la nación caribeña de la lista de patrocinadores del terrorismo.

El 11 de enero de 2020, Trump volvió a incluir a Cuba en la arbitraria lista como parte de su política de máxima presión, dejando a Biden una herencia que hasta ahora aceptó.

En sentido general, los demócratas han proclamado una serie de logros en estos tres años al mando y, al compararse, hablan de los incumplimientos de Trump.

Sin embargo, Biden, como todos los políticos, ha tenido que enfrentar la realidad de hacer campaña y ahora gobernar, que son dos cosas diferentes, en particular en medio de tanta polarización y división dentro del propio gobierno.

La agenda económica del gobernante ha tenido muchos tropiezos, al punto de que algunas iniciativas que consideraba estrellas dentro de su agenda doméstica cambiaron, se redujeron o, simplemente murieron en el Congreso, donde la Cámara de Representantes está en poder de los republicanos y el Senado lo controlan los demócratas.

Cierto es que, a su arribio a la mansión ejecutiva, Biden trató de deslindarse de algunas de las políticas de Trump como el dar marcha atrás y ratificar el compromiso de Estados Unidos con el Acuerdo de París, un pacto internacional destinado a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.

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