jueves 9, mayo 2024
spot_img

¡À la recherche du temps perdu!

¿Por qué sumergirse en una obra monumental, sin ser profesor de literatura? No lo se. En realidad no supe nunca la razón de mi irracionalidad, ni me tomé el tiempo para indagarlo ni me importó en lo más mínimo: los años pasan de una u otra manera, entonces a qué preocuparse por lo que hacemos o dejamos de hacer. Unos luchan denodadamente por hacer dinero, sin importar los medios ni el sacrificio, otros en gastarlo indiferentemente de en qué.

Comencé a leer muy joven, primero en el silencio y aislamiento de mi primera juventud, hoy en día llaman a este comportamiento uraño “Síndrome de Asperger”, me autodiagnostiqué solo, hace quizá no más de cinco años. Me he sentido siempre muy bien aislado, no me entusiasmaba nunca socializar, salvo el trato con colegas y con pacientes durante mi trabajo, que era muy intenso y lo disfruté mucho mientras lo he hecho. Ir a una fiesta ha sido siempre para mí un verdadero castigo, un compromiso social lo cumplo más que nada por complacer a mi querida esposa, por lo demás siempre ha sido para mí martirizante.

Durante toda mi vida he leído literatura de todo tipo, paralelamente al estudio de la medicina y más específicamente la ortopedia.

De todas las obras literarias, salvo la Biblia, la que verdaderamente me ha cautivado hasta la embriaguez es “A la búsqueda del tiempo perdido”, esa novela de tres mil y tantas páginas (depende de la traducción y de la editorial), la inconcebible perfección de la prosa de Proust es cautivante, pero no es para todos, hay que tener una especie de vocación de sibarita, Proust en realidad escribió poesía en prosa o prosa en poesía, llevando la creación literaria al extremo: se encerró en una habitación forrada por corcho para evitar las distracciones del exterior, vivió la cuarta y última parte de su vida escribiendo esta obra monumental, la cual terminó pocos días antes de morir. Su obra anterior consiste en una “novela borrador”: Jean Santeuil, un libro de setecientas ochenta y una página, que personalmente creo obligación leer después de leer su gran novela, además escribió algunas breves novelas cortas y una enorme colección de más de cinco mil páginas.

Marcel Proust era hijo de una familia rica económicamente, por lo cual no atravesó las peripecias del escritor pobre que necesita escribir para comer, no, ese nunca fue su caso. Asiduo visitante de los salones de la alta sociedad parisina, se alejó de ella los últimos años y todo aquello sucedido en ese mundo queda plasmado en sus más mínimos detalles en su obra monumental. Por estas razones recomiendo la edición de Editorial Valdemar, tres volúmenes con más de cinco mil páginas, de Mauro Armiño, con un glosario completo, con notas a cada capítulo exhaustivas, todo lo relativo a “a la búsqueda del tiempo perdido”, está escrito en la edición de Mauro Armiño.

Hay que tener mucho cuidado cuando se vaya a comprar una edición de otra editorial: la obra consiste en siete tomos cada uno diferente, pero que al no estar enumerados, los libreros frecuentemente los venden como libros separados y dejan huérfana la obra: el negocio del librero es vender y quienes trabajan en las librerías frecuentemente ignoran todo sobre los libros. La primera lectura me tomó un año conseguir los siete tomos: tres librerías diferentes en San José y dos en Panamá.

Posiblemente esa negligencia de los libreros sea una de las razones principales de la dificultad que enfrentan los lectores de “A la Recherche…”, pero es una obra que busca sigilosamente a sus lectores, es una obra demasiado selectiva, en realidad “hay que merecerla”; yo la comparo con el Zohar, o libro del esplendor, según la cábala hebrea, que busca silenciosamente a sus lectores, pero si se es una persona solitaria y amante de las letras, es este un premio que bien vale la pena.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico

Noticias de Interés

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias