Washington, 11 Feb (BBC:COM).- Y así comienza. Aún faltan nueve meses para las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos y el expresidente y favorito del Partido Republicano, Donald Trump, ya está haciendo que los ojos se pongan en blanco con sus declaraciones aparentemente extravagantes.
Y, sin embargo, harán las delicias de muchos de sus seguidores.
Sugerir en un mitin en Carolina del Sur que «alentaría» a los agresores (por ejemplo, Rusia) a «hacer lo que quieran» con los países de la OTAN que no pagan sus cuotas ha provocado una bofetada inmediata por parte de la Casa Blanca. Un portavoz calificó el comentario de «espantoso y desquiciado», diciendo que «alentaba las invasiones de nuestros aliados más cercanos por parte de regímenes asesinos».
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, también respondió enérgicamente, diciendo: «Cualquier sugerencia de que los aliados no se defenderán entre sí socava toda nuestra seguridad, incluida la de Estados Unidos, y pone a los soldados estadounidenses y europeos en mayor riesgo».
¿Trump quiso decir lo que dijo? Probablemente no. Esta es la comida típica de Trump. Di algo provocativo, capta algunos titulares, indigna a tus críticos y emociona a tus fans.
Sin embargo, irónicamente, hay una gratitud a regañadientes en algunos sectores de la OTAN por las amenazas de Trump cuando estaba en la Casa Blanca. En 2018, el presidente Trump estaba tan enojado por el incumplimiento de varias naciones europeas de su cuota acordada de gastar el 2% del PIB en defensa que amenazó con sacar a Estados Unidos de la alianza por completo.
Los jefes militares de toda la OTAN estaban horrorizados. Si un presidente estadounidense alguna vez cumpliera con tal amenaza, abandonando a Europa para que se las arreglara sola, socavaría tan gravemente la alianza que dejaría de existir en su forma actual.
Pero las conmociones que provocó, junto con la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022, han tenido el efecto de incitar a algunos, en particular Alemania, a prometer aumentar su gasto en defensa en consecuencia.
Para los partidarios de Trump, y también para otros, su queja de que otras naciones no pagan lo que les corresponde resuena con fuerza. Según las estadísticas publicadas por la propia OTAN , el gasto militar estadounidense en 2023 ascendió al 3,49% del PIB. El Reino Unido gastó el 2,07%, pero Alemania, Francia, Italia y España quedaron por debajo del umbral acordado del 2%.
Es revelador que los países más cercanos a las fronteras de Rusia sean los que más gastaron en términos porcentuales. Hay voces en el Partido Republicano de Estados Unidos que dicen: «¿Por qué deberíamos nosotros, Estados Unidos, cargar con la carga de defender a Europa cuando ella no pagará por su propia defensa?».
Los comentarios descartables de Trump siguen constituyendo palabras peligrosas en un momento peligroso, para la OTAN y para el mundo occidental. La ofensiva ucraniana del verano de 2023 ha fracasado.
Las fuerzas rusas permanecen firmemente en las zonas que han ocupado y están haciendo retroceder lentamente a los ucranianos en el Donbas. Moscú ha puesto su economía en pie de guerra, asignando alrededor del 40% de su ingreso nacional a la defensa y produciendo armamento de baja calidad en grandes cantidades con la esperanza de abrumar las defensas de Ucrania.
Polonia y los Estados bálticos están convencidos de que una vez que el presidente Putin haya logrado sus objetivos bélicos en Ucrania, Rusia reconstruirá su ejército y tomará medidas en sus países, tal vez dentro de tres años.
Se ha depositado mucha fe en el valor disuasorio de larga data de algo llamado Artículo 5. Esta es la parte de la constitución de la OTAN que estipula que un ataque a cualquier estado miembro exige la defensa colectiva de todos.
En otras palabras, si Moscú decidiera enviar tanques a través de sus fronteras hacia, digamos, Estonia, entonces esto desencadenaría una respuesta masiva por parte de la OTAN, lo que podría desencadenar una Tercera Guerra Mundial. Bajo una presidencia de Trump, esa certeza no parecería tan cierta.
Y ahí reside el peligro de los comentarios de Trump. Si un futuro agresor, ya sea Vladimir Putin en Europa o Xi Jinping en el Mar de China Meridional, comienza a dudar del compromiso de Washington de defender a sus aliados, entonces corre el riesgo de cometer un enorme error de cálculo. No hace falta buscar muy lejos para encontrar un ejemplo. Hace dos años, los servicios de inteligencia del presidente Putin le dijeron que Occidente se quedaría de brazos cruzados si él invadía Ucrania.
Se equivocaron y sobrevino una guerra catastrófica. (Sputnik)
Trump está en plena campaña. Y los europeos, con el rabo entre las piernas. Esa fatal declaración, no es para los euros, sino para los estadounidenses que están conscientes del lavado de Biden y la industria armamentista, donde sus particulares necesidades están siendo afectados. Las mayorías gringas quieren oír eso, que sus impuestos sean utilizados en EEUU, no en defender causas ajenas. Sin embargo, la angurria e insaciabilidad latente de los súper multimillonarios dentro del mundo anglosajón es imparable y ya tienen listo el plan b). Trump será judicialmente purgado y con la hindú, Nikki Haley, pretenden llenar el hueco político. Sin embargo, los armados y bravos republicanos, no son mansas palomas, para aceptar que la comprada justicia sea la que imponga la salida de Donald. Podría generarse una guerra civil, como arremeda Texas. Dios los acompañe, pero sin embargo la OTAN, el haber seguido a ciegas la calculada política económica USA, los precipita al despeñadero financiero, donde hoy algunos expertos discurren, están con el agua al cuello. Y eso era precisamente, lo pretendido por la ciencia anglosajona (súper), despedazar el arrogante futuro de Europa entera. Se necesitaron unos dólares más, hasta para comprar los jerarcas (UE) apostatas traidores y adelante los faroles. Y Rusia, un daño colateral, que menospreciaron su ´poder.