sábado 4, mayo 2024
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Brecha digital: vivir en zonas rurales y tener menos nivel educativo son factores de vulnerabilidad

San José, 9 Mar (OCI/DNP).- Costa Rica destaca en América Latina por manejar un nivel alto de penetración tecnológica en los hogares. En términos generales, según el Índice de Preparación de Red, el país ocupó la cuarta casilla en América Latina en el 2022, solo por debajo de Chile, Brasil y Uruguay.

Lo anterior debería ser motivo de satisfacción, aunque hemos perdido terreno: en años anteriores estábamos en el tercer lugar para la región.

No obstante, si acercamos la lente a los detalles sociodemográficos, se observa que aún queda mucho trabajo por hacer para reducir las diferencias en las posibilidades de adquisición y uso de la tecnología (la brecha digital), sobre todo entre las personas que viven en el campo y la ciudad, entre quienes tienen un nivel académico bajo y alto, así como quienes reportan mejores ingresos en sus hogares.

Este es el principal resumen de las conclusiones a las que llega el Capítulo 4 “Acceso y uso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en los hogares costarricenses”, del Informe Hacia la Sociedad de la Información y el Conocimiento 2023.

Este fue presentado a finales del año pasado por el Programa Institucional Sociedad de la Información y el Conocimiento (Prosic) de la Universidad de Costa Rica (UCR) y está basado en datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

Las ciudades, sitios privilegiados en acceso a tecnología

Con respecto a la brecha digital por zona geográfica, la adquisición de una computadora es lo que más marca una diferencia entre el campo y la ciudad. Como se puede observar en los gráficos, en el 2015 el 54,9 % de los hogares urbanos contaba con un computador, mientras que solo el 31,0 % de los rurales podía decir lo mismo (brecha de 23,9 puntos porcentuales o p. p,).

Para el 2022, en el caso de las ciudades este porcentaje descendió a 53,3 %, mientras que en el campo se recuperó un poco, quedando en un 31,7 % (diferencia de 21,6 p. p.).

Esta distancia se redujo aún más durante el 2020 (19,4 p. p.), en el primer año de la pandemia, posiblemente debido a las necesidades de conectividad y equipamiento que llevaron a los hogares a sacrificarse económicamente para comprar equipo.

No obstante, este parámetro volvió a ensancharse a partir del 2021. Eso sí, las diferencias entre los hogares que poseen una computadora y los que no, fueron menores en el 2022 que antes de la crisis del Covid-19.

Por supuesto que la brecha digital y geográfica también depende del artefacto del que hablemos. Por ejemplo, la compra de tabletas mostró una importante diferencia entre hogares situados en territorios urbanos y rurales aún en el último año de la medición. En el otro extremo, en el caso del teléfono móvil, esta distancia fue casi nula y se ha reducido aún más en los últimos años.

Así, los hogares citadinos que contaban con – al menos – un celular en el 2015 eran el 96,2 %, mientras en los campesinos eran el 94,0 % (2,2 p. p.). Para el 2022, estas cifras son del 96,9 % y el 95,8 %, una diferencia de tan solo 1,1 p. p., aunque esta llegó a ser de 0,6 p. p. en el 2020, también por el “efecto teletrabajo – teleeducación”. En otras palabras, se puede decir que en telefonía móvil no existe brecha digital, según los análisis estadísticos hechos por Prosic.

Con la contratación del servicio de internet en las casas sí hubo una reducción en las distancias de acceso de forma considerable, desde el 2015. En aquel año, los puntos porcentuales que separaban a los hogares urbanos de los rurales eran 19,7 (65,7 % versus 46,0 %, respectivamente). Siete años después, esa diferencia cayó a 9,8 p. p. (86,0 % versus 76,2 %).

De hecho, de todos los rubros, la conectividad doméstica a internet por zona geográfica fue la brecha que más se redujo desde el 2015 hasta el 2022 (9,9 puntos).

El coordinador del Prosic y coautor de la redacción de este capítulo, Alejandro Amador Zamora, explicó que el teletrabajo y la educación a distancia impulsaron la conectividad en las casas durante la pandemia. No obstante, recordó que en las zonas rurales alejadas de los núcleos urbanos esta es una realidad que sigue golpeando a miles de personas.

A lo anterior también hay que agregar el dato de hogares desconectados a internet: en el 2022 eran el 23,8 % en las zonas rurales y tan solo un 14 % en zona urbana. Los individuos encuestados dieron diversas razones para estar desconectados: en la zona rural, estos señalan que “el costo del servicio es muy elevado” (39,9 %) o que “no lo necesitan” (31,1 %). En las ciudades ofrecieron esas mismas razones, pero a la inversa: la percepción de que no lo requieren llegó al 41,6 %, mientras que quienes argumentan que tener internet es caro fueron el 35,2 %.

También es importante destacar qué tipo de internet existía en los hogares en el año de la encuesta. Ahí la brecha por la calidad de conexión era bastante visible: en las ciudades, el porcentaje de hogares que se conectaban en 2022 con fibra óptica era del 27 %, mientras que en zonas rurales alcanzaban solo el 13,7 %. Si se trata de cable coaxial, este era mayoritario en los hogares urbanos (43,2 %) y también muy importante en los rurales (26,5 %).

Este fenómeno es aún más evidente cuando se consideran los hogares que utilizaban la tarjeta de dispositivos móviles para conectarse: en el campo eran el 29,5 % (la mayoría), mientras que en los centros urbanos llegaron apenas al 10,7 %.

Este sistema destaca por su baja calidad de conexión, ya que depende de la cercanía con las antenas y de la ausencia de estructuras que bloqueen su señal; y, posiblemente, se ve afectado por la posibilidad que tenga la familia de realizar recargas del sistema prepago para mantener su uso, restringiendo el mismo.

La experta del Centro de Investigación en Comunicación (Cicom) de la UCR, Yanet Martínez Toledo, comentó que existen tres dimensiones a tomar en cuenta en el tema de la brecha digital en las regiones: la infraestructura, la alfabetización digital y el uso de la tecnología en las culturas rurales.

Quien más tiene, más puede

Como es de suponer, en el 2022 la brecha digital se replicaba en casi todos los aspectos medidos – menos en la compra de un teléfono celular con internet – entre las personas con mayor y menor poder adquisitivo.

Para hacer este análisis se tomaron en cuenta los cinco quintiles establecidos en la Enaho, de acuerdo con los ingresos reportados por las personas que participaron en la encuesta, siendo el primer quintil el 20% más pobre y el quinto el 20% más rico.

En la tenencia y uso de computadoras en la casa, el primer quintil decía contar con este aparato solo en el 23 % de las respuestas, mientras para el quinto este porcentaje fue del 78,4 %.

En el acceso a internet en los hogares también hubo una marcada diferencia, aunque menor con respecto a la tenencia de computadores: el 94,6 % más rico dijo contar con conexión a la red, mientras esto fue así en el 69,1 % de los más pobres.

También se evidenció una gruesa diferencia si se consideran las suscripciones a algún servicio de televisión pagael 83 % dijo contar con esta suscripción en el quinto quintil, mientras solo el 51,1 % lo hace en el primero.

Eso sí, llama la atención que, en lo que respecta a telefonía móvilla diferencia fue mínima: 98,6 % en el caso de los más acaudalados contra un 93 % entre los más desposeídos.

Algo para destacar en positivo es que, si se toman en cuenta las diferencias por puntos porcentuales entre el primer y el quinto quintil y el distanciamiento en la adquisición de diferentes dispositivos entre el 2015 y el 2022, se observa que hay una caída en todos los aspectos medidos por la Enaho, lo que significa una erosión de la brecha digital.

Así, el acceso a internet fue la brecha que más cayó entre esos años y entre ambos quintiles, pasando de 45,8 p. p. en 2015 a 25,53 p. p. en 2022 (-20,27 puntos). Luego está la compra y el uso de teléfonos fijos, con una diferencia de 43,4 p. p. a mediados de la década pasada y de 25 p. p. en los últimos datos obtenidos (-18,4 puntos). Finalmente, la distancia en la contratación de la televisión paga también bajó considerablemente, pasando de 47,5 puntos porcentuales en 2015 a 31,85 p. p. en 2022 (-15,65 p. p.).

Sobre la conexión a Internet, la brecha que marcó la fibra óptica fue la más evidente. Con este material se conectaba el 39,51 % de hogares más pudientes, en comparación del 18,03 % entre los más desposeídos.

En sentido opuesto, los hogares que apelan a las conexiones por tarjetas SIM (celulares) eran abismalmente mayores en el 2022 entre la población más pobre (34,17 %) que entre la más acaudalada (solo el 6,4 %). En ambos casos, la conexión por cable coaxial era mayoritaria hace dos años (41,05 % y 46,83 %, respectivamente).

Con respecto a los hogares desconectados, casi la mitad del primer quintil (45,9 %) no tenían servicio de internetalgo que solo ocurrió en el 12,2 % del quinto quintil. ¿Las razones? En los más pobres destacó el costo del servicio (45,86 %) o que no lo necesitaban (29,96 %). En los más ricos, en cambio, la razón que primó es que no lo necesitaban (55,82 %) y, en un número mucho menor, el costo del servicio (13,42 %).

En este sentido, Alejandro Amador Zamora, coordinador del Prosic, recordó que la desconexión a internet es uno de los factores que suma en los parámetros para medir la pobreza en el país.
Género: casi hay paridad en el acceso y uso de tecnología

Dentro de todos los datos aportados por la Enaho y analizados por el Prosic, quizás llama la atención que para el 2022 (y años anteriores) no se observaron mayores diferencias entre hogares jefeados por hombres o mujeres en la tenencia de dispositivos electrónicos y en el uso de la tecnología y, específicamente, el internet.

De hecho, la distancia más marcada entre hombres y mujeres aparece en la tenencia de equipo de sonido o radio, donde los hogares liderados por hombres afirmaron contar con este tipo de aparatos en un 48,7 % y en los de mujeres en un 43,7 % (diferencia de 5 p. p.). Esta también destaca por ser la única que aumentó entre el 2015 y el 2022.

Luego, se encuentra la adquisición de una computadora en el hogar, dispositivo que está presente en el 48,9 % de hogares con jefatura masculino y en el 45,3 % de los femeninos (3,6 p.p. de diferencia, mucho menor que en el 2015: 5,5 p. p.).

En cambio, la brecha hace dos años era realmente mínima en las otras categorías: 1,3 p. p. de diferencia a favor de los hogares con liderazgo masculino en la instalación y uso de internet; 1 p.p. en la adquisición de una tableta, televisión paga y teléfono móvil e incluso una distancia favorable a los hogares con jefatura femenina de 1,07 en la tenencia de teléfono fijo.

Además, cabe destacar que durante “los años pandémicos” (2020 y 2021) la contratación y uso de internet fueron ligeramente más comunes en los hogares liderados por mujeres, (0,2 puntos porcentuales).

En cuanto al tipo de conexión, las casas administradas por féminas tenían casi el mismo porcentaje de fibra óptica que sus contrapartes (27,7 % frente a 28,2 %) e incluso los superan en conexión coaxial (47,3 % contra 45,7 %). También, llama la atención que cuando se trata de usar tarjetas SIM de dispositivos móviles, este sistema (el de menor calidad de todos) se daba más en jefes de hogar (19,9 %) que en jefas (18 %).

Alejandro Amador Zamora, coordinador del Prosic, subrayó que esta brecha es más visible si se toman en cuenta aspectos que no están presentes en la Enaho, como lo es la dificultad del acceso para mujeres en carreras de ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas (Stem, por sus siglas en ingles) y las opciones de ocupar puestos laborales afines.

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