La Universidad de Costa Rica enfrenta constantes desafíos para mantener la excelencia académica como principio medular de su gestión y de su proyección a la sociedad. Una de las acciones cruciales para fortalecerla es la formación sólida de las personas docentes que serán el relevo en múltiples e importantes proyectos institucionales. Esta formación se logra mediante estudios en prestigiosas universidades del mundo y del país y también mediante la capacitación continua en aquellas áreas que resulten pertinentes. En este contexto, la presupuestación de un monto suficiente destinado a becas para los docentes se presenta como un imperativo para mantenernos a la vanguardia en la generación de conocimiento.
Una disminución de la partida correspondiente a esta inversión puede traducirse en un estancamiento académico y traer como consecuencia la limitación de las capacidades de la Universidad para responder a las transformaciones que experimentan las diferentes disciplinas y a los diversos cambios científicos y culturales. Por ese motivo, preocupa sobremanera la disminución que ha venido experimentando la partida de becas, cuenta 6.02.01, según la Contraloría General de la República.
Como puede observarse en el gráfico, si bien el presupuesto inicial de la partida se mantiene en una cantidad razonable para todos los años (excepto 2024), se han realizado modificaciones presupuestarias hacia la baja, siendo que para el año 2022 el presupuesto total fue de ¢1.231,3 millones (un 49,2% del presupuesto inicial) y en el año 2023 el presupuesto total fue de ¢1.045,9 millones (un 41,8% del presupuesto inicial).
Fuente: Sistema de Información sobre Planes y Presupuestos (SIPP) – Contraloría General de la República. Cuenta 6.02.01 Becas a funcionarios.
Para el año 2024 el presupuesto inicial de esta partida en la Universidad de Costa Rica es de solamente ¢1.829,0 millones (¢676 millones menos que el presupuesto inicial del 2022 y 2023), por lo que debemos esperar las modificaciones presupuestarias para determinar si la partida aumenta o disminuye en comparación con los años anteriores. Pero más allá de las posibles modificaciones, la administración debe asumir como un imperativo robustecer el apoyo a docentes para que realicen sus estudios de posgrado y se especialicen, particularmente en un momento donde la aplicación de la Ley Marco de Empleo Público en la Institución ha venido a debilitar el régimen de méritos académicos y podría desincentivar una formación que proyecte a la Universidad varias décadas adelante.
Los recursos destinados a fortalecer esta generación de relevo docente no solo constituyen una inversión inmediata en la formación académica y profesional del personal, sino que como parte de un programa mayor, constituyen una estrategia a largo plazo para consolidar el liderazgo institucional a nivel país e internacional y para asegurar el impacto de la Universidad de Costa Rica en nuestra sociedad. Ello implica necesariamente una decisión política con visión de futuro.
(*) José Ángel Vargas Vargas, Catedrático UCR
