martes 30, abril 2024
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La abeja lleva la vida del planeta sobre sus patas

Desde que el hombre dejó de ser nómada y adoptó el sedentarismo, producto del desarrollo de la agricultura, su sistema de producción cambió. En un principio, no existía mucha población, ni se usaban insumos agroquímicos y, de por sí; había un ambiente productivo más amigable con el ambiente.

Con la llegada de la era industrial y la sobrepoblación mundial, hoy se calcula la población mundial en 8 000 millones de personas, se estima que para 2100, la cifra aumente a 11 200 millones que deben alimentarse, en teoría, todos los días. La FAO, reporta que actualmente hay 768 millones de personas que padecen y muchos mueren de hambre. La ONU informa que en el cuerno de África 13 millones de habitantes están en peligro de muerte por la hambruna en este momento.

El grave deterioro ambiental, producto de tecnologías negligentes que el hombre ha creído que son la panacea, lo llevan a su propia autodestrucción. Eventos como la ruptura de la capa de ozono debido a los gases de efecto invernadero, la deforestación, el cambio climático y el uso indiscriminado de agroquímicos, la desertificación y erosión de los suelos, la falta de agua potable (solo el 3 % es dulce), los incendios forestales, pérdida de la vida silvestre; son condiciones insostenibles para que el planeta pueda mantener tal volumen de personas, debe agregarse a los animales domésticos, y silvestres que también tienen que alimentarse.

Aunque mucha gente lo desconoce, la base de la producción agrícola la realiza un insecto llamado abeja (Apis mellifera), a través de un proceso llamado  polinización, es decir, son las que fertilizan los campos de cultivos, llevando el polen a la flor de cada planta. La abeja además de polinizar las plantas, produce una rica miel y otros subproductos utilizados por la industria culinaria y farmacéutica.

El hombre, en su afán de aumentar la producción agrícola para satisfacer la demanda de alimentos de una población dependiente y el lucro de las grandes transnacionales, desarrolla una serie de plaguicidas (herbicidas, insecticidas, nematicidas, acaricidas y fungicidas) con el fin de exterminar las plagas dañinas para el cultivo.  Por un siglo ha llevado a cabo una agricultura contaminante que ha exterminado los insectos tantos dañinos como útiles, porque el agroquímico no distingue entre ellos.

Urge cambiar la forma de producir agrícolamente no solo de Panamá, sino en el mundo entero, utilizando productos amigables con el ambiente y las abejas, además de restablecer los ecosistemas naturales, solo así se salvará el planeta de la catástrofe que nos espera, debido a que los estragos no se harán esperar.

Es menester mencionar también que el uso de muchos de estos agroquímicos han ocasionado graves trastornos a la salud humana, que ha llevado a demandas millonarias de estas transnacionales. Porque el daño ocasionado al ambiente, es en muchos casos de efectos irreversibles sobre todo en los suelos fértiles de Panamá.

En los campos de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Panamá, en Chiriquí, se realizó una fumigación por una empresa privada, que provocó la muerte de aproximadamente 30 millones de abejas, sin que se sepan detalles de la investigación y si los responsables han resarcido el daño o fueron sancionados. En otras partes del país, se llevan las colmenas en jaulas para que polinicen los sembradíos de sandías y melones. Esto es operar en la misma vía que la naturaleza y no contravenirla, puesto que nuestra existencia en este planeta depende de cómo la asistimos positivamente y producir en armonía con la naturaleza.

 (*) Diego Espinosa G. Profesor Universitario- Ingeniero Agrónomo

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1 COMENTARIO

  1. Es un excelente el aporte … para que los demás tengamos conocimiento e informar de la situación mundial y los efectos sobre el ecosistema.

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