jueves 2, mayo 2024
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Abogado, Notario; todos están evaluándote día a día

Comento con mi familia, amigos y colegas, las experiencias vividas día a día, en relación con la atención de los casos y procesos que tramitamos y en los cuales recibimos la interacción que nos dan quienes nos observan en nuestra practica legal y notarial.  Nos damos cuenta, que nuestro ejercicio profesional está en constante examen.  Un examen en el cual, los jueces, fiscales, clientes, colegas, seguidores de redes sociales, han estado a través del tiempo sometiéndonos a constantes exámenes sobre nuestras cualidades, a través de las cuales y en las diferentes experiencias hemos sido aprobados o reprobados.

No contamos, con la tarjeta de calificaciones, sin embargo, nuestra capacidad para autoevaluarnos a través de los resultados obtenidos, hemos logrado establecer una aproximación de las notas brindadas, lo cual ha permitido con cada resultado, luchar por tratar de ser mejor cada día.

Claro que, en muchas ocasiones, los resultados no son lo que se espera, pero escuchar del cliente la satisfacción por el trabajo efectuado, permite discernir que se ha visto el compromiso adquirido en ello y que decir cuando los resultados son lo esperado y más allá de ello, los elogios obtenidos son aún más gratificantes. No hay mejor publicidad, que la que te hacen tus propios clientes, por ello la importancia de las referencias de quien ha logrado ser parte de ese patrocinio que se le ha brindado.

Todos y cada uno de los profesionales del derecho y el notariado, y en especial los menos experimentados, por su juventud o por su recién incorporación, no deben olvidar, que las Universidades nos brindan el título de licenciados en derecho o especialistas en derecho notarial,  pero una vez obtenido dichos títulos, comienzan los verdaderos exámenes, esos casos de la vida real, que te darán buenas o malas calificaciones, pero que marcaran no solo el futuro de una persona en conflicto, que ha puesto en tus manos la solución del mismo, sino el futuro propio por dicha actuación.

Si te decepcionabas, cuando obtenías una mala nota en derecho penal o laboral, más te vas a decepcionar cuando después de haber preparado tu caso a conciencia, y tras una defensa adecuada en juicio, los resultados no son los esperados.

Si sonreías y te llenabas de alegría, con una excelente nota en administrativo o familia, se te hinchara el pecho de emoción cuando escuchas o lees el por tanto, en el cual te dan la razón o absuelven a tu defendido.

Lo mismo ocurre con los clientes, de quienes dependemos y presuponemos que los tenemos, pero no tendrán límite alguno para evaluar lo hecho, tus conocimientos, tu actuación, juzgando todas nuestras cualidades y al final también obtener de ellos una buena o mala calificación.

Basta decir, del o los colegas contrarios; éstos, para hacer bien su trabajo, estarán siempre pendientes de cualquier señal que les ilustre sobre tus carencias técnicas, falta de habilidades personales o los condicionantes del caso que te vayan a impedir actuar en una u otra dirección.

Esta es nuestra realidad, nuestro mundo, nuestra vida, nuestro examen.

Esta constante evaluación, la Universidad de la Vida, el trascender en los casos reales, es de extraordinario valor para nuestra profesión, porque a través de lo ahí aprendido, tenemos la oportunidad de crecer y mejorar constantemente como personas y más aún como profesionales.

El día a día, cada experiencia que está en nuestras manos, cada conflicto, nos darán situaciones que nos sacarán de nuestra rutina. Cada caso, aunque parezca similar, es diferente, por ello estamos obligados a adoptar nuevos conceptos, nuevas ideas o estrategias que faciliten nuestro crecimiento a través de mejorar nuestro ingenio. Sino te detienes a evaluar lo hecho, no sabrás que paso y menos aun no sabrás que hay que mejorar.

Es aquí donde radica la importancia de plantearnos nuestra profesión como un examen permanente, bueno para el ejercicio de la abogacía o el notariado. Esto nos ayuda a enfrentarnos a los resultados con optimismo y con el convencimiento de que los fracasos, serán los que nos enseñarán nuestros errores y la forma en que debemos en adelante actuar.

¿Y que necesitamos en esta larga evaluación?  Sin duda alguna, mucha autoconciencia para poder autoevaluarnos, mucha tolerancia a la frustración, para superar las decepciones, y una gran dosis de humildad para reconocer nuestros propios errores, dejando por fuera las excusas y culpables, aceptando nuestra responsabilidad cuando procede, porque solo así se producirá un cambio en nuestro actuar.

Recordemos lo dicho, por Ed Lond, fundador de la compañía Polaroid: “Un error es un acontecimiento cuyos beneficios todavía no se han convertido en una ventaja”

Reflexionemos y aprendamos a superar nuestros próximos exámenes.

Éxitos mil y mil más.

(*) Lic. Rafael A. Rodríguez Salazar es Abogado y Notario

www.lafirmadeabogadoscr.com

rafael@lafirmadeabogadoscr.com

 

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