jueves 2, mayo 2024
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Los cincuenta años de la UNA y el ethos de sus fundadores (IV y final)

El surgimiento de la UNA o Universidad Nacional de Costa Rica estuvo marcado por grandes esperanzas y expectativas (en tiempos de crecimiento económico y auge del estado benefactor) de transformación de la sociedad costarricense, cuando los efectos del crecimiento demográfico sostenido desde los primeros años de la posguerra, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial,  se hacían sentir con demandas crecientes de servicios en el campo de la educación, la salud, las edificaciones y la infraestructura vial, en la medida en que una nueva generación, la del Baby Boom, tocaba las puertas de la educación superior cuando la Universidad de Costa Rica era la única institución de educación superior en el país. Fue entonces cuando se crearon nuevas universidades públicas como la UNA, el TEC y la UNED y se produjo una diversificación parcial del sistema educación superior pública de Costa Rica que nació en esos tempranos años de la década de los setenta. Lo paradójico del caso de la UNA es que no figurara entre sus planes la creación de carreras como derecho y medicina más aun, teniendo en cuenta que con la avalancha de universidades privadas surgidas durante las décadas posteriores, y la conversión de la educación en un mero negocio, esas entidades crearon numerosas escuelas de derecho y medicina, valiéndose de los docentes y la investigación que se realiza en las universidades públicas.

En el año de 1977, cuando el doctor Celedonio Ramírez aspiró a la rectoría de la UNA, frente a la candidatura del doctor Alfio Piva Mesén, quien fuera el segundo rector de la institución, recuerdo muy bien la afirmación de quien posteriormente fuera rector de la UNED, de haber recibido la oferta de asumir el Hospital San Juan de Dios, lo que hubiera sido un insumo importante para que la UNA creara una escuela de Medicina mucho antes de que las universidades privadas lo hicieran. ¿será por ese motivo que algunos estudiantes de entonces se sintieron defraudados con la nueva institución, alegando que la UNA les quedó debiendo?

La conmemoración de los cincuenta años de la nueva institución universitaria, que heredó buena parte de la tradición intelectual e instalaciones de la vieja Escuela Normal, fundada más de medio siglo atrás (1915), corre el riesgo de impregnarse del espíritu o ethos de estos tiempos marcados por el totalitarismo neoliberal, y el acelerado desmantelamiento del estado social de derecho que la acompañó durante la primera etapa de su desenvolvimiento institucional. Algunas de las reacciones. y comentarios de otros protagonistas de la vida institucional de entonces, publicadas en estos días, han sido omisas y acomodaticias hacia el presente neoliberal, soslayando así muchas dimensiones del proceso fundacional y el contexto sociopolítico en que se produjo (Ver al respecto José Eduardo Mora “La universidad “necesaria” del Padre Núñez” Semanario Universidad, edición 2454, 1 al 7 de marzo 2023,  página 18, Cultura, en especial en lo referente a las declaraciones de Rodrigo Carreras y Vladimir De La Cruz). Se tiende a obviar la naturaleza específica del proyecto llamado universidad necesaria, especialmente en lo académico, con sus implicaciones en un nuevo tipo de universidad (¿la universidad necesaria acaso?, la que más allá de su mera enunciación implicaba un proyecto académico muy ambicioso) y en cuanto al compromiso político con los sectores populares que planteaba, también en cuanto a la naturaleza del IESTRA y otras unidades académicas e investigativas, que representó una gran oportunidad para incursionar en las múltiples dimensiones del mundo del trabajo (algo que había planteado en una entrega anterior de este artículo), las que iban mucho allá de la docencia dirigida hacia el sindicalismo y el cooperativismo. Siempre estaremos expuestos a la naturaleza acomodaticia de las “verdades oficiales” o mentiras complacientes, motivo por el que sólo la vigilancia y el espíritu crítico, incluso hacia nosotros mismos, pueden librarnos de caer en esas trampas tan peligrosas en este medio siglo transcurrido, desde el nacimiento de la UNA.

En el área de las llamadas Ciencias de la Salud se optó por darle impulso a la Escuela de Medicina Veterinaria, con su hospital veterinario, ambos ubicados en el Campus Benjamín Núñez (Barreal de Heredia), los que han representado toda una revolución en ese campo, dada su enorme proyección hacia el conjunto del sector agropecuario, especialmente en los órdenes de la investigación y extensión.

En medio de la “normalización” y burocratización crecientes, los posgrados representaron una excelente oportunidad para el ensanchamiento de la investigación y la docencia universitaria, si bien la sincronía y la concreción de esas iniciativas no siempre fueron las que se requerían, incluso con urgencia, lo que puede haber dado lugar a una falta de retroalimentación hacia muchas de las propuestas académicas de los fundadores.

La creación de la Maestría en Política Económica, ligada a la Facultad de Ciencias Sociales marcó un punto de inflexión para la docencia y la investigación en la UNA, pues alimentó también los estudios de grado y se proyectó hacia el conjunto de la sociedad costarricense. Posteriormente, los posgrados en otras facultades y especialmente en la Filosofía y Letras, aceleraron el proceso de retroalimentación de la docencia en los estudios de grado. La doctora Magda Zavala jugó un gran papel para la expansión de esos estudios en la mencionada facultad, a pesar de las dificultades de orden institucional que tuvo que afrontar.

Concluyo manifestando que restan muchos temas y situaciones específicas de la vida universitaria, a lo largo de los cincuenta años transcurridos, sobre los que debería haber una discusión constructiva entre quienes fueron sus protagonistas, lo que resulta más urgente en la medida que muchos de ellos van abandonando el escenario histórico,  en especial los de la generación del baby boom.

(*) Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA).

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4 COMENTARIOS

  1. Resulta más que significativo el silencio acerca de muchas afirmaciones que he venido haciendo en este artículo, las que he venido elaborando por entregas y a lo largo de varias semanas, en especial las que se refieren a las actitudes acomodaticias de un gran sector de la comunidad universitaria. Esas gentes son (y fueron) tan responsables tanto como nosotros, los que al menos nos atrevemos a decir en voz alta, en blanco y negro y sin ambigüedades, lo que ha venido representando la pérdida gradual del proyecto inicial de la UNA para acomodarse a los requerimientos del mercado. Esa universidad necesaria de Benjamín Núñez y Darcy Ribeiro, ubicada tan lejos de las universidades de garaje y de la fabricación de mano de obra barata y poco calificada. Por eso es que se escogió la ley del menor esfuerzo.

  2. Resulta más que significativo el silencio acerca de muchas afirmaciones que he venido haciendo en este artículo, las que he venido elaborando por entregas y a lo largo de varias semanas, en especial las que se refieren a las actitudes acomodaticias de un gran sector de la comunidad universitaria. Esas gentes son (y fueron) tan responsables tanto como nosotros, los que al menos nos atrevemos a decir en voz alta, en blanco y negro y sin ambigüedades, lo que ha venido representando la pérdida gradual del proyecto inicial de la UNA para acomodarse a los requerimientos del mercado. Esa universidad necesaria de Benjamín Núñez y Darcy Ribeiro, ubicada tan lejos de las universidades de garaje y de la fabricación de mano de obra barata y poco calificada, esa es la que sigue haciendo falta. Por eso es que se escogió la ley del menor esfuerzo, el camino equivocado.

  3. Esa universidad necesaria de Benjamín Núñez y Darcy Ribeiro, ubicada tan lejos de las universidades de garaje y de la fabricación de mano de obra barata y poco calificada, ESA ES LA LA QUE SIGUE HACIENDO FALTA. Por eso es que se escogió la ley del menor esfuerzo Y EL CAMINO EQUIVOCADO.

  4. Vuelve a lo que planteaba hace ya casi once años, al acogerme a mi jubilación, acerca del rumbo que había venido tomando la UNA: «La burocratización creciente, la multitud de presiones y requerimientos gubernamentales, potenciados durante los períodos en que se daban las discusiones y demandas de recursos presupuestarios, por parte de las instituciones de educación superior, vino a unirse a las presiones de la llamada sociedad civil, a través de los medios masivos comunicación/incomunicación social, cuyos propietarios estaban obsesionados no sólo con el tema del Herediocomunismo (la teratología o deformación monstruosa, que según decía Enrique Benavides, entonces columnista del diario La Nación, le había provocado la UNA a la parroquial y conservadora ciudad de Heredia), que hoy nos resulta tan folklórico y falto de asidero real, sino con las posibilidades de innovación pedagógica que la UNA pudiera representar, las que no eran muy bien vistas sobre todo si dotaban de herramientas críticas a las nuevas generaciones de profesionales y estudiantes cuando, como ya se puede ver con toda claridad, se estaba preparando el terreno para la ofensiva neoliberal, con su descarado asalto a las instituciones más importantes de Costa Rica, por parte de los intereses del capital transnacional. A partir de estas circunstancias el proyecto inicial de Universidad Necesaria tenía los días contados.

    Como consecuencia de todo lo anterior, durante muchos años se ha asistido a la imposibilidad de construir espacios serios y efectivos de reflexión acerca de las modalidades de impartir los llamados cursos de servicio, de tal manera que tanto las unidades académicas que los ofrecen como las que los reciben, puedan tener una mayor claridad sobre el impacto que puedan tener en la formación disciplinaria de los estudiantes. De esta manera, los saberes matemáticos o las lenguas extranjeras podrían convertirse en experiencias enriquecedoras y multiplicadoras de la capacidad de trabajo investigativo de los estudiantes y académicos de la institución, al hacernos todos más conscientes de las enormes posibilidades que ofrecen como herramientas para el trabajo docente y la investigación misma.»

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