sábado 27, abril 2024
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Uruguay y una crisis hídrica que aumentó la salinidad de su agua «potable»

Montevideo, 16 may (Sputnik).- En los supermercados de Uruguay se ve a personas llenar carros con bidones y botellas de agua y en algunos barrios de la capital y el área metropolitana los comercios reportan falta de stock.

La imagen recuerda a los primeros días de la pandemia de covid-19 y la demanda de alcohol en gel o papel higiénico que se disparó ante posibles cuarentenas. Pero, ¿qué está pasando con el agua en este país?, el primero en el mundo en declarar su acceso como derecho humano fundamental en su Constitución.

«La situación actual es que hay una afectación del agua potable, del agua que se distribuye en Montevideo y el área metropolitana, que es un 60 por ciento de la población de Uruguay, una afectación de su calidad, notoria en algunos de los parámetros que se miden que son los cloruros y el sodio, las sales que están disueltas en el agua», dijo a la Agencia Sputnik la docente e investigadora del Centro Universitario Regional del Este y de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, Carla Kruk.

Esto lleva a que el agua que sale por las canillas, que muchas personas utilizan para beber, para cocinar y para la tradicional infusión conocida como «mate», esté «salada».

El problema, además de su sabor, que es rechazado por la población, es que se desconoce cuál es el impacto de consumir esta agua salada.

El Ministerio de Salud Pública (MSP) recomienda a ciertos grupos de personas, como hipertensos o niños y niñas menores de dos años, «en la medida de lo posible», consumir agua embotellada, pero no está claro qué pasa con el resto de la población ni cómo la afectará si esta situación se mantiene a largo plazo.

Otros especialistas también solicitan a la población extremar cuidados ante los efectos del agua salada en la piel y el cabello.

Así, quienes pueden hacerlo, están comprando agua embotellada para beber, cocinar e incluso para su higiene personal.

Las autoridades reconocen que el agua que sale hoy por las canillas de Montevideo y el área metropolitana no es potable, pero insisten en que es «bebible».

Esta situación generó fuertes críticas de la oposición y la sociedad civil, que exigen una rebaja o suspensión de las tarifas, argumentando que no se puede cobrar un servicio, el de agua potable, que no se está ofreciendo y también para que todas las personas puedan comprar agua embotellada.

«Quienes van a estar más afectados por esta situaciones, como siempre, son quienes no tengan los recursos para buscar alternativas, para comprar agua, y deban seguir tomando agua de la canilla», dijo Kruk.

Agua salada

En abril y mayo, la empresa estatal Obras Sanitarias del Estado (OSE), encargada de la distribución del agua potable en Uruguay, pidió autorización al MSP para aumentar los niveles de sodio y cloruro en agua ante el déficit hídrico que afecta Montevideo y la zona metropolitana, y así poder garantizar el servicio.

Según la normativa, los valores máximos permitidos para garantizar la potabilidad del agua son 200 miligramos por litro (mg/l) en el caso del sodio y de 250 mg/l en el caso del cloro. Excepcionalmente la empresa estatal los subió a 440 mg/l y 750 mg/l, respectivamente.

Kruk explicó que, debido a la sequía que afronta el país, y «a otros problemas que Uruguay tiene en cuanto al uso del agua superficial y al cuidado del ambiente», el agua dulce que se usa para potabilizar y distribuir a la población ahora se está mezclando con agua del Río de la Plata, que tiene sal.

La especialista contó que investiga las dificultades que afronta con el agua Uruguay, un país con grandes reservas del recurso natural, y en el tema particular de la salinidad señala que es un problema que tienen naciones semiáridas y áridas o con densidades de poblaciones enormes, como India.

«Nosotros no tenemos problemas de densidad poblacional, ni somos áridos, sin embargo estamos teniendo problemas de calidad de agua», dijo.

A su entender, el principal problema en Uruguay está relacionado a cómo se está usando el agua.

El foco no se pone en el agua potable y en su cuidado para las poblaciones, si no que está puesto en el uso del agua para la producción y exportación, explicó.

«En nuestra Constitución aparece el abastecimiento de la población como un valor superior a todo lo que sea económico y productivo, pero eso es algo que de forma constante no se cumple», expresó.

En sentido resaltó que «hace años no se está respetando la Constitución» en varias zonas del país, pero ahora tomó mayor dimensión porque afecta a más de la mitad de la población.

La investigadora subrayó que Uruguay tuvo otros problemas relacionados con el agua, como presencia de cianobacterias y contaminación por sustancias químicas, que han llevado a tener que cerrar plantas de OSE.

Desde que en el 2000 empezó la producción intensiva con uso de agroquímicos, fertilizantes, cultivo de transgénicos, producción de pasta de papel, embalses para producción de electricidad, entre otros proyectos económicos, la cantidad y la calidad del agua se ha deteriorado, explicó.

Soluciones

Consultada sobre si la solución al problema actual es la lluvia, Kruk dijo que si llueve la situación va a mejorar momentáneamente, pero si no hay un cambio en el cuidado y uso del agua desde el Estado estos casos van a ir en aumento.

Así, el incremento de la salinidad del agua, que por ahora es algo temporal, abre el debate en el país sobre el cuidado del recurso natural del que Uruguay siempre se jactó y pone el centro de la atención en los nuevos proyectos de potabilización.

La principal obra del Gobierno, que prevé una inversión millonaria, plantea justamente «potabilizar» agua del Río de la Plata, algo que la situación actual ya demostró que es difícil de conseguir, dijo la investigadora.

Kruk consideró un error buscar soluciones fuera de la soberanía nacional al recordar que el Río de la Plata recibe aguas de otros cuatro países, Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay, y no se puede controlar lo que sucede en ellos.

«Sería un terrible antecedente dejar de cuidar nuestros propios ecosistemas acuáticos para tomarla de ecosistemas sobre los cuales no tenemos soberanía y ni capacidad de cambiar la cantidad ni calidad de agua que tienen», señaló.

A su entender este momento se debe «aprovechar» para movilizarse, comunicar y difundir información para tratar de buscar alternativas y que el problema de hoy no se vuelva una situación sostenida en el tiempo.

Llegar a que se cambien las normativas y que se dé de beber agua que no se debe consumir es llegar a punto al que no se debería llegar, concluyó.

La semana pasada hubo cinco días consecutivos de movilizaciones autoconvocadas en distintos puntos de la capital en rechazo al aumento de la salinidad y en defensa del agua. El fin de semana, los manifestantes realizaron cortes de carretera en la principal ruta que va desde Montevideo hacia el este. (Sputnik)

 

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