lunes 29, abril 2024
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Vivimos tiempos difíciles

Columna Poliédrica

Vivimos tiempos difíciles. Lo hemos dicho muchas veces, parece que la historia del siglo XX se repite, porque el gran público está avido de discursos de fuerza y en palabras que transgreden las normas básicas de educación y decencia; es decir, nada diferente de los discursos propios del nazismo o del fascismo que, desgraciadamente, terminaron con los hechos que se dieron en la primera mitad del siglo XX.

Los que hemos visto otro tipo de sociedad estamos pesimistas. También ya he explicado qué tipo de pesimismo es al que nos referimos, porque no se trata del significado que la mayoría de las personas piensan con base en la dicotomía optimismo-pesimismo; al contrario, se trata de lo que algunos autores denominan el pesimismo de la razón, un pesimismo que surge con base en el conocimiento que se tiene de lo que está pasando, se trata de un pesimismo que nace del entendimiento y no de la ignorancia.

Estamos presenciando como las ideas que llevaron a la humanidad al desastre de las dos guerras mundiales, nuevamente, son compartidas por grandes sectores de las sociedades del siglo XXI. Observar y comprender la forma en que se manipula a la población se convierte en un martirio para el cerebro, ya que la impotencia nos invade ante la imposibilidad de hacer comprender a la mayoría de las personas lo que está ocurriendo; es la misma impotencia que sintieron los alemanes e italianos que sí vieron el peligro y la debacle que supuso el ascenso al poder de Adolfo Hitler y de Benito Mussolini.

A esta tendencia autoritaria se suma el fenómeno del narcotráfico. Aunque se trata de fenómenos diferentes en su forma y en el tiempo, en el fondo, se trata de una estructura paralela que termina infundiendo temor e inseguridad en la población; los camisas pardas nazis o los camisas negras del fascismo hacían la misma función, con la diferencia que el narcotráfico presenta una autonomía financiera con la que aquellos no contaban y eso hace que se trate de un fenómeno distinto.

La impotencia se agrava cuando uno observa que a los puestos de toma de decisión están llegando personas poco aptas. Lo que impera es la imagen vacía, la estridencia al hablar, la retórica en su máxima expresión, todo ello cargado de una apelación a las emociones pero con poca o ninguna racionalidad; lamentablemente, hay muchas personas dispuestas a sucumbir a estos cantos de sirena y a vender hasta su libertad a cambio de promesas que son solo palabras y que esconden un perjuicio enorme para las grandes mayorías.

Claro que son tiempos difíciles. La incertidumbre nos embarga a una buena cantidad de personas, es decir, una pesadumbre que nos impide ver claro y poder transmitir a las otras personas una esperanza que no termina de aparecer; al final, señoras y señores, los tiempos terminan pasando, pero el daño que pueden dejar es incuantificable.

(*) Andi Mirom es Filósofo

andimirom@gmail.com

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1 COMENTARIO

  1. Pesimismo según conocimiento o ignorancia. Si la ignorancia es generalizada, entonces el pesimismo también. También si hay carencias, como empleo, alimentos, seguridad. El pesimismo no será la opción para afrontar los hechos, busquemos cada quien en su mundo.

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