Montevideo, 9 sep (Sputnik).- La tensión vivida esta semana entre el Gobierno chileno y la oposición en torno a la conmemoración del 50 aniversario del golpe de Estado contra el expresidente Salvador Allende (1970-1973) es un fiel reflejo de las controversias que también vive la sociedad de este país sudamericano, según la opinión de la licenciada en economía Marta Lagos, que en entrevista con la Agencia Sputnik reconoce aún vestigios de pinochetismo en la sociedad.
Es que los días previos al acto que conmemora el medio siglo de la dictadura pinochetista (1973-1990) estuvieron matizados por una contienda discursiva entre el Gobierno y parte de la oposición, evidenciada en la negativa de los partidos de derecha Unión Demócrata Independiente (UDI) y Republicanos a firmar un compromiso con la democracia y condena a las violaciones de derechos humanos, un documento propuesto por el presidente, Gabriel Boric, que sí recolectó otros apoyos locales e internacionales.
Tal decisión es la continuación de expresiones negacionistas de los delitos de lesa humanidad cometidos por la dictadura que se han dado a lo largo del año, como el del diputado Jorge Alessandri, de UDI, quien manifestó en julio: «Yo justifico el golpe militar». Una idea que parece volver a tener aceptación en buena parte de la sociedad luego de la abultada victoria de la derecha en el plebiscito constituyente de hace un año.
«Lo que (la coalición de derecha) Chile Vamos entendió por el 4 de septiembre (de 2022), donde obtuvieron el 62 por ciento del rechazo, es que ellos ganaron. Por lo tanto, no se tienen que sentar en la mesa. Ese es un silogismo categórico bastante simple, ¿no es cierto? O sea, yo me siento en la mesa mientras soy derrotado y soy minoría. Cuando soy mayoría, me salgo de la mesa porque no necesito estar en la mesa democrática. Uno está en la mesa de la democracia conversando con el otro cuando es mayoría y cuando es minoría», dijo Lagos.
La fundadora de Latinobarómetro, el mayor estudio de opinión pública de la región, aludía a los resultados del plebiscito el año pasado en que fue rechazada una propuesta de nueva Constitución, promovida por el Gobierno de Boric.
Y opina: «Creo que esta disputa, este quiebre entre la oposición y el oficialismo que se ha producido muestra cuán lejos está la política de la gente, porque las 50 años del golpe no es un problema para los chilenos. No es un problema que haya que solucionar. Es decir, no requiere de una política pública para solucionar el problema. Es un tema histórico que no está resuelto, que los demócratas han abordado mal».
Opiniones
Según un relevamiento de Latinobarómetro y la encuestadora británica MORI, en 2023 existe un 36 por ciento de chilenos y chilenas que creen que los militares «tenían razón» en dar el golpe de Estado, mientras que un 41 por ciento señaló que «nunca tienen razón», o sea, hay sólo cinco puntos de diferencia entre una opinión y otra.
Asimismo, la alternativa «tenían razón para dar el golpe de Estado» evolucionó al alza, ya que 20 años atrás, un 36 por ciento respondió afirmativamente pero en 2013 bajó a 16 por ciento para volver al mismo número este año.
En un país con 15 millones de votantes, entonces, puede decirse que un tercio de la población chilena ve positivamente la dictadura de Augusto Pinochet. Según Lagos hay dos factores determinantes.
Por un lado, existe un universo que oscila el 40 por ciento de la población que entiende que Pinochet salvó a Chile del marxismo y, por tanto, el golpe está plenamente justificado.
«Nosotros tuvimos una transición blanda (hacia la democracia). Es decir, el dictador se quedó en el poder como comandante en jefe y murió recién en el año 2006, por lo que la influencia sobre la sociedad chilena fue muy grande, porque su clientelismo durante su dictadura fue enorme. Entonces, la mujer a la que le regalaron la cocina en el año 80, no se olvida que le regalaron la cocina. Nadie le ha regalado nunca nada. Esa mujer es pinochetista», reconoce la encuestadora como otro factor.
Y añade que algo similar ocurre «con las prebendas que se hicieron a la clase media y con toda la clase empresarial, que se enriqueció enormemente durante el Gobierno de Pinochet».
Cincuenta años después, quienes podrían cambiar esas apreciaciones son los jóvenes, muchos de ellos, protagonistas de las revueltas de 2019 que desembocaron en el proceso constituyente en marcha.
No obstante, a decir de Lagos, «hay una juventud pinochetista, pero también hay una juventud ignorante, y finalmente está la juventud enojada, con eso que dicen «miren señores, este tema es un tema del pasado, arréglenlo, no me molesten con el tema». Pasar página, un concepto que suele repetirse en la región, aunque por lo general, entre adultos mayores.
Para la analista, «hay una parte importante de la población que no se atreve a hablar, que no dice lo que piensa porque cree que va a tener represalias. O sea, esa sensación de represión que se produjo durante la dictadura permanece hoy día».
Así, y a pesar de que ha pasado ya medio siglo del golpe de Estado al que le siguió una de las dictaduras más sangrientas de la región, «en el fondo, aquí en Chile, suceden solamente las cosas que la derecha quiere que sucedan», asegura Lagos.
«Entonces, los gobiernos de la (hoy disuelta coalición de centroizquierda) Concertación, como se dice, no hicieron que el voto se meciera, mantuvieron el voto bien tranquilo, no mecieron el voto, no intentaron hacer ninguna reforma sustancial, y mientras no se intentó hacer ninguna reforma sustancial, la concertación tuvo un éxito rotundo», añade.
La llegada de Michelle Bachelet (2014-2018 y 2006-2010) al Gobierno y la actual administración de Boric, a entender de Lagos, son los únicos momentos en los que se ha decidido «mecer el voto» y es por eso que se sucede ese quiebre social tan difícil de cerrar, «el problema central que tiene Chile». (Sputnik)