sábado 27, abril 2024
spot_img

«Nos pusieron contra la pared y rastrillaron», recuerdos periodísticos del golpe en Chile

La Habana, 10 sep (Sputnik).- Medio siglo después, para el excorresponsal Jorge Luna la cobertura del golpe de Estado en Chile todavía es la vivencia más impactante de su vasta trayectoria periodística, sobre todo porque pudo ser la última de su vida.

«Estar en Chile en ese tiempo ha sido lo más impactante en toda mi carrera profesional», confesó a la Agencia Sputnik el veterano reportero, testigo excepcional de los acontecimientos que derivaron en la muerte del presidente Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973.

Nacido en Perú y radicado en Cuba desde hace varias décadas, Luna era uno de los corresponsales extranjeros que laboraba en la corresponsalía de la agencia de noticias Prensa Latina en Chile, país donde dio sus primeros pasos como estudiante de periodismo.

Años antes, en 1968, Luna había viajado a Cuba para continuar sus estudios universitarios, pero regresó a Chile tras la victoria electoral de Allende y la Unidad Popular en 1970, y después de algunos intentos comenzó a trabajar en la oficina de Prensa Latina en Santiago.

Gracias a su dominio del idioma inglés y sus conocimientos de periodismo trabajó con miembros de la Unidad Popular en los meses previos a la toma posesión de Allende, y con ellos vivió los intentos por desestabilizar al gobierno de Allende, los intentos de golpes, las confrontaciones y, finalmente, la asonada militar.

Periodistas sitiados

Cuenta Luna que, al amanecer del 11 de septiembre y tras una noche de trabajo, su compañero Pedro Lobaina le avisó que estaba en marcha un levantamiento militar contra el Gobierno de Allende.

«Salimos desde mi apartamento hacia el centro de la ciudad, en el auto de la agencia. Se escuchaban disparos, la gente huía… Ya se veían las barreras que colocaban los Carabineros (policía militar), por lo que tuvimos que abandonar el auto y continuar a pie hasta la oficina, a solo dos cuadras del Palacio de la Moneda», relata.

Ambos subieron al piso 11 del edificio Unión Central 1010, donde estaba la corresponsalía de Prensa Latina, y desde donde se veía la azotea de la sede del Ejecutivo chileno, y podía identificarse todo el movimiento militar en los edificios colindantes.

El corresponsal jefe era el periodista argentino-cubano Jorge Timossi (1936-2011), quien ordenó al personal técnico y de servicio abandonar el local, incluida la chilena Elena Acuña, única mujer del equipo, a quien hubo que convencer para que saliera, ante su insistencia de compartir la suerte de sus colegas.

Además de Luna y Timossi, se mantuvieron en la oficina los periodistas chilenos Orlando Contreras (1937-2015) y Omar Sepúlveda; y los cubanos Mario Mainadé (1933-2016) y Lobaina.

Asalto del edificio

A sus 79 años recién cumplidos, Luna recuerda que la labor informativa se dificultó después que los golpistas cortaron algunas líneas telefónicas que impidieron mantener activos los teletipos, por lo que las noticias eran dictadas vía telefónica a José Bodes, el corresponsal de Prensa Latina en Buenos Aires, Argentina.

La temeridad de Luna le costó un fuerte regaño de Timossi, pues el joven salió al balcón con su cámara Pentax con teleobjetivo para captar imágenes de los bombardeos a La Moneda, exponiéndose en demasía.

Avanzada la mañana, 21 militares con armas largas entraron al edificio, y comenzaron a requisar y destruir la sede de la revista chilena Punto Final, contigua a la oficina de Prensa Latina.

«Un rato después regresan a nuestra oficina, golpean la puerta con las culatas de los fusiles, y al abrir la puerta los guardias nos conminan a salir al exterior y montar en un camión, a lo que nos negamos rotundamente», rememora Luna.

Se vivieron momentos tensos. Cuenta Luna que los uniformados obligaron a todos los periodistas a pegarse a la pared, de espaldas y con las manos en la cabeza, mientras rastrillaban sus fusiles de manera temeraria y amenazante. Parecía el final…

Entonces, un grupo de la resistencia chilena comenzó a disparar desde un edificio contiguo contra los guardias que estaban en la oficina, lo que provocó que los militares sacaran a Contreras, a Mainadé y a Lobaina al balcón, como escudos humanos, para protegerse de los disparos.

Después de casi tres horas de tensión, Timossi, que también era directivo de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Chile, conversó por teléfono con el general Herman Brady, uno de los golpistas.

Brady convocó a Timossi a una reunión en el Ministerio de Defensa y ordenó a los militares que detuvieran el allanamiento y se retiraran de la sede de Prensa Latina.

Al término de esa reunión, una escolta militar regresó a Timossi a la oficina y Prensa Latina pudo continuar sus reportes: incluso transmitió la primicia de la muerte de Allende, confirmada por fuentes de la agencia en la Moneda.

El desenlace

A partir de ese momento, el equipo de seis periodistas cubanos se mantuvo «atrincherado» dentro de la oficina, sin agua ni comida, solo con algunas vituallas facilitadas por la solidaridad de amigos chilenos.

El jueves 13 de septiembre, un coronel y su escolta, vestidos de civil, acompañaron al cónsul cubano, Jorge Pollo, quien visitó la oficina de Prensa Latina para actualizarse sobre los periodistas que allí se encontraban y comenzar la evacuación, solo quedándose en el país el reportero chileno Omar Sepúlveda.

Cuatro miembros de la Inteligencia Militar chilena trasladaron al resto de los periodistas a la embajada cubana en Santiago de Chile, también asediada por tanques y militares, y de ahí pudieron viajar a la isla.

Aún vinculado a Prensa Latina, la vida y la profesión han llevado a Luna a múltiples destinos como enviado especial o corresponsal, pero siempre atesora la dura escuela que fue la cobertura del golpe de Estado de Chile, y que vivió para contarla. (Sputnik)

Noticias de Interés

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias