lunes 29, abril 2024
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De Caronte a Plutón en seis horas. (¡Cuento!)

Es el 9 de setiembre de 2237 de acuerdo con el calendario que usamos en la Tierra. Hoy se realiza el primer viaje de pasajeros de la Nyxi, una nave espacial en forma de esferoide oblongo trucado, cuyo eje polar mide 9,0 m y su diámetro ecuatorial 4,5 m, solo para dos pasajeros. Tanto el despegue como el aterrizaje se hace verticalmente.

Plutón está en su segundo perihelio (a 29,658 u.a. del Sol), desde su descubrimiento por Clyde Tombaugh el 18 de febrero de 1930, el anterior fue el 5 de setiembre de 1989; pero aún no ha dado una revolución completa desde esa fecha. Como Plutón y su satélite mayor Caronte, tienen un perfecto acople de rotación-revolución, el satélite le da siempre la misma cara al planeta (como la Luna lo hace con la Tierra), pero también el planeta le da siempre la misma cara al satélite. Sus periodos de rotación tienen la misma duración; 6,38 días. Siempre miran uno hacia el otro, como dos enamorados bailarines que ejecutan su danza fuertemente asidos de sus manos, con sus brazos extendidos.

El radio de la órbita casi circular de Caronte alrededor de Plutón, es de 19 591 kilómetros. La excentricidad de la órbita es muy cercana a cero, por lo que la distancia entre el planeta enano y su satélite mayor prácticamente no varía.
Como las velocidades de escape de la superficie de Plutón y de Caronte son 1,27 m/s y 0,37 m/s, respectivamente, las turbinas jet de la Nyxi no necesitan un exceso de potencia. Son alimentadas por un moderado reactor nuclear de Torio, apropiadamente aislado y blindado. Emplean la misma tecnología que usó la sonda New Horizons, lanzada en el 2006, para la primera exploración de Plutón, pero desde luego, con mayor potencia.

La masa de Caronte es 12,2% la de Plutón, así que al aplicar la relación para encontrar el centro de masa de este sistema; (Masa x Distancia = masa x distancia), encontraremos que dicho punto está a D= 2042 kilómetros del centro del rey de los enanos, lógicamente más cercano a este que a Caronte. Descartando las distancias de los radios del planeta y su satélite, la distancia -superficie a superficie- que debe viajar la Nyxi es 17781 kilómetros, un poco menos que lo recorrido en un vuelo de ida y regreso San José-París, a lo largo de un círculo máximo.

La Nyxi viaja desde un punto en el ecuador de Caronte, hasta otro punto equivalente en Plutón, en unas seis horas, más dos periodos de aceleración y frenado de 5 minutos al inicio y al final. Digamos que con una rapidez promedio constante, bastante confortable.

Con estos parámetros, la Nyxi puede alcanzar fácilmente el punto donde el campo gravitatorio de Caronte es igual al de Plutón (pero de dirección opuesta), de allí en adelante es casi una caída libre sobre el planeta enano. Este punto que está a solo 4367 km de Caronte se determina fácilmente con física del colegio: Gm/x2 = GM/(d-x)2.

Llegué a Caronte hace quince días. El viaje desde la Tierra para humanos tarda 10 años, casi todo en una etapa de hibernación criogénica. Por eso y lo hostil de las condiciones ambientales en este sistema doble, no hay más de tres terrícolas aquí, sólo para que supervisemos el funcionamiento de algunos proyectos. Todo está automatizado y controlado desde la colonia de humanos en el satélite Ganímedes de Júpiter. Pero hay mucho que hacer como ingeniero; además de estudiar y realizar suficiente ejercicio físico todos los días, pues la gravedad en la superficie de Plutón es apenas seis centésimas del valor en la Tierra, y en Caronte solo llega a la mitad de este valor. Lo mejor de todo en este trabajo, está al regreso, que inicio ahora. La fisiología de los humanos no permite una estadía de mayor duración. Aun así, el riesgo es grande.
Estos viajes sólo se realizan cada 25 años, únicamente para resolver problemas muy delicados de mantenimiento, que los robots plutónicos no puedan solucionar. En el viaje de regreso pasaré por colonias en Tritón, Miranda, Titán, Europa y Fobos, 36 horas en cada sitio y finalmente a la Tierra. Ningún cosmonauta repite el viaje que, en total (ida y regreso más la permanencia en Caronte) tarda 31 años. En este trabajo solo aceptan ingenieros electromecánicos recién graduados, de unos 25 años. El entrenamiento específico ocurre durante el viaje de ida, en etapas de tres días cada mes, durante las cuales se suspende la hibernación. Si sobrevivimos llegamos de regreso a la Tierra, justo para pensionarnos. En el siglo XXII, lo que se puede llamar ingeniería espacial de todo tipo, está en la cúspide de su desarrollo, lo mismo que la ciencia de materiales, dejando totalmente atrás lo que imaginaron mis antepasados del siglo XX cuando se publicó Buck Rogers.

Durante este viaje la observación a través de las ventanillas de la Nyxi es extraordinaria. La vista de las estrellas, los planetas cercanos y los otros cuatro satélites de Plutón (Kerberos, Nix, Hydra y Stix) será excelente. Destacará el distante aparentemente pequeño pero muy brillante Sol y, desde luego, la Vía Láctea. No hay suficiente diferencia si es de noche o de día, porque la iluminación diurna, tanto en Plutón como en Caronte, es mucho menor que la del inicio del crepúsculo vespertino en la Tierra.

En la Nyxi hay dos espaciosos y confortables asientos mirando hacia adelante, en este caso hacia Plutón. Están colocados en el centro de un compartimiento que se abre luego del corredor de abordaje, por el lado derecho de la Nyxi, para dejar libre las ventanillas panorámicas de ambos pasajeros. La cabina de mando que está delante de nosotros es casi idéntica a las primeras Starship SN-15, solo que totalmente automatizada. La computadora hace los cálculos de vuelo tomando en cuenta principalmente el peso y la posición de los pasajeros, el equipaje y el combustible, como lo hace un avión Airbus A350-900.

Durante el vuelo sirven un refrigerio, que se puede seleccionar con solo pulsar un botón de mando. Un minibar sale del piso, del lado de cada pasajero junto a la respectiva ventana. Allí abajo también está la bodega de equipaje, una parte del combustible y el sistema de giroscopios que mantiene los asientos (en realidad a toda la nave) correctamente orientados, para permitir que nuestra cabeza siempre esté arriba del cuerpo. Durante el viaje la cabina está presurizada a una atmósfera y aclimatada a una temperatura de veintidós grados Celsius, a pesar de que en el exterior tanto en Plutón como en Caronte es tan baja como doscientos dieciocho grados bajo cero. No se requiere un traje espacial muy especializado, excepto para salir en las dos terminales denominadas Hidrae y Stixi, respectivamente. Tanto en el planeta como en su satélite, todos los intercambios y traslados se hacen a través de compartimientos con puertas herméticas, que permiten el intercambio de gases, para mantener la requerida y apropiada presión y temperatura.

Hay un tren hermético con ventanas y techo transparente, que recorre el ecuador en ambos cuerpos celestes, con un mini-vagón totalmente acondicionado para humanos. No lo conozco, pero imagino que podría ser algo mucho más extremo que un tren transiberiano durante un invierno muy crudo. Los terrícolas establecimos colonias de robots en Plutón y en Caronte, desde el año 2201. La tecnología espacial permitió arrear gravitacionalmente algunos asteroides, ricos en minerales, lo que estimuló una boyante minería para suplir sus fábricas. El agua, el oxígeno y el nitrógeno para fabricar el aire acondicionado que necesitamos, se extrae localmente de los eternos hielos y de un océano interior que hay en Plutón. La fuente de energía para todas las máquinas y la electrónica es nuclear, basada en reactores de Torio. Este elemente particularmente el Th-232, es relativamente abundante, tanto en el planeta enano como su gran satélite.

Como le decía, hoy inicia mi regreso, que aprovecharé como último viaje de supervisión a las instalaciones en Plutón y lo juntaré con un paseo de 72 horas, más o menos un medio día plutónico. Este vuelo es el Nx-8h, mi asiento es el 1-B y estoy colocando mi equipaje de mano bajo él, cuando veo avanzar por el pasillo una hermosa mujer, que nunca he visto, un poquito más alta que yo, pero de menor edad. A través del moderado y transparente, pero requerido, traje de astronauta que debemos usar, veo que viste de color negro y tiene su pelo rojizo y liso simplemente recogido con una hermosa peineta plateada con un símbolo de clave de Fa, no lleva equipaje de mano, es imposible dejar de verla y admirarla. No esperaba una acompañante en este viaje, pensé que solo yo estaba en Caronte. No sé quién es, pero solo puede ser una ingeniera como yo, a menos que mis años de soledad me estén provocando alucinaciones celestiales. Llega a mi lado mirándome de reojo, yo solo balbuceo lo siguiente.

– Le gustaría este asiento, señalando al que está a mi lado.
Ella con una sonrisa me contesta. — Si gracias, aunque mi asiento asignado es el que usted ocupa, ¿cambiamos? —
Me levanto algo apenado y confundido y me cambio de lugar. Ella pasa frente a mí y se sienta pausadamente en su sitio reservado. Digo para mí mismo, pero en silencio: – Qué suerte será mi compañera de viaje, la probabilidad de esta situación es mínima. No me atrevo a cambiar mi equipaje de mano, para no incomodar más. De todas maneras, mi acompañante no lleva ninguno. Creo que ambos nos miramos furtivamente, volteando nuestra cabeza por unos segundos, pero permanecemos en silencio por varios minutos, mirando hacia las ventanillas, hasta que comienzan a ejecutarse las maniobras de despegue.
Bajo la solapa de su blazer, asoman solo tres letras de su nombre; Gyn …, y como no puedo ver el resto la llamaré simplemente Gyn. Parece que está nerviosa, sobresaltada y con un tenue sudor frío en todo su cuerpo, que se delata a través del traje. Estimo que su corazón palpita más rápido y más fuerte que lo normal, la cercanía me permite escucharlo, como si tuviera mis oídos pegados a su pecho, -quien no quisiera-

En un momento Gyn me dice. — Nunca he podido estar calmada durante las salidas y las llegadas, desde que leí en la biblioteca de mi bisabuela, un libro sobre el accidente del Challenger en 1986. Es curioso, pero se me olvida que este no es un viaje primariamente impulsado por cohetes de combustible químico, como los que usaron los Transbordadores Espaciales a principios del año 2000 –.

A sus espaldas las turbinas provocan una moderada pero incómoda vibración en la Nyxi. Ocurre un leve bamboleo que acerca sus cabezas, casi chocan. Luego Gyn arrima tímidamente su cabeza a mi hombro izquierdo y lo deja allí, con sus ojos cerrados hasta el momento de la partida de Caronte. Parece que eso produce en ella un efecto calmante en su estado de ánimo, una sensación de seguridad, o al menos de compañía cercana. Seguimos así por más de 45 segundos, hasta que las vibraciones desaparecen y estamos a punto de alcanzar la rapidez de crucero de la cápsula. Nos volvemos a ver, sonreímos, juntamos las manos; la derecha Gyn con mi izquierda. Parce que Gyn ya no suda, pero aún está fría como se sentiría una pieza de acero, en la noche, en la cima del Chirripó.

– Siento el pulso de su corazón, como si lo tuviera en mis manos. El mío late igual de acelerado-.

Reclinamos hacia atrás los asientos e iniciamos una larga etapa de reposo, con la cara de uno hacia la del otro, pero con los ojos cerrados, sólo mirándonos con la imaginación y, sin pronunciar palabra. Seguro comenzamos a imaginar lo que sería nuestro futuro inmediato; bueno, al menos yo. Quizás esperamos que, en los siguientes 330 minutos del viaje, algo bueno para recordar siempre, pueda suceder.

Cuando llegamos cerca del punto medio del viaje, ocurre una vibración moderada en la nave. Gyn se despierta e instintivamente ambos apretamos nuestras manos.

— Oh, disculpa- me dice, — estaba en medio de un agradable sueño, del tipo Las mil y una noches, acabo de regresar, no sé de dónde –.
– Es turbulencia- le digo, como para calmarla con una broma.
— Qué chistoso, eso no ocurre en el espacio —
– Bueno, sí…, a ciertos terrícolas sí nos pasa-. En cierta manera, comencé a sentir vibraciones en todo mi cuerpo desde el primer momento en que te vi, y la amplitud de las ondas que han estado recorriéndolo, apenas se están calmando, como parece que está ocurriendo con esta burbuja-.

El vuelo salió de día de Caronte y llegará de noche a Plutón, en solo seis horas. Al igual que con -la Tierra y la Luna, sus fases son opuestas. Ahora que Plutón está casi en -fase nueva”, Caronte está casi en -fase llena-. Hay, sin embargo, una interesante diferencia; desde “Selene” se puede ver la Tierra rotando sobre su propio eje, aunque no participando de un movimiento de revolución. Pero en el caso de Plutón y Caronte esta rotación como trompo no ocurre, los dos están relativamente estáticos, con los mismos dos lados enfrentados, lo único que se ve girar desde cualquiera de los dos cuerpos, son las estrellas de fondo. Como niños en lados opuestos de un carrusel que se miran fijamente uno al otro. Solo ven a sus padres, que están afuera, girando a su alrededor.

El vuelo inició a las 9:00, hora solar de Caronte (21:00 hora solar de Plutón), han transcurrido dos horas y Plutón se observa alto y enorme en el cielo casi en su -fase nueva-, muy cercano al Sol.

Desde la Tierra, Selene nunca se puede ver así, excepto durante un eclipse. Apunto hacia la ventana izquierda y le digo a Gyn: – Mira, parece que va a ocurrir un eclipse solar-. Y ella, con una pícara e inteligente sonrisa dibujada en su rostro me responde.

–No es un eclipse, es una ocultación, el Sol desde aquí se ve muy pequeño, pero su magnitud visual es -19, miles de veces más brillante que Venus, necesitaremos anteojos protectores-. Gyn saca de su cartera dos anteojos con filtro U-V y me da uno. – ¿Sabías que esto iba a ocurrir y venías preparada?

— Si…, nunca se sabe cuándo un simple aparatito te salva el día –. Contemplamos la inmersión del Sol tras Plutón, y nos divertimos un rato tratando de calcular en cuánto tiempo emergerá por el lado opuesto. Me llama la atención los conocimientos de Gyn sobre ciencia, tecnología y astronomía. – ¿Quién es esta inteligente, culta y bella mujer?, me lo pregunto varias veces, en silencio -.

Hemos llegado a la mitad del viaje y la Nyxi empiezan a mecerse muy suavemente hacia los lados, como si fuera un péndulo. El Sol está ahora del otro lado de Plutón, nos perdimos la emersión, seguro estábamos medio dormidos. Más adelante parece que la Nyxi está dentro de una muy tenue nubosidad, pero esto no puede ser. La guía automática de vuelo explica que precisamente hoy estaremos atravesando, durante dos minutos, la cola de un cometa que se dirige al interior del Sistema Solar. Aún está muy lejos del Sol, pero su incipiente atmósfera de diminutas partículas de polvo y gas, lo más cercano a la nada, se atravesó en el camino. Desde luego, no se observan meteoroides en el vacío entre Caronte y Plutón, solo parece que están dentro de un tenue velo que ha cambiado de manera muy leve la transparencia normal del diáfano espacio que nos rodea.

Seis horas después, estamos llegando, de noche, puntualmente a Plutón. Comienzan las maniobras de «aterrizaje». – Gyn y yo nos tomamos de la mano de nuevo. Ya se le quitó el miedo. En realidad, el descenso en el ecuador de Plutón es muy suave, una lenta caída gracias a los retrocohetes.

– Tengo que averiguar hacia dónde va Gyn-. Necesito saber si regresa a la Tierra, o si tiene que hacer un trabajo de supervisión, ¿o qué? -. Yo había planeado que, en mis primeras horas en Plutón, tomaría el tren que da la vuelta por el ecuador. Es un tren de levitación magnética, como el antiguo Maglev de Shanghai. Se detiene en cuatro estaciones, para observar planicies y montañas y continuar unos 45 minutos después. Bueno, no observar en el sentido normal que quisiera; todo esto hay que hacerlo sin salir del vagón especial del tren, solo se puede mirar por las ventanillas, tomar fotos, estudiar, hacer ejercicio, comer y dormir.

Gyn y yo nos estamos colocando los trajes de astronauta requeridos, para pasar de la Nyxi, al Nyxipuerto en Plutón y para mi mala suerte, contesta sin que le pregunte, lo que ha estado dando vuelta en mi cabeza; me dice:

–Durante las siguientes horas, mientras llega el nuevo día en este lado de Plutón, voy a hacer la revisión del complejo Cerberus-7 y cuando termine tomaré el tren ecuatorial, porque me interesa visitar de día esta región. ¿Y tú, cuáles son tus planes?

Parece que sus intenciones son que la acompañe. Mi falta de conocimiento me dejó mudo. Había planeado mi vacación y mi trabajo, justamente de forma opuesta a Gyn. ¿Qué podría yo ver de noche? Quedaba entonces una oportunidad de permanecer junto a ella, que ambos nos acompañemos a nuestros respectivos trabajos durante algunas horas y que Gyn quisiera permanecer un tiempo más en Plutón, cuando terminemos. Solo que este lado del enano volvería a estar de noche, pero bueno, el lado opuesto estaría de día, no está tan mal, una noche y un día plutónico juntos. Tengo que preguntarle. Pero la suerte no me había abandonado del todo, parece que lee mis pensamientos. ¿Me estará conduciendo?

De nuevo Gyn se adelanta y dice: –¿Quieres venir conmigo a Cerberus-7, juntos podremos hacer mi trabajo en menos tiempo, y cuando terminemos te acompaño a Cerberus-5 y te ayudo con lo que tengas que hacer allí? –.

No podía creer mi suerte, aunque tuve la duda de como supo hacia donde me dirigía. Claro que acepté, aunque no sé qué tendría que hacer allí, supongo que algo similar al trabajo que yo hago. Ambos toman el pequeño “taxi” hacia la primera labor conjunta de supervisión. Es curioso, cuando llegan, Gyn no tiene el código de acceso para entrar al complejo C-7 y me pide ayuda. Digitó la clave y entramos.

Inmediatamente Gyn se transforma, sus ojos pasan a ser dos poderosos láseres y sus pies y manos son como tenazas trituradoras que destrozan el metal y el plástico de los equipos electrónicos en el centro de control. No está simplemente dañado el software, está realmente haciendo pedazos todo el hardware que se le ponga en el camino, junto con cualquier otro equipo, no precisamente de cómputo.

Ahora se dirige al reactor nuclear de y retira las barras moderadoras, parece que quiere provocar una reacción en cadena desbocada, sin control, para producir un desastre nuclear equivalente a la detonación de varias bombas atómicas. Plutón y Caronte serán destruidos, con todo lo que los terrícolas han construido allí. Yo aun no comprendo del todo lo que sucede, estoy paralizado por el terror y el miedo. – ¿Por qué la bella y talentosa “humana” de la que estoy enamorado actúa de esa manera? Pero parece que Gyn si lo sabe, y está dispuesta a terminar pronto con su misión, que evidentemente incluye acabar con mi vida y la suya.

Ocurre una primera explosión y la C-7 pierde la mayoría de sus paredes y techo, el vacío y la baja temperatura actúan de inmediato quitándome la vida en forma instantánea, sin dolor. Si pudiera ver lo que sigue vería que Gyn también se congela en muy poco tiempo.

El hermoso cuerpo que admiré se rompe en miles de pedazos como si fueran bolitas de mercurio congelado y, en una de ellas, al fin se puede leer su nombre completo:

“Gynoid T-X”.  (https://en.wikipedia.org/wiki/T-X).

(*) José Alberto Villalobos Morales es Asesor en Física y Astronomía

 

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