martes 30, abril 2024
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La Costa Rica que se nos fue

Columna Poliédrica

Quien no conoció la Costa Rica entre 1950 y 1980, tiene un punto de referencia para analizar el deterioro que ha tenido la sociedad costarricense en los últimos 44 años, sumamente limitado. Se trata de un retroceso, especialmente, en materia social y en lo relacionado con el ingreso de las personas; para nadie es desconocido el deterioro que han tenido las instituciones encargadas del sector social y el ensanchamiento de la brecha entre los sectores de mayor y menor ingreso.

La Costa Rica en que se buscaba el bienestar de la mayoría de la población quedó atrás. Después de los años ochenta se instauró la idea de que cada quien se la juegue como pueda y que el bienestar de las personas depende únicamente de su propio esfuerzo; dicho en otros términos, según la ideología que se instaló entre los costarricenses, el fracaso o el éxito de las personas es un tema de responsabilidad personal.

Hubo una época en que los índices de pobreza que tuvimos, fueron cercanos a los de los países con mayor ingreso del planeta. Ello no solo se evidenció en el plano estrictamente económico sino que fue complementado con la política que se desarrolló en aquellos años, sin embargo, es curioso que entre los economistas de reciente data, cuando se analiza la pobreza, se suele poner la referencia a partir de la segunda mitad de la década del ochenta del siglo pasado; aquello no es casual, pero es claro que sea cual sea el punto de referencia, la pobreza en la Costa Rica del siglo XXI no ha disminuido a los porcentajes que se tuvo en antaño.

La tasa de desempleo también ha aumentado, especialmente, entre la población joven costarricense. Los empresarios se ufanan en decir que ellos son los que generan más del 80% del empleo y que por eso debemos estar eternamente agradecidos con ellos, sin embargo, eso no lo hacen porque son muy bondadosos; lo que sí es cierto, es que tienen varios años de no impactar el índice de desempleo y ello ha afectado de manera contundente, principalmente, a los jóvenes y en particular a las mujeres.

En la Costa Rica actual reina la desesperanza. Esa situación es más grave fuera de la gran área metropolitana (GAM) en que la pobreza priva en relación con la mayoría de la población de las zonas costeras y en la que el empleo turístico es limitado o nulo; en la GAM, por su parte, no solo ha recibido la migración de los que vienen a probar suerte en el centro del territorio costarricense, sino que pasan a engrosar los cinturones de pobreza caracterizados por el empleo informal o el desempleo.

Los hechos están ahí, el deterioro de la forma de vida que tuvimos en algún momento es evidente. Ya no solo es lo económico o lo social, es la manera en que nuestras vidas se desarrollan, por ejemplo, ya no podemos ir a algún lugar sin el temor que nos puedan matar; vamos a decirlo de manera clara, el bienestar que en algún momento tuvimos en términos de la paz y tranquilidad que existía, ni por asomo, lo tenemos en la actualidad.

Pensar que toda época pasada fue mejor, alguna gente dice que es cosa de viejos. Evidentemente depende del punto referencia que se tenga para hacer la valoración, el problema es que no siempre todos los receptores tienen el mismo punto de referencia; en otras palabras, es difícil que personas que nacieron después de 1980, dimensionen cómo se vivía antes del momento que nacieran. Ninguna estadística o explicación puede sustituir las vivencias de las personas.

Añoro esa Costa Rica en que la gente vivía mejor, la de un sistema educativo al que iban los hijos de los que tenían más y también de los que tenían menos, la de una Caja Costarricense del Seguro Social que atendía a todos y todas, sin distingo de clase social porque su atención era la mejor. Añoro esa Costa Rica que ya se nos ha ido y que no veré si algún día pueda volver a ser.

(*) Andi Mirom es Filósofo

andimirom@gmail.com

columna poliédrica.blogspot

 

 

 

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2 COMENTARIOS

  1. Todo muy bien, pero ese cuentito de que la tasa de desempleo ha aumentado entre «los jóvenes», es un argumento trillado y totalmente falso.

    Me hace pensar que el autor, con todo respeto, nunca ha tenido que salir a buscar empleo a los cuarenta años; y que tiene, si es que ya llegó a la edad, una pensión abultada

    • Don Luis, pero vaya y lea los informes del INEC y los del Estado de la Nación. El señor Mirom lo que está afirmando es lo que está en esos informes y en otras estadísticas.

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