domingo 28, abril 2024
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Papa Francisco critica negocios ilícitos a costa del «viacrucis» de migrantes en el Darién

Ciudad del Vaticano, 20 mar (Prensa Latina) El papa Francisco envió un mensaje al Encuentro de los Obispos de Colombia, Costa Rica y de Panamá, que se celebra en ese último país del 19 al 22 de marzo de este año, informó hoy el Vaticano.

De acuerdo con un comunicado divulgado este miércoles por la oficina de prensa de la Santa Sede, en su misiva dirigida a los participantes en ese evento, que tiene como tema Pascua con nuestros hermanos migrantes, el Sumo Pontífice expresó su preocupación por la caravana humana que pasa por el Tapón del Darién, en “un verdadero viacrucis”.

“En el Darién, con los hermanos y las hermanas migrantes”, encabezó Francisco sus palabras, y añade que “es ahí que ellos nos esperan, en la orilla terrestre de un mar de lágrimas y muerte que une hombres y mujeres, adultos y niños de las más diferentes latitudes”.

El Obispo de Roma aseveró que “la migración en esa región incluye venezolanos, ecuatorianos, colombianos, haitianos, que a lo largo del camino se vinculan con grupos de nicaragüenses y otros caminantes centroamericanos, así como de otros continentes”.

“Con su faceta multicultural, esta caravana humana pasa por el Tapón del Darién, una selva que es triunfo de la naturaleza pero que hoy se convierte en un verdadero viacrucis”, que muestra límites de gobernanza migratoria en el hemisferio occidental, y “alimenta un próspero negocio que permite acumular ganancias ilícitas del tráfico humano”.

El Papa pidió que la fraternidad hospitalaria de quien acoge con sensibilidad humana, se imponga a la indiferencia que ensangrienta el Darién.

Se refirió a su mensaje por la Jornada Mundial de Migrantes y Refugiados de 2023, donde expresó que “el derecho a no migrar se nos presenta como solución, aunque sea a largo plazo, a la migración forzada, por medio de la integración regional de los países expulsores, de tránsito, destino y retorno de migrantes”.

En tal sentido exhortó a “sumar esfuerzos con todas las instancias de la comunidad internacional, para que todos tengan ese derecho a permanecer en su tierra con una vida digna y pacífica”, y puedan “ofrecer su contribución, a través del trabajo y el compromiso personal” por “el bien de todos y la protección de nuestra casa común”.

Por otra parte, tras la audiencia general de este miércoles, el Pontífice retomó el tema de los actuales conflictos en muchas partes del mundo y reafirmó que “la guerra es un horror”, por lo que renovó su llamado a “hacer todos los esfuerzos posibles para negociar su fin”.

“La guerra es siempre una derrota”,dijo una vez más Francisco, y enfatizó que “no podemos seguir adelante” con la misma, por lo que instó “a encontrar soluciones para poner fin a los conflictos”.

A continuación, el mensaje completo del Papa Francisco a los obispos de estos tres países de América Latina:

«Saludo cordialmente a los participantes en la Reunión “Pascua con nuestros hermanos  migrantes. Encuentro de Obispos de frontera de Colombia y Costa Rica y Obispos de Panamá”. Me alegra que su reunión se sume a iniciativas como las reuniones como el IX Encuentro de  Obispos de frontera de Canadá, Estados Unidos, México, Centroamérica y el Caribe celebrado en El  Salvador y el II Encuentro de Obispos de frontera Colombia, Venezuela en Cúcuta, o el Encuentro  de Obispos de frontera entre Colombia y Ecuador en Pasto.

Nos dice el evangelista Mateo que “el primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a  preguntar a Jesús: ‘¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?’” (26,17). Hoy, la Iglesia que peregrina en Colombia, Costa Rica y Panamá, asociándose al Señor quiere responder: “En el  Darién, con los hermanos y las hermanas migrantes”. Es ahí que ellos nos esperan, en la orilla terrestre  de un mar de lágrimas y muerte que une hombres y mujeres, adultos y niños de las más diferentes  latitudes.

La migración en esa región incluye venezolanos, ecuatorianos, colombianos, haitianos, que a  lo largo del camino se vinculan con grupos de nicaragüenses y otros caminantes centroamericanos,  así como de otros continentes. Con su faceta multicultural, esta caravana humana pasa por el Tapón del Darién, una selva que es triunfo de la naturaleza pero que hoy se convierte en un verdadero viacrucis que no sólo pone en evidencia los límites de la gobernanza migratoria en el hemisferio occidental, sino que alimenta un próspero negocio que permite acumular ganancias ilícitas del tráfico humano.

Ni los peligros que suponen el tránsito y los chantajes ilegales, ni las crecientes devoluciones  o estancamientos en países donde estos hermanos y hermanas no son deseados disminuyen la  atracción (real o ilusoria) de satisfacer las necesidades de empleo y mejores condiciones de vida o,  incluso, de una esperada reunificación familiar.

La Iglesia en Latinoamérica y el Caribe, como lo atestiguan las cinco conferencias generales  de su Consejo Episcopal, siempre ha expresado su preocupación por el tema de la migración,  buscando ser una Iglesia sin fronteras, Madre de todos. Es por eso que, como cristianos, cada  refugiado y migrante que abandona su patria nos interpela. En nuestros pueblos encontramos al mismo tiempo la fraternidad hospitalaria que acoge con sensibilidad humana, pero desgraciadamente  también, la indiferencia, que ensangrienta el Darién.

Los animo a trabajar incansablemente para que sea posible erradicar esa indiferencia, de tal  manera que cuando un hermano o una hermana migrante llegue, encuentre en la Iglesia un lugar  donde no se sienta juzgado, sino acogido; donde pueda calmar el hambre y la sed, y revivir la  esperanza.

Por eso, la pastoral para la atención a la movilidad humana nos impulsa, cómo dice Isaías,  a ensanchar el espacio de la tienda (cf. 54,2) y así, reconociéndonos también forasteros, con nuestras  propias vulnerabilidades y carencias, podamos generar las condiciones necesarias para acoger al  prójimo como un hermano o una hermana, y hacerlo así partícipe de nuestra cotidianidad.

Reconozco con gratitud que la Iglesia en América, desde el sur hasta el norte, incluyendo el  Caribe, posee un amplio y diverso sistema de ministerio pastoral, caritativo y de movilidad humana  a nivel nacional y local, que se manifiesta a través de una amplia y sólida respuesta en la atención  directa a los migrantes, y que se plasma en casas de acogida, centros de retornados, asistencia humanitaria de emergencia, atención médica, atención psicosocial, asesoramiento legal, apoyo  espiritual, fortalecimiento de los colectivos de migrantes, medios de vida y procesos de incidencia política. Por favor, no desatiendan esos establecimientos, que son oportunidad de acogida y caridad  para con los hermanos más necesitados.

Un acercamiento regional a la migración representa, además, una oportunidad pastoral. En mi  mensaje para la Jornada Mundial de Migrantes y Refugiados 2023, recordé que el derecho a no migrar  se nos presenta como solución, aunque sea a largo plazo, a la migración forzada, por medio de la  integración regional de los países expulsores, de tránsito, destino y retorno de migrantes. Los exhorto pues a sumar esfuerzos con todas las instancias de la comunidad internacional, para que todos tengan ese derecho a permanecer en su tierra con una vida digna y pacífica.

El camino de la migración necesita pastores y agentes de pastoral que se atrevan a superar los  límites de lo establecido, que no teman reconocer ninguna senda porque han perdido el miedo que  paraliza, capaces de regresar a lo esencial, desinstalándose de la indiferencia, porque son conscientes de que, sólo caminando al ritmo de Dios con su pueblo santo, se podrán cruzar las barreras de lo convencional, llevando a la Iglesia, junto con los hermanos y hermanas migrantes, por vías de  esperanza.»

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