jueves 2, mayo 2024
spot_img

La hora de la verdad

No me gusta la política partidista, nunca me gustó, quizá porque nací cómodamente después del año cuarenta y ocho. No viví la era anterior y mis malos recuerdos acaso se remonten vagamente a la invasión del año 55, un susto quizá pero nada que me causara un daño inmenso, yo vivía en Naranjo de Alajuela, que junto a San Ramón y Villa Quesada, era un bastión furiosamente anti calderonista y por tanto antisomozista. Mis años juveniles fueron de paz y al tiempo ya nadie recordaba quien era de uno u otro bando. Una juventud llena de tranquilidad pueblerina, aunque después me fui a EEUU y México, mi alma rural jamás desapareció, yo soy un campesino disfrazado de citadino, pero en lo recóndito de mi alma vive un campesino de pies a cabeza y muy orgulloso de serlo. Esa vida campesina me llevó a ser desconfiado, la gente buena era buena y la mala era mala. Muy simple, o una cosa o la otra, no se podía ser ambas cosas.

Los años me fueron demostrando claramente que sin políticos no hay política y desgraciadamente sin política no hay democracia, quizá esta verdad de perogrullo cuesta digerirla, no obstante no existe otra manera de comprender la vida, es algo que a muchos nos disgusta profundamente, pero ahí está y no hay otra manera de que la vida republicana democrática funcione.

El mundo posterior a la caída del muro de Berlín, ha evolucionado hacia una apasionada idea de libertad que no es una certeza, hay un crecimiento de los movimientos populistas que se suben a los hombros de los desesperados, son cada vez más las personas que esperan un Mesías político, que después de alcanzar el poder se convierte en dictador (de conciencia)es una especie de regreso a la política de Caudillos del siglo XX que nos causó mucho daño. Orquestada por los grandes imperios económicos mundiales (financiada) la ola crece y crece convirtiéndose en una horrible Medusa y no parece haber un Perseo cerca que la corte y la coloque en el escudo de Atenea.

Hoy, miramos quizá sin ver, atormentados por la Pandemia, por las guerras de tierras lejanas y por miles de razones, mientras el futuro inmediato nuestro país se encamina hacia el despeñadero, nos toca ver cómo todos los logros que consiguieron nuestro abuelos y nuestros padres, amenazan con desaparecer.

No es una elección cualquiera, es un duelo entre la verdad y la mentira, entre la libertad y la dictadura del poder populista, una oportunidad de detener el ya deteriorado estado de derecho y solidaridad o entregarlo a la rapiña disfrazada de bondad.

La democracia más consolidada de Latinoamérica está al borde del colapso, está a punto de caer en una zona de no retorno, entonces muchas personas alzarán sus voces de clamores y será en vano.

No quiero parecer un profeta del Israel bíblico, pero los años enseñan a ver fríamente la realidad. Este domingo tres de abril, se juega el fututo de nuestros hijos y nietos, cada cual actúe como quiera, pero después no señale con el dedo.

(*) Dr. Rogelio Arce Barrantes es Médico.

Noticias de Interés

1 COMENTARIO

  1. Don Rogelio, el futuro de nuestra Patria, no se juega este 3 de abril, ya se jugò y desde hace ya varias dècadas, en estas «elecciones», lo que van a hacer los votantes es acudir a las urnas para guardar las apariencias, y todavìa seguir creyendo que vivimos en una democracia consolidada. Muchos ciudadanos saben perfectamente que cualquiera de estos dos candidatos que resulte ganador, serà su pròximo verdugo, su inmisericorde verdugo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas Noticias