lunes 29, abril 2024
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Jacinto Vera, el «regalo de Dios» que será beatificado en Uruguay

Montevideo, 6 may (Sputnik).- El primer obispo de Uruguay, Jacinto Vera (1813-1881), una figura de peso en la vida social, religiosa y política del país sudamericano en la segunda mitad del siglo XIX, será beatificado este sábado en una ceremonia en el mítico estadio Centenario, para la que se espera la asistencia de miles de fieles.

Su beatificación, el paso anterior a una canonización, lugar después de la aprobación tiene por parte del papa Francisco, en diciembre de 2022, de un milagro atribuido al sacerdote en 1936. Vera, a quien en vida sus fieles llamaban «santo»,

fue uno de los principales religiosos que impulsó la llegada de la iglesia a los rincones más lejanos de un país con escasa y dispersa población, que vivieron sus primeras décadas de independencia.

«No hemos vivido nunca una beatificación en nuestra tierra y es algo que pasa una vez en la vida, la oportunidad de participar es ahora o nunca y también es de redescubrir que nuestro primer obispo, el forjador de la iglesia uruguaya, es santo», Dijo a la Agencia Sputnik el sacerdote Mathías Soiza, vicario pastoral de la Arquidiócesis de Montevideo.

Vera también despertó polémicas, como su negativa a enterrar a un extranjero masón en un camposanto católico en 1860 que dio lugar a la secularización de los cementerios ya un conflicto con el gobierno de la época que terminó con el destierro del sacerdote.

Los expertos sitúan el comienzo de la separación entre la iglesia y el Estado uruguayo en esa década, para quedar finalmente establecido en la Constitución de 1919.

En medio de esa tensión con el Estado, Vera organizó y fortaleció la estructura de la iglesia en la capital y el interior rural de la época, testigo de varias guerras civiles entre los principales caudillos políticos del país.

«La importancia de la beatificación en un país laico como Uruguay es que sitúa sobre la mesa una figura histórica real que tuvo una enorme importancia en el forjamiento de la sociedad montevideana y en rasgos que trascienden lo meramente religioso», dijo Soiza.

Añadió que Vera fue «una persona que medió por la paz y la reconciliación entre actores políticos en un país que estaba tremendamente dividido y que era también objeto de injerencias externas que favorecían esas divisiones, de Argentina, de Brasil y otros, Jacinto supo estar ahí en el medio de la brecha».

Adelantado e intercesor

Ante los conflictos independentistas que vivían la región, la familia Vera permanecieron unos años en lo que actualmente es la ciudad brasileña de Florianópolis para luego desplazarse a la zona este de Uruguay.

Vera pasó su infancia y juventud trabajando en el campo junto a su familia, tuvo un corto período como soldado en la llamada Guerra Grande (un período de conflicto en el Río de la Plata entre 1839 y 1851) para luego partir a Buenos Aires a seguir su educación religiosa.

Se seguramente sacerdote en Buenos Aires en 1841 y ese mismo año volvió a Uruguay, donde se desempeñó por casi dos décadas en la parroquia de la ciudad de Canelones, cercana a la capital.

Al tomar la jefatura de la iglesia nacional en 1859 comenzó viajes al interior que duraron varios meses en diligencia ya caballo para visitar localidades lejanas, afectó más adelante por dos guerras civiles (la Cruzada Libertadora en la década de 1860 y la Revolución de las Lan zas en la siguiente), conocer su situación y confesar a decenas de fieles.

«Siendo la cabeza de una iglesia muy precaria, muy débil, él se plantaba firme, se sentaba a escuchar con quien quisiera hablar con él, estuvo en el cuajarse de la patria y es un personaje que está en el olvido», comentó Soiza.

Vera también organizó una asociación de socorro durante la epidemia de cólera de 1869, atendiendo personalmente a los enfermos en barrios a donde no llegaba un Estado frágil en lo institucional y siempre falto de recursos, algo que ya había hecho unos años antes ayudando a heridos de guerra en una localidad del noroeste del pais.

«Fue una persona que estuvo donde tenía que estar, se ganó el respeto de todos pese a que también tuvo resistencias», comenta Roxana Pallotta, directora del Espacio Cultural Artigas, donde se exhiben objetos personales de Vera, en entrevista con esta agencia.

En la muestra se exhiben objetos como su certificado de bautismo, un mate (recipiente donde se toma la infusión del mismo nombre), un reloj despertador, la cruz papal con la que fue enterrado, la túnica que le colocaron tras realizarle la autopsia, la máscara mortuoria, cartas personales y fotografías, entre otros.

El milagro que se le adjudica a Vera fue la curación de un adolescente de 14 años, quien sufrió una infección tras una cirugía de apendicitis.

Su tío le llevó una estampa de Jacinto Vera para que se la aplicara sobre la herida y rezara por su intercesión ante Dios para la curación; según la iglesia, el adolescente se había recuperado por completo a la mañana siguiente.

El sábado se espera una asistencia masiva a la tribuna Olímpica del estadio, con capacidad para casi 20.000 personas, para presenciar una misa y el rito de beatificación encabezado por el cardenal Paulo César da Costa, arzobispo de Brasilia, designado por el papa Francisco para la ocasión, desde las 19:00 GMT.

«Es un regalo de Dios para la iglesia uruguaya, para el pueblo uruguayo (…) Lo vamos a tener como intercesor ante Dios, se lo va a poder venerar, ya es un santo aunque no esté oficialmente declarado», comenta Rosina a esta agencia, quien visitó la muestra de objetos personales. (Sputnik)

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