sábado 27, abril 2024
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La economía mundial pierde billones en los años posteriores a El Niño

Madrid, 20 May. (EUROPA PRESS) – Las consecuencias económicas del fenómeno climático conocido como El Niño pueden persistir durante varios años y costar billones en pérdidas de ingresos en todo el mundo.

Según recalcan en la revista ‘Science’ investigadores del Darmouth College, en los años en que se produce, la franja de agua cálida del océano que se extiende desde Sudamérica hasta Asia, conocida como El Niño, desencadena cambios climáticos de gran alcance que provocan inundaciones devastadoras, sequías que acaban con las cosechas, la caída en picado de las poblaciones de peces y un repunte de las enfermedades tropicales.

Con la previsión de que El Niño vuelva este año, los investigadores informan de que el coste económico de este patrón climático recurrente puede persistir durante varios años después del evento en sí, y costar billones en pérdidas de ingresos en todo el mundo. El estudio es uno de los primeros en evaluar los costes a largo plazo de El Niño y prevé pérdidas muy superiores a las estimadas por investigaciones anteriores.

El Niño es la fase cálida de El Niño-Oscilación del Sur, el ciclo natural de temperaturas cálidas y frías en el Océano Pacífico tropical que incluye su contrapartida más fría, La Niña. Los fenómenos de El Niño alteran los patrones meteorológicos en todo el mundo y, en Estados Unidos, suelen dar lugar a inviernos más húmedos y cálidos en la costa occidental y a una temporada de huracanes más suave en la costa atlántica.

Los investigadores dedicaron dos años a examinar la actividad económica mundial en las décadas posteriores a los episodios de El Niño de 1982-83 y 1997-98, y descubrieron una «firma persistente» de ralentización del crecimiento económico más de cinco años después.

La economía mundial se desangró en 4,1 y 5,7 billones de dólares, respectivamente, en la media década posterior a cada uno de estos fenómenos, la mayor parte a cargo de las naciones más pobres de los trópicos.

Los investigadores prevén que las pérdidas económicas mundiales en el siglo XXI ascenderán a 84 billones de dólares a medida que el cambio climático amplifique potencialmente la frecuencia y la fuerza de El Niño, incluso si se cumplen los compromisos actuales de los líderes mundiales de reducir las emisiones de carbono. Calculan que sólo el fenómeno de El Niño previsto para 2023 podría frenar la economía mundial hasta en 3 billones de dólares de aquí a 2029.

El autor principal, Christopher Callahan, doctorando en Geografía por la Universidad de Dartmouth, afirma que el estudio aborda un debate en curso sobre la rapidez con que las sociedades se recuperan de fenómenos climáticos importantes como El Niño.

«Podemos afirmar con certeza que las sociedades y las economías no se recuperan por sí solas», asegura en un comunicado Callahan, y añadió que sus datos sugieren que una recesión tras El Niño puede durar hasta 14 años, si no más.

«En los trópicos y en los lugares que sufren los efectos de El Niño, se produce un fenómeno persistente durante el cual el crecimiento se retrasa al menos cinco años –explica–. Nunca se ha cuantificado del todo el precio total de estos fenómenos: hay que sumar todo el crecimiento deprimido en el futuro, no sólo cuando se produce el fenómeno».

El autor principal, Justin Mankin, profesor adjunto de Geografía, dijo que los resultados ponen de relieve un factor crítico y poco estudiado que determina el coste económico del calentamiento global: las variaciones interanuales de las condiciones climáticas.

Aunque estas oscilaciones son en gran medida independientes del calentamiento global, pueden amplificar o disminuir sus efectos. Descrito en su día como el «tronco del árbol de la variabilidad climática», El Niño es la mayor y más importante fuente de variación climática anual, que altera el tiempo en todo el mundo y repercute en las economías nacionales.

En lo que respecta al cambio climático, los líderes mundiales y la opinión pública se centran, con razón, en el incesante aumento de la temperatura media mundial, afirma Mankin. «Pero si se calculan los costes del calentamiento global sin tener en cuenta El Niño, entonces se están subestimando drásticamente los costes del calentamiento global», subraya.

«Nuestro bienestar se ve afectado por nuestra economía global, y nuestra economía global está ligada al clima –recuerda Mankin–. Cuando uno se pregunta cuán costoso es el cambio climático, puede empezar por preguntarse cuán costosa es la variación climática. Aquí demostramos que esa variación, encarnada en El Niño, es increíblemente costosa y estanca el crecimiento durante años, lo que nos ha llevado a estimaciones de costes que son órdenes de magnitud mayores que las anteriores».

Callahan y Mankin descubrieron que los fenómenos de 1982-83 y 1997-98 provocaron que el producto interior bruto de Estados Unidos fuera aproximadamente un 3% inferior en 1988 y 2003 de lo que habría sido de otro modo. Pero el PIB de naciones tropicales costeras como Perú e Indonesia fue inferior en más de un 10% ese mismo año.

«El patrón global del efecto de El Niño sobre el clima y la prosperidad de los distintos países refleja la distribución desigual de la riqueza y el riesgo climático -por no mencionar la responsabilidad del cambio climático- en todo el mundo –explica–. El Niño amplifica las desigualdades más amplias del cambio climático, afectando desproporcionadamente a los menos resistentes y preparados de entre nosotros».

Según apunta, «la duración y magnitud de las repercusiones financieras que hemos descubierto me sugieren que estamos mal adaptados al clima que tenemos. Nuestra contabilidad eleva drásticamente la estimación del coste de no hacer nada. Necesitamos tanto mitigar el cambio climático como invertir más en la predicción y adaptación a El Niño, porque estos fenómenos no harán sino amplificar los costes futuros del calentamiento global», advierte.

Según Callahan, se prevé que El Niño de 2023 se produzca en un momento en que las temperaturas de la superficie del mar están en su punto más alto. El último gran fenómeno de El Niño se produjo en 2016 y convirtió ese año en el más caluroso de la historia.

El calentamiento global no ha hecho más que intensificarse en los siete años transcurridos desde entonces. Además, el mundo está saliendo de una prolongada La Niña y las dos fases pueden reforzarse mutuamente. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica prevé que las probabilidades de que El Niño se instale a finales del verano superen el 80%.

«Todo está listo para que se produzca un gran fenómeno de El Niño –alerta Callahan–. Nuestros resultados sugieren que es probable que se produzca un importante impacto económico que deprima el crecimiento económico de los países tropicales durante una década. El resultado podría ser una pérdida de productividad global de billones de dólares en comparación con un mundo sin El Niño».

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