lunes 29, abril 2024
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La relatividad del tiempo y la vida

Columna Poliédrica

Hablando con un amigo me decía que no sabía en qué momento llegó a los cincuenta años. Manifestaba que hasta sus treinta años su vida se desarrolló, según él, de manera más lenta; sin embargo, alega que después de emparejarse y tener familia, los veinte años siguientes pasaron como una exhalación y ello lo atribuye a que su vida se circunscribió y giró alrededor de la crianza de sus hijos.

El tiempo es relativo decía el profesor Einstein. Si uno está internado en un hospital, el tiempo es percibido como más lento por el enfermo, eso de estar acostado sin hacer nada genera ese tipo de percepción; no obstante, ocurre lo contrario cuando usted está haciendo un trabajo de plomería en la casa y cuando se percata pasó el día y no pudo resolver lo que el trabajo demandaba.

Hay personas que nunca llegaron a los cincuenta años. Está claro que la expectativa de vida ha aumentado y ello se debe al mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad; empero, actualmente hay enfermedades que amenazan a las personas con morir antes de esa edad, estamos hablando de aquellas relacionadas con la mala alimentación, el estrés y lo que ha provocado que jóvenes y no tan jóvenes tengan enfermedades cardiovasculares y de otros tipos que provocan un fallecimiento prematuro.

Antes se celebraba por todo lo alto llegar a los cincuenta años. Evidentemente ello respondía a la expectativa de vida que se tenía en aquel momento y a la excepción que suponía la longevidad de llegar a lo que posteriormente se denominó la tercera edad; dicho en otros términos, vivir más allá de la mitad de un siglo era todo un triunfo, especialmente, cuando la constante en otras épocas era vivir treinta o cuarenta años, ello producto de múltiples factores como la guerra, las enfermedades y las más diversas vicisitudes humanas.

En la actualidad duramos más pero vivimos menos. Tenemos la posibilidad de estar más tiempo en este mundo porque la expectativa de vida ha crecido, pero eso no quiere decir que vivamos más; dicho de otra manera, la sociedad en que nos ha tocado existir impide a los seres humanos vivir y desarrollarse en todo su potencial, en lugar de pensar más lo hacemos menos, en lugar de alimentarnos bien lo hacemos mal, en lugar de descansar mejor descansamos peor.

No trabajamos para vivir sino que vivimos para trabajar. En Costa Rica hay gente que se ufana de la cantidad de horas de trabajo que, valga decir, no son proporcionales al salario que se les paga a las personas; lejos de ufanarse, debería generar una gran preocupación, ya que los trabajadores cada vez se ven más limitados para poder vivir y disfrutar de la familia, del ocio y demás posibilidades para el desarrollo integral del ser humano.

Hay que vivir más pero no en tiempo, que es relativo, sino en experiencias.

(*) Andi Mirom es Filósofo

 

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