Buenos Aires, 20 nov (Sputnik).- El temprano reconocimiento de la derrota del domingo por parte del candidato oficialista a la presidencia argentina, Sergio Massa, fue sucedido por escenas de llantos y preocupación por parte de los militantes peronistas por lo que le espera a este país sudamericano, que será gobernado por el libertario Javier Milei los próximos cuatro años.
«Yo lo único que espero es que no le quiten nada a los que menos tienen, porque todos podemos estar en ese lugar mañana. Yo he tenido que contar monedas, hoy por suerte no, hoy tengo laburo, pero yo sé lo que es no tener laburo y no entiendo cómo la gente no puede darse cuenta de que todos podemos estar en cualquier lado de esta vida», cuenta entre lágrimas a la Agencia Sputnik, Alejandra Vázquez, trabajadora ferroviaria de 38 años.
La mujer asume que por primera vez tiene miedo por el futuro del país. «Esto es una devastación, tengo mucho más miedo que con (el expresidente, Mauricio) Macri, porque ni siquiera es una persona políticamente correcta en el pensamiento; para mí es una persona que no va a saber qué hacer y una mínima decisión va a matar a un pibe en la calle. Ese es mi miedo», dice.
Desde temprano en la tarde, los ánimos en el búnker oficialista estuvieron cortantes. Ya no se vivía la algarabía indisimulable que se percibió en la primera vuelta celebrada en octubre, en la que Massa fue el más votado, sino dirigentes que se salían de la vaina para anunciar la derrota.
Los boca de urna, algunos demasiado osados, que se difundieron desde temprano, no lograron distraer al equipo de campaña del ministro de Economía, que se apersonó en el Complejo C del barrio porteño de Chacarita cerca de las 18:30 horas (21:30, GMT). Pero todo cambió media hora más tarde, cuando se conocieron las primeras mesas testigo, que presagiaban una abultada victoria del economista de ultraderecha.
En ese momento, el secretario adjunto de la Confederación General del Trabajo (CGT), Héctor Daer, daba la primera señal derrotista de la tarde noche.
«Tenemos que esperar los resultados y con responsabilidad aceptar la voluntad del pueblo argentino», dijo el dirigente desde el búnker.
El ingreso de Massa al recinto interno del complejo tampoco fue como en las generales de octubre, cuando fue recibido con aplausos y un aforo completo. Esta vez entró apurado, como queriendo terminar rápido el trámite.
«¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad», sonaba por los altoparlantes el hit noventoso del trío rockero Divididos. Apenas terminó el tema, Massa subió acompañado de su esposa, Malena Galmarini, y el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, entre otros dirigentes.
Apenas comenzó a hablar, los asistentes apoyaron su entereza para reconocer la derrota, salvo por un asistente, que comenzó a gritar improperios contra el partido ganador, hasta que fue retirado del recinto por el exdiputado Claudio Morgado.
Entre aplausos, Massa también anunció su retiro de la política.
«Me sorprendió lo que dijo, pero bueno, espero que sea la primera reacción, yo creo que no va a pasar, porque en realidad él se merece ser presidente, más allá de que estemos con acuerdos y con desacuerdos, pero él se lo merece, y es un hombre honesto, no tiene causas, lo mismo que (el actual presidente) Alberto (Fernández)», afirmó a esta agencia Patricia Moffa, terapista ocupacional de 55 años.
La mujer entiende que a la Argentina le esperan persecuciones, despidos, fin de las indemnizaciones por despidos, y cierre de pequeñas y medianas empresas. «Esto va a ser un caos, yo creo, y en las provincias mucho más», afirmó.
«La verdad es que estoy muy triste, porque siento que el pueblo en cierta forma no toma conciencia de lo peligroso que es lo que se viene, que es gente que no lucha por los derechos, directamente los quiere destruir, dice que las Malvinas no son argentinas, reivindican la dictadura, me siento muy mal porque lo que viene es algo muy oscuro», analiza.
La militancia, venida de los principales puntos del conurbano de la Provincia de Buenos Aires, el centro de poder que conservará el peronismo, y la ciudad homónima, emprendió la retirada entre abrazos y palabras de aliento, como la que expresó a esta agencia Maia Moreira, directora de un espacio cultural.
«Milei gana porque la gente no conoce la historia de su país y no tiene el ejercicio de hacerlo cotidianamente. Tiene el plan económico que planteó la dictadura cívico-militar de nuestro país, no hay que imaginar lo que viene. Ya sabemos cómo funciona, lo vimos con la dictadura, lo vimos en el menemismo, lo vimos con Macri y lo vamos a volver a vivir. Y vamos a ir a dar batalla todas y cada una de las veces que sea necesario por nuestro derecho, por lo que conquistamos, porque no merecemos perder nada de lo que luchamos», dijo la mujer de 38 años.
El peronismo deberá reconstruirse desde las bases que le han dado bríos en estos cuatro años aciagos en lo que a economía se refiere. Las mujeres -presentes en este artículo-, los jóvenes, y las organizaciones sociales, que dieron consistencia a la presente campaña, serán los pilares que le devolverán a este movimiento su razón de ser, y que durante los próximos cuatro años le encontrarán en una posición que ya conoce de antemano: la de la resistencia.
Milei obtuvo el 55,7 por ciento de los votos, contra el 44,3 por ciento de Massa, cuando se llevan escrutadas el 99,28 por ciento de las mesas, de acuerdo a datos de la Dirección Nacional Electoral. (Sputnik)
La que había era felíz para los socialistas paracitarios.