Las alarmantes estadísticas que nos brinda el Organismo de Investigación Judicial, sobre la cantidad de homicidios generados en el año 2023, donde se ha sobrepasado la suma de 900 muertes, la tasa de 17,2 muertes por cada 100.000 habitantes, lo que lo ha convertido en el año más violento de la historia, nos devuelve al paradigma de que es lo que se requiere para evitar los altos incrementos de criminalidad que nos agobian día a día.
El populismo mediático, aboga por cambios en las leyes, aumentos drásticos de penas, creación de nuevos delitos, reducción de beneficios carcelarios, sanciones a los menores infractores más drásticas, como si esta fuera la pomada canaria, que calmara el mal y reducirá la delincuencia.
El tema, sé que no es del agrado de muchos, que tildan el garantismo de permisión a los hechos delictivos y entonces optan por un punitivismo sin control que sostiene que la solución al problema de la inseguridad provocada por la violencia existente en todo el territorio nacional, sin excepción, no pueda esperar a que mediante políticas de prevención y una política criminal integral se brinden las medidas más adecuadas al problema en cuestión.
Claus Roxin, expreso “… que las continuas modificaciones legislativas para crear nuevos delitos o incrementar penas, no cambia en nada la existencia de crímenes y por eso la medida más eficaz contra la criminalidad es tratar de cambiar los orígenes y las causas de estos comportamientos; por ejemplo, la pobreza, es una causa muy importante. O tomar medidas preventivas para evitar el delito. En todo el mundo se piensa que aumentar penas es una respuesta efectiva a los crímenes y esa es también la explicación de por qué la pena de muerte existe hasta hoy, a pesar de que en la teoría penal y criminológica no hay ninguna justificación para la pena capital…”
Parece que los legisladores y quienes comulgan con los aumentos de penas y el encierro a toda costa, se avocan más al “ cómo de la represión del delito ”, olvidando con ello el “por qué” sucede y pasa lo que pasa.
Nada hacemos con más represión, sino invertimos en prevención. Nada hacemos con llenar las prisiones de delincuentes, sino se tienen los medios para cumplir con el fin de la pena de prisión, como lo es la REHABILITACIÓN. Porque es con una adecuada atención carcelaria, que al menos procuramos que una vez cumplida una pena de prisión, el sentenciado pueda resocializarse.
Estamos claros, que ante la demostración del hecho y la imposición de una pena, como represión al hecho, está debe darse, pero la represión sin la prevención es ineficaz y resulta entonces en un desperdicio de recursos porque no se obtienen los fines que ello persiguen de evitar el aumento de casos delictivos como los que hoy día ocupan los titulares de la prensa.
Debe existir un equilibrio entre las políticas represivas y las políticas preventivas, porque no se ha logrado una adecuada prevención y más aún un adecuado trato, cuando hay represión.
Se deben establecer modelos de responsabilidad represivos, donde el sistema le exija a los responsables de un hecho, una responsabilidad activa, incluso reparando el daño causado y fomentando la empatía y consciencia de responsabilidad. Debemos crear incentivos o motivación para la transformación personal del ofensor, debemos procurar apoyo de la comunidad que aseguren una adecuada reinserción a la sociedad y en casos de reclusión, que se den las condiciones adecuadas para una ejecución de la sanción con dignidad.
No es abrir la discusión entre si es mejor la represión que la prevención, es concertar, conciliar los esfuerzos de la represión con los esfuerzos preventivos. Todas las políticas preventivas representan mayor exigencia y trabajo, exigen conocimientos técnicos e implican rigor metodológico, los resultados no son a corto plazo, pero cuando se generan son mayormente de éxito.
El diagnostico para entender las causas de la criminalidad debe ser participativo, involucrando a todos los sectores de manera integral, con el fin de establecer prioridades y formular estrategias de prevención. El mayor éxito de los planes de prevención se han obtenido cuando quienes los diseñan conocen la problemática de cerca, siendo generalmente las organizaciones especializadas de la sociedad civil, aquellas que han trabajado en las comunidades que las conocen por interactuar con estas.
Para obtener buenos resultados y disminuir la inseguridad ciudadana, debe existir coherencia entre los programas de prevención, la política social y la política criminal, siendo todos integrales.
Con una política clara de prevención se atacan las causas estructurales que generan vulnerabilidad, concertando de manera adecuada las políticas sociales, económicas y urbanas para generar mayores oportunidades de educación y trabajo para los más excluidos, caso contrario solo tendremos, dispersión, fragmentación, descoordinación, y por tanto, bajo impacto de las políticas criminales orquestadas para mejorar la seguridad ciudadana.
Con la represión solo se atacan los síntomas del crimen; la prevención ataca las causas. Desafortunadamente, la prevención no es bien vista, sus enemigos la acechan, el mayor de ellos es la reticencia de los políticos a invertir en el largo plazo, olvidando que son mayores las ventajas que se obtienen con la prevención que con la represión.
(*) Lic. Rafael A. Rodríguez Salazar es Abogado y Notario
rafael@lafirmadeabogadoscr.com
Nadie quizas nadie pueda decir que esta a salvo de ser victima collateral o indirecta en una balacera en cualquier parte del pais este donde este. Los gobiernos locales si tienen suficientes herramientas para cobrar impuestos pero muy poco interes en involucrarse en la seguridad de sus cotizantes. Alcaldes se la pasaron repartiendo confites en la navidad y año nuevo viendo la inseguridad ciudadana como si fueran luces de bengala! Por el otro lado da terror se matado o atropellado por un textero en carretera, que llaman accidente.
Shalom