lunes 29, abril 2024
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¿Por qué estudiamos?

Estudiamos porque nos agrada crear y producir cosas y nos sentimos mejor cuando las hacemos bien.

  • ¿Cuál médico no quiere siempre salvar a sus pacientes?
  • ¿Qué arquitecto, o ingeniero no sueña con construir el más bello y funcional edificio?
  • Habrá algún artista que no se inspire con la bella música de Beethoven?

Hacer las cosas bien es el motor que mueve a cada individuo y por consiguiente a la humanidad. No se llega a hacer las cosas bien por pura genética, pero si es un factor importante. El éxito solo se alcanza con no menos de un 90% de esfuerzo personal. El resto es el aporte de nuestros ancestros, del entorno, compañeros, amigos, vecinos, la contribución del país y el patrimonio global de la humanidad.

Tanto usted como yo, estamos en capacidad de llegar a hacer buenas cosas, pero tenemos antes que aprender a hacerlas bien y esa es la principal razón por la que estudiamos todos los días. El inicio de sus estudios, en cualquier momento que ocurra puede marcar un momento importante para su vida.

La familia, la comunidad y el país están colaborando para que aprovechemos los seis años de la escuela y los cinco del colegio de la mejor manera, para que lleguemos a ser mejores ciudadanos y para que continuemos y definamos, con un poquito más de aprendizaje especializado, lo que vamos a hacer en el futuro cercano. Debemos aprovechar toda oportunidad para aprender, es la principal y a veces única responsabilidad de los estudiantes de todas las edades.

Hace unos años viví muy de cerca con estudiantes de colegio en otro país. Quedé sorprendido por la cantidad de actividades extracurriculares que por iniciativa propia y por placer, realizan en el colegio y en el barrio, después de las tres de la tarde.

Aprenden a tocar instrumentos musicales, entrenan para ser muy buenos deportistas, participan en la elaboración del periódico estudiantil, en clubes de arte, aprenden idiomas extranjeros, computación, hacen servicio comunal, y todo eso manteniendo buenas calificaciones -nada de notas en rojo-, por el contrario, son buenos y sobresalientes en todas las asignaturas.

También observé que se miraba muy poca televisión y se leía mucho.

Comprobé además como los mayorcitos, hijos de pobres y de ricos por igual, realizaban algún tipo de actividad remunerada, buscada por ellos mismos para realizar en su tiempo libre, como dar tutorías a sus compañeros, entregar periódicos, colaboran en oficinas, tiendas o supermercados y ayudar a ancianos, aunque sea una o dos horas por semana, sin interferir en lo más mínimo con sus obligaciones escolares. Esto los pone en contacto con la realidad que vive su comunidad y no sueñan con la fantasía utópica de que papá, mamá y el gobierno deben darles todo. También les enseña el valor del trabajo y del esfuerzo que debe hacerse para lograr metas, por simples que sean.

No parece lógico entonces, que en Costa Rica, un país con más necesidad de buenos aportes de sus ciudadanos, concluyamos con un bachillerato y lo único que sepamos hacer es, medio tener la capacidad para seguir estudiando, en un sistema de enseñanza superior que parece cada vez más bajar sus estándares y calidad.

En once años de nuestra vida podemos lograr cosas extraordinarias, si los aprovechamos para alcanzar un aprendizaje amplio, que sirva para realizar nuestro aporte de la sociedad.

Por favor, no los desperdiciemos, porque nosotros mismos, nuestra familia y el país, necesita de ese aporte tan pronto tengamos la capacidad requerida para hacer bien las cosas.
Cumpliré 81 y aún disfruto el estudio, el aprendizaje, hacer y compartir -todos los días-.

(*) José Alberto Villalobos Morales es asesor en Física y Astronomía.

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1 COMENTARIO

  1. Lo he dicho algunas veces en algunas de mis Columnas, antes le decían a uno: estudie para que sea alguien en la vida. No obstante, cuando usted comienza a estudiar se da cuenta que es una actividad que será permanente durante la vida y los más acuciosos llegarán a comprender lo cierto de la frase famosa de Sócrates: solo sé que no sé nada. Gracias don José por este texto de una persona que, aunque quisiera, jamás puede dejar su vocación docente.

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