domingo 28, abril 2024
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Las guerras tienen dueño

Las guerras tienen dueño y las deciden pocas personas y, a veces, una, en la soledad de una habitación donde todo se zanja frente a mapas que cuelgan en penumbrosas paredes. 

Para ir a las guerras no hay referéndums. La guerra  es el acto dictatorial más letal impuesto a la ciudadanía, sea este asignado en democracia o no. Unas serán glorificadas y otras no, y dependerá del prisma de los bandos pero, en cualquier caso, se pedirá  jurar lealtad al terror de unos pocos. Con tristeza escribo estas palabras, desilusionado de la naturaleza humana.

El ciudadano es conminado a entregarse en un altar de inmolación, como en el sacrificio ofrecido por Abrahán a Dios, -el de su amado hijo Isaac-, solo que en nuestras guerras -como ahora ocurre- no existe un Dios misericordioso.

Lo que le reprocho a Putin -aun si le asistieran todas las razones del “realpolitik”- es que haya desbocado demonios que solo muerte y destrucción traen. Acuso a Putin de cargar sobre los lomos de los trabajadores de Rusia y Ucrania, -gente ordinaria cuya aspiración es la felicidad-, un holocausto que no es el de ellos y ellas. A Putin le recrimino que haya desatado la tormenta perfecta, el infierno perfecto, que alegremente el complejo militar industrial estadounidense celebra con nuevos y jugosos contratos, todo a sabiendas que Biden es un presidente débil, rodeado de halcones y malos consejos.

Increpo la hipocresía letal de Occidente que piensa solucionar el problema inundando Ucrania con armas de todo fuste. ¿De qué sirve saludar al fuego con más gasolina? Lamento que el valiente de Zelensky no haya exhibido sabiduría cuando pudo hacerlo y no la exhiba hoy, cuando pide armas y soldados extranjeros, requiriendo, además, membresía en la OTAN y la Unión Europea, junto a la instauración de una zona de exclusión aérea que significaría la tercera guerra mundial. ¿No se da cuenta que en el frente de batalla la resistencia está perdida?  ¿Está en sus cabales?

En este conflicto nadie es inocente. Pero el daño ya está hecho y nadie quiere bajarle su intensidad ni reducir el sufrimiento de sus incontables víctimas. ¿Qué cosa más necia es preguntarse cuál parte debe soltar el amarre primero, cuando están obligados a concertar por el bien de la humanidad? El asunto no es quien lo haga primero, sino que concedan que esta situación bélica debe terminar ya. La responsabilidad de los dueños de la guerra es compartida.  Solo las personas que vean la guerra como un deporte no lo entenderían. Acallar el furor de los mísiles es una exigencia que la humanidad debe hacer sin condiciones para poner fin a los combates. En esto, todo infantilismo es criminal. La guerra no es una fría matemática.  No debe serlo.

¿Y yo, qué hago aquí, escribiendo esto en soledad, atrapado entre redes impotencia e inutilidad? Solo quedo yo, queda mi conciencia, mi soberanía interior, mi voz moral, lo único que me da vida.  Alumbra lo que tiene que alumbrar. El resto no sé. Me basta un solo Dios, que no es el de la guerra ni el de los becerros de oro.

Todos los bandos justifican las guerras desde la razón y mil veleidades emocionales; “la geopolítica, la geopolítica”, exclaman, mientras Roma arde, y  omiten preguntar lo que debe ser primero: ¿por qué y en virtud de qué y a puerta cerrada unos cuantos políticos y militares deciden sobre la vida y la muerte de millones de humanos?, ¿por qué existe esta dictadura, que es obra de los estados sin distingo ideológico?, ¿quiénes son los dueños de este macabro circo?, ¿por qué la gente ordinaria  es siempre carne de cañón, mientras los oligarcas de todo color se guarecen en sus mansiones con las manos ensangrentadas?  

Pienso al igual que Camus que hay que asociar lo ético y lo ideológico, porque los jinetes de la muerte solo cabalgan sobre “las razones de estado”, y eso es inaceptable para el lobo solitario que no es otro que el individuo libre.

Hay que desempolvar Camus y los relatos de los grandes profetas de la Biblia hebrea. Hay que reivindicar al humano moral y apelar a su libertad. No nos desanimemos: en un manicomio las voces de la cordura son las menos, pero son las indispensables.

¿Dónde estamos y quiénes somos?, eso hay que comprenderlo. La agonía de los individuos -la que se sufre ante las crueles guerras- es lo que debe ser el pentagrama, la guía para un alto al fuego, un cese de las hostilidades y, eventualmente, una convivencia pacífica. Pero la locura sigue. Todos los dueños de la guerra manipulan la pobre inocencia de la gente.

El planeta es un manicomio atrapado por demonios. La señora Clinton con su característico cinismo e irresponsabilidad ha llamado a reeditar el modelo afgano en Ucrania y, acabo de enterarme, que el demente de Putin ha bombardeado la central nuclear de Zaporiyia -la mayor de Europa- y se ha hecho con ella.

En mi anterior articulo dije: “La guerra que nos tiene  acongojados es  excepcionalmente sombría por temor al holocausto nuclear. La humanidad se siente intimidada porque todas las armas -incluidas las nucleares- fueron hechas para ser eventualmente usadas.”  Recuerdo, también, lo que Einstein bien expresó: “Ich bin [mir] nicht sicher, mit welchen Waffen der dritte Weltkrieg ausgetragen wird, aber im vierten Weltkrieg werden sie mit Stöcken und Steinen kämpfen”, (No estoy seguro con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero en la cuarta guerra mundial se peleará con palos y piedras). Ciertamente, los demonios se soltaron a sus anchas, deliran y chillan entre fuegos y cenizas.

El infernal conflicto al que asistimos solo puede ser resuelto ahora, desgraciadamente, entre sus propios demonios, con la esperanza de que alguna luz los traicione. El pacifismo activo es lo que queda para la gente ordinaria del mundo. Hemos sido ofrecidos en sacrificio para alimentar guerras que no son nuestras.  Libre será el mundo cuando los dueños de la guerra -con sus guerras- hayan desaparecido de la faz de la Tierra.

(*) Allen Pérez es Abogado

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3 COMENTARIOS

  1. La guerra es un evento colectivo muy complejo, con innumerables ramificaciones, que se adueña de la vida de muchos inocentes que no pueden escapar al vendaval de muerte y desolación que desata al desplegarse como un conflicto bélico, pero sobre todo a medida que se va escalando, tanto entre los combatientes como entre la población civil, la que sufre de mil maneras, innumerables muertes, hambrunas, miedo y vejaciones de toda clase, a veces mayores que las experimentadas por los combatientes de los ejércitos y los civiles armados que toman parte en la contienda. En efecto, la guerra tiene además a sus dueños entre los fabricantes de armas, los que se enriquecen con ella, y también entre aquellos que tienen el poder de tomar las decisiones de vida o muerte que un conflicto semejante implica. Deseamos que la paz positiva se imponga finalmente, pero para ello se requiere la superación de las causas de la guerra que llevaron al conflicto bélico y a las operaciones efectivas de combate. No buscamos sólo el camino hacia la paz como cese al fuego, la paz es el camino.

  2. Ya había un exterminio sistemático de la población del Dombass, el holocausto es lo que venía para ellos según los planes de la OTAN y las bandas fascista ucranianas.

  3. De Rogelio Cedeño Castro: «El principio suma cero mantiene la ecuación al equilibrar los términos, es como la actitud de los católicos romanos cuando dicen «El peca reza y empata», aunque yo prefiero mi severidad calvinista, aunque secular y propia de mi agnosticismo en materia religiosa, la que me indica que no estoy obligado decir que estoy contra los dos, so pena de sufrir una descalificación moralizante. ¿acaso el exterminio de la población rusófona del este de Ucrania, no sólo la del Dombass es una invención mediática?se habla de catorce mil civiles exterminados allí. No pienso que en medio de esta coyuntura tan jodida para toda la humanidad, se trata de escoger aquí y ahora entre el régimen político de Rusia y el de nuestros vecinos de los EEUU, los eternos invasores de los países de América Latina. Aquí lo que está en juego l´enjeu(FR) es si seguimos jugando a la guerra o demandamos una salida pacífica y negociada al conflicto bélico. El presidente ucraniano Zelenski sigue llamando a las fuerzas de la OTAN a tomar parte en los combates, a lo mejor ya lo están haciendo con mercenarios tal y como hicieron ya en Irak, Afganistán y Siria. También ha demandado una zona de exclusión aérea ¿saben lo que eso significa en términos de la escalada bélica?. Debemos pedir una oportunidad para la paz, no es poca cosa.

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