lunes 29, abril 2024
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Turismo y propiedad privada en Costa Rica

Tras 20 años de viajes por América Latina, que han coincidido con mi etapa más prolífica publicando libros sobre divulgación geográfica y trabajando en las múltiples facetas de la industria del turismo, mi relación entre el “Nuevo Mundo” y el “Viejo Mundo” ha tomado una nueva perspectiva desde el momento en que me instalé en Costa Rica como residente (con cédula respectiva desde 2023).

Ante las preguntas que un europeo se puede hacer entre la realidad social de América Latina y la realidad social de la Unión Europea, no es posible dar respuesta si únicamente te limitas a hacer viajes puntuales. Definitivamente hay que vivir plenamente en un país para entender su idiosincrasia y sus estructuras arraigadas en el tiempo, en este caso en un tiempo postcolonial que recientemente ha cumplido dos siglos.

Para un europeo acostumbrado a practicar el senderismo en el espacio público como un hábito muy natural, siempre ha sido algo insufrible toparme con las restricciones de la propiedad privada en América Latina, aunque voy a referirme exclusivamente al caso de Costa Rica por ser no sólo el país que mejor conozco en el continente, sino también por ser un destino turístico muy posicionado a nivel internacional.

Cuando se habla de los grandes beneficios que el turismo genera en Costa Rica, con apenas 3 millones de turistas al año, comparados con los 80 millones de turistas anuales que recibe España, te das cuenta de que las cifras no se ajustan a la realidad. Y digo esto justamente a partir de mi propia experiencia personal y profesional con el turismo.

En cualquier caso, en Costa Rica con su moderado volumen de turistas, o en España con su gran volumen de turistas concentrados en sus costas, el turismo puede ser visto como la “salvación” económica de una sociedad. En este sentido, la droga, la prostitución y el crimen organizado en general, también forman parte del ecosistema del turismo, con un movimiento de capitales colosal, pero nunca se verá como un beneficio para la sociedad.

En cambio, en países europeos que reciben menos turistas que Costa Rica, como puede ser el caso de Eslovaquia donde he vivido varios años, lo que realmente cobra valor para un visitante o para un nativo es el uso del espacio público con total libertad y seguridad. Ante este dilema, el de poder disfrutar al máximo de todos los elementos naturales y culturales de un territorio (caso eslovaco), o bien limitarse a visitar espacios muy controlados por tour operadores e instituciones nacionales (caso costarricense), cabe preguntarse quiénes son los verdaderos beneficiarios de la práctica del turismo y el impacto positivo que genera en cada sociedad.

Si volvemos a la comparativa entre Costa Rica y España, vemos que en ambos casos nos encontramos con sociedades muy desiguales en el plano económico, es decir, con un pequeño porcentaje de población acomodada que se lleva los beneficios económicos frente a un gran porcentaje de población de clase media y baja que vive al límite para cubrir sus gastos diarios (entre ellos casi toda la masa trabajadora de la industria del turismo).

En el caso de Eslovaquia se considera uno de los países más igualitarios del mundo, con muy poco impacto del turismo en el país, pero en cambio, con un uso del territorio por parte de sus habitantes muy inclusivo y beneficioso para la salud emocional de las personas. En el plano económico, son otros sectores productivos donde las personas desempeñan sus labores profesionales, con una redistribución de la riqueza del país muy superior a la de Costa Rica y España.

No voy a entrar a fondo en la cuestión capital del asunto, en los orígenes del modelo de propiedad privada en cada país y en el modelo de turismo orientado a captar un público determinado para explotar enclaves concretos. Un buen conocedor del caso costarricense que haya viajado al extranjero puede sacar algunas conclusiones. La cuestión que yo quiero plantear al lector es si realmente el modelo territorial del país, y por extensión el modelo turístico que impera en el país, son tan beneficiosos para los habitantes nativos. En esta ecuación no incluyo ni el clima ni la biodiversidad del país, uno de los principales motivos para disfrutar de una importante calidad de vida. El debate planteado es sobre la satisfacción para una vida digna y provechosa en general.

(*) Sergi Lara, divulgador geográfico y asesor turístico.

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